La Planchada: la leyenda del misterioso espectro que cura en el Hospital Juárez

Entre pasillos y guardias nocturnas, hay quienes creen que Eulalia sigue ahí, intentando expiar sus culpas sirviendo con excelencia a quienes más lo necesitan.

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Algunos pacientes que han pasado una noche en el Hospital Juárez de la Ciudad de México aseguran haber sentido una presencia, una sombra amable y silenciosa que se mueve entre las camas, dejando detrás de sí el olor tenue del desinfectante y la calidez de una mano cuidadosa. Algunos juran que los atendió una enfermera que nunca fue vista por el personal. Otros, simplemente, sanaron sin explicación. ¿Mito colectivo? ¿Fantasía hospitalaria? ¿O es que la leyenda de La Planchada es más real de lo que imaginamos?

Eulalia: del amor al desencanto

A inicios del siglo XX, cuando el actual Hospital Juárez aún se llamaba Hospital de San Pablo, una joven enfermera llamada Eulalia destacaba entre los pasillos por su trato dulce y su uniforme siempre impecable. Se decía que su vocación era tan grande como su belleza, y que su único defecto era un amor no correspondido que marcaría su destino.

Eulalia se enamoró perdidamente de un médico llamado Joaquín, un hombre apuesto y seguro que aceptó su cariño, pero con intenciones menos nobles de las que la joven imaginaba. A pesar de sus inseguridades, ella confió en él ciegamente. Incluso le ayudó a planchar un traje para un supuesto congreso médico... sin saber que ese mismo día, él se marchaba a su luna de miel con otra mujer.

El dolor que mató más que el amor

La traición de Joaquín fue devastadora. Enterarse de boca de otro enfermero que su prometido ya se había casado dejó a Eulalia en un estado de abatimiento total. Desde ese día, su actitud cambió. Su dulzura se desvaneció, y su trabajo empezó a deteriorarse. La que antes era ejemplo de dedicación, comenzó a cometer errores fatales. Varios pacientes sufrieron por sus descuidos... y algunos nunca salieron del hospital.

Culpable y consumida por el remordimiento, Eulalia enfermó gravemente, quizás más por pena que por virus o enfermedad alguno. En su lecho de muerte, se dice que pidió perdón por sus errores, deseando de todo corazón reparar el daño causado. Fue entonces cuando la leyenda comenzó.

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El nacimiento de la leyenda de La Planchada

Poco tiempo después de su fallecimiento, los pacientes empezaron a hablar. Una enfermera de rostro pálido, cabello rubio perfectamente peinado y uniforme inmaculado aparecía por las noches. No hablaba mucho, pero sus manos curaban, colocaban sueros, aplicaban medicamentos y reconfortaban.

Lo extraño era que nadie en el hospital conocía a esa mujer. Los registros no la mencionaban, los turnos no la incluían. Y sin embargo, los testimonios eran constantes y consistentes: “Una enfermera me ayudó”, decían. “Tenía una mirada triste, pero fue muy amable”.

¿Una leyenda que salva vidas?

Hoy, más de cien años después, La Planchada sigue siendo vista. A veces en el área de urgencias, otras veces en las salas de terapia intensiva. Su figura se desvanece justo cuando llega el personal médico. Y lo más desconcertante: en muchas ocasiones, los pacientes que estaban graves presentan mejorías inesperadas, como si una mano del más allá hubiera intervenido.

No faltan quienes se burlan de la historia, tachándola de simple superstición. Pero entre pasillos y guardias nocturnas, hay quienes creen firmemente que Eulalia sigue ahí, intentando expiar sus culpas sirviendo con excelencia a quienes más lo necesitan.

Más allá del miedo: una redención eterna

La leyenda de La Planchada es una historia de amor ingenuo, de traición, de culpa... y sobre todo, de redención. Lejos de ser una aparición maldita, Eulalia representa a todas aquellas almas que, aún después de la muerte, buscan redimirse con actos de bondad.

Quizá por eso, aunque el relato nos estremezca, no inspira terror sino una suerte de respeto silencioso. Porque si alguna vez, enfermo en un hospital, alguien siente que una mano suave acomoda su almohada o ajusta su suero en plena madrugada... quizá no esté solo. Quizá esté siendo cuidado por Eulalia.

Y tú… ¿te atreverías a dormir una noche en el Hospital Juárez?

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