Si tienes una botella de tu vino favorito en casa, disfruta su sabor al máximo, la próxima vez que la compres podría no saber igual a causa de los efectos que el cambio climático ha provocado en las plantaciones de uva.
Los incendios forestales, las olas de calor y el clima impredecible en general, ponen en riesgo los delicados procesos que garantizan la calidad de un buen vino. Estos fenómenos han arruinado cosechas enteras de tradición vinícola en América del Norte, Australia y Europa.
La muerte de la vid a causa de las altas temperaturas es solo la consecuencia más visible de los cambios que están experimentando los productores. En la mayor de las veces, los daños son silenciosos y se pueden conocer hasta que se cosecha la uva, y se analiza la delicada química que posee.
La mayor preocupación de muchos viticultores y enólogos, según el artículo Cómo el cambio climático está modificando el sabor del vino de la BBC, recae en que el cambio climático está despojando a los vinos de sus sabores definitorios.
¿Tu vino favorito cargado de alcohol y humo?
La calidad del vino depende del equilibrio entre tres aspectos generales de las uvas, estos son el azúcar, ácido y compuestos secundarios. En un clima más cálido, los vinos tienden a acumular una mayor carga de alcohol y son menos ácidos.
Cuando estos tres componentes se alteran, también lo hará el sabor del vino. Históricamente numerosos factores ambientales influyen en ello, incluidos los tipos de suelo, los niveles de lluvia y la niebla, y a esto tenemos que sumar el cambio climático.
“Las uvas descomponen los ácidos y acumulan azúcar a medida que maduran. A temperaturas más cálidas, la maduración se sobrealimenta, lo que lleva a las uvas a un sabor dulce similar al de las pasas”, explicó Megan Bartlett, bióloga que estudia viticultura en UC Davis.
Al haber una mayor concentración de azúcares, durante la fermentación se obtiene un mayor contenido de alcohol en los vinos, entregando productos ‘más borrachos’ con una caída en la acidez, una tendencia que podría resultar indeseable para los consumidores.
Otro impacto es el terrible ‘olor a humo’, que ha llevado a productores cercanos a zonas de incendios a dejar pudrir su producción de uva. Nadie quiere poner sus botellas en venta con un temible ‘carácter de cenicero’ que se quede en la garganta.
En zona cercanas a incendios forestales como el Valle de Napa, en California, los fenoles producidos por la quema de madera se filtran en las bayas, se acumulan en pieles, y terminan por unirse a los azúcares hasta la fermentación. La descomposición se cuela en los barriles y las botellas.
Esta alteración en el proceso es una amenaza para los vinos tintos, dado que se fermentan con la piel de la uva. Si este es tu vino favorito, crea una reserva antes de que sea tarde.
Acciones para evitar que tu vino cambie
Los productores y enólogos se han dando a la tarea de probar nuevas variedades de uvas, adaptar la fermentación y adelantar el corte de las bayas para mitigar los impactos climáticos en el vino.
En regiones propensas a incendios, las uvas se cosechan en fechas tempranas del año para evitar la contaminación por humo, y a las primeras horas de la mañana para preservar su acidez y frenar la producción de azúcar.
El uso de películas de sombra para proteger las uvas de los rayos del sol también se ha extendido en las plantaciones, anteriormente esta práctica se limitaba a Australia, América del Sur, Israel y España. Los productores también han experimentado técnicas de mezcla y reservas de emergencia.
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