Rodeada de montañas imponentes y campos fértiles, una localidad del noroeste argentino prueba que los placeres simples son los más grandes. Con poco más que vino, arcilla y naturaleza seductora, la pequeña Cafayate se las arregla para llamar la atención.
Pese a tener bajo la manga más de un superlativo seductor, la provincia de Salta no acapara la atención de las visitas como lo hacen las cataratas de Iguazú, el glaciar Perito Moreno y la ruta del vino en Mendoza. Caminos de lastre, veranos calurosos y altitudes intimidantes sirven para explicar, a bote pronto, la relativa discreción de lugares como Cafayate.
Acostumbrada a la calma, esta ciudad de hospitalidad desenfadada se ha hecho fama gracias a sus vides. Aquí se produce menos del 2% del vino argentino, pero se concentran muchos de los reconocimientos y de las etiquetas mejor puntuadas del país. Dionisio ha puesto a Cafayate en el mapa, pero son sus paisajes y su gente los que lo mantienen.
De la mano con Destino Argentina, un portafolio de experiencias de lujo en territorio celeste, recorremos la provincia de Salta en busca de placeres simples. Tapizados de paisajes dignos de cuadro, talleres que mantienen vivas tradiciones ancestrales y platos sencillos que saben a gloria, Cafayate y los valles calchaquíes roban el aliento.
Naturaleza en grande
El noroeste argentino es famoso por sus escenas, en partes iguales, dramáticas y desérticas. Cañones imponentes, cielos custodiados por cóndores y rocas de formas y colores caprichosos protagonizan varias postales salteñas. La Ruta Nacional 68, que conecta a Salta capital con Cafayate, presume eso y más. A pie de carretera y sin mayor desvío, la reserva natural Quebrada de Las Conchas ofrece miradores, fauna y senderos para rato.
Las gotas de la felicidad
Quítate Mendoza, que ya llega Cafayate. Ubicados a más de 1,600 msnm, los valles calchaquíes producen vino caracterizado por uvas sometidas a una gran amplitud térmica. Con colores intensos, dejos minerales y producción acotada, las etiquetas de Cafayate son al vino argentino lo que la aguja al pajar. No está de más una visita, ni una cata, a bodegas como El Esteco, La Estancia y Piatelli. Las distancias entre bodegas son considerables y la planeación requiere conductor designado o servicio de transporte.
Estancia sibarita
En Cafayate conviven bodegas centenarias, cocinas dignas de salivar y hoteles cinco estrellas. Por suerte para Patios de Cafayate, los tres elementos coinciden en el mismo sitio. Albergado en una finca vitícola del siglo XIX, este hotel marida hedonismo y sencillez. Además de vino casero y alberca al aire libre, Patios presume un restaurante de esos que se recuerdan para toda la vida. ¿Recomendaciones? Empanadas salteñas, provoleta con pera asada y parmesana de vegetales al horno de barro.
Hecho a mano
El vino no es el único quehacer artesanal en los valles cachalquíes. Cerca de Cafayate, en el pueblo de San Carlos, Javier Frías y Fernanda Herrera hacen maravillas con arcilla. En el taller Cielo Antiguo se dan cita leyendas locales, datos geológicos y tornos que no se cansan de girar. Además de vender vajillas y mates hechos con sus propias manos, la familia Frías Herrera comparte su sus saberes con clases de alfarería. Por si fuera poco, Javier es guía de montaña y ofrece rutas de senderismo.
Más allá de Cafayate
Salta no empieza ni termina en Cafayate. La provincia resguarda bodegas que albergan instalaciones de James Turrell, yungas en las que se pueden ver cientos de especies de aves y restaurantes como La Table, en House of Jasmines, con el sello Relais & Châteaux. Eso sí, en el noroeste argentino no son raros los caminos de terracería ni los serpenteos serranos.
Para recorrer la región sin preocupaciones, dejar la logística en manos de Noa Travesías es buenísima idea. Con tiempo y antojos urbanos, pasar unos días en Salta capital no está de más. El hotel boutique Legado Mítico, en el corazón de la ciudad, ofrece una ubicación privilegiada y un desayuno riquísimo.
Marck Guttman es fotógrafo, escritor y partidario del turismo sostenible y la conservación. Dirige el blog Don Viajes y ha publicado más de mil historias en medios como Esquire y National Geographic. Las montañas son su lugar feliz y el pan dulce su primer amor.