Por Genaro Lozano
Maria Clemente García Moreno nació para la política y en el cuerpo de un hombre. A sus 36 años de edad y 1.72 metros de estatura (sin tacones), es una de las dos mujeres transexuales que hicieron historia en México al ocupar una curul como diputada federal. La otra es Salma Luévano. María Clemente y Salma forman parte del Congreso gracias a una acción afirmativa que obligó a los partidos políticos a abrir por lo menos tres espacios para candidaturas de la diversidad sexual en el proceso electoral del 2022. Morena reservó dos lugares para ellas y ambas llegaron al Congreso: María con traje sastre y tacones, muy ejecutiva, y Salma con vestido de lentejuelas y bandera con los colores trans y las letras de su partido.
Ambas, con sus estilos diferentes, son ya parte de la historia política de la diversidad sexual de México.
“Crecí en una familia muy politizada. Somos de Cuautitlán Izcalli, municipio que ha sido gobernado por distintos partidos. Pero mi familia siempre fue de izquierda”, me comentó María Clemente en una llamada el pasado 14 de febrero, justo el día en el que se casó con su novio de 4 años en una ceremonia civil con fiesta en Iztapalapa.
“Sí, me casé el lunes, por cursi, por el San Valentín”, me dijo también contenta. Crecer en un núcleo afecto a la política la entrenó para los debates, pero de su familia sanguínea solo mantiene una buena relación con su madre.
Su transición no fue bien tomada por su papá y hermana. María Clemente había empezado en la política como hombre gay en una organización LGBT del Estado de México y, cuando anunció que iniciaría la transición, no la tuvo sencilla.
El año pasado, Maria Clemente García Moreno recibió su constancia como diputada electa. Su llegada al Congreso Federal evoca la larga lucha de las personas trans por la representación política. En 2003, Amaranta Gómez, muxe de Juchitán, hizo historia al ser la primera candidata trans a dicho cargo. Ese año, poco antes de la elección, Amaranta tuvo un accidente automovilístico que la dejó fuera de la competencia electoral y no pudo hacer campaña, pero su nombre y lucha quedaron para la historia. Este 2022, México estrenó las acciones afirmativas LGBT y el INE registró a más de 177 candidaturas LGBT de todos los partidos políticos.
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Entre ellas Karla Coronado, mujer trans de Veracruz que fue postulada, a regañadientes, por el conservador PAN. En ese proceso electoral, MC y el PRD fueron los partidos que más candidaturas LGBT postularon, pero estas fueron meramente simbólicas. Ambas organizaciones postularon a personas de la comunidad LGBT en municipios o distritos donde no eran competitivos y no ganó uno solo. Morena postuló menos, pero al Congreso Federal llegaron María Clemente y Salma, así como Marisol Gasé, abiertamente bisexual. En otras palabras, para las candidaturas LGBT, como para todo en la vida, importa la calidad (en dónde te postulan) y no la cantidad (cuántas meramente por cumplir).
Desde el Congreso, ya como diputada, María Clemente García Moreno llamó la atención y provocó el enojo de sus colegas de Morena, al tomar la tribuna para salir de un clóset más: vivir con VIH y exigir que no haya desabasto de medicamentos antirretrovirales.
Valiente y mostrando un frasco de sus medicamentos, alzó la voz por las demás personas que viven con VIH y el IMSS o la Secretaría de Salud no les surten sus medicamentos, pues no los han recibido en las farmacias o se atrasaron las compras. México es uno de los países del mundo con más violencia transfóbica: junto a Brasil, somos las dos naciones donde más asesinan a personas trans en el mundo. La presencia de María Clemente y de Salma como diputadas contrarresta esa violencia.
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Salma ha encarado las declaraciones transfóbicas de su colega panista Gabriel Quadri, quien promete luchar contra lo que él llama el “transfascismo” y la “ideología de género”. Ambas son monitoreadas con lupa, por ser las primeras y, porque lo que dejen como leyes que mejoren la vida de las personas trans en el país, será parte del camino para construir un país más incluyente. María Clemente quiere dejar una ley de igualdad sustantiva para las personas LGBT, pero especialmente quiere que ella y Salma solo sean las primeras de muchas personas trans –y no binarias– que de todos los partidos lleguen al Congreso a representar y darle voz a la T de lo LGBT, y no solo a simular. Sigue leyendo: