Cierra el año, y con él llega el clásico repaso de lo que pasó, lo que estuvo de moda y, por supuesto, lo que marcó la agenda global. Entre tantos balances, The Economist ha sacado la sorpresa con su elección para la palabra del año: kakistocracia. Una palabra que no solo se pronuncia como si estuviera quebrando cristales, sino que refleja el miedo y la frustración de muchos ante los hechos políticos de 2024.
Pero, ¿qué significa realmente kakistocracia? Proviene del griego antiguo y se construye a partir de dos términos:
Kakistos (κάκιστος): El superlativo de “kakos” (κακός), que se traduce como “malo”, “sórdido”, “vil” o incluso “nocivo”. Básicamente, es el extremo de lo peor, lo más infame.
Kratos (κράτος): Que significa “poder” o “gobierno”. Así que, etimológicamente, kakistocracia viene a ser “el gobierno de los peores”.
¿Te suena? No es para menos, porque esta palabra se disparó en las búsquedas de Google tras la reelección de Trump, especialmente cuando comenzó a nombrar a su gabinete. En principio, algunos de estos nombramientos, como el de Susie Wiles, jefe de gabinete, o Marco Rubio para secretario de Estado, se percibieron como opciones competentes.
Sin embargo, rápidamente la balanza se inclinó hacia una serie de decisiones que generaron desconcierto y preocupación. Y claro, el público buscó una palabra que resumiera todo aquello: kakistocracia.
Disparo en el número de búsquedas
De hecho, tras una serie de controversias a mediados de noviembre, las búsquedas de esta palabra aumentaron tres veces en Google, en especial en estados con bastiones demócratas como Oregón o Massachusetts. La razón es clara: la kakistocracia no es solo un término, es el reflejo de un sentimiento que no entiende de ideologías, sino de desconfianza ante el liderazgo.
Lo fascinante es que el término no solo encapsula la desilusión política del momento, sino que ofrece una visión profunda de cómo se percibe el poder en tiempos de incertidumbre. Un concepto que nació como un antónimo de aristocracia (el gobierno de los mejores) se ha convertido en un símbolo de lo peor de lo peor, de aquellos que, en lugar de inspirar confianza, transmiten incompetencia y caos.
Así que, si 2024 nos deja una lección, es esta: que la palabra kakistocracia ha resonado con tal fuerza que ha logrado reflejar el temor colectivo a un liderazgo que no parece tener rumbo, ni la capacidad de guiar con sabiduría. Ya no es solo una palabra complicada que parece sacada de un diccionario de griego antiguo, sino un concepto vivo que define el pulso político de nuestro tiempo.