Los anillos de los planetas no son superficies lisas; son el cúmulo de materiales que no lograron juntarse para formar un cuerpo mayor.
En el imaginario, la imagen de un planeta con anillos le pertenece casi en su totalidad a Saturno. A lo largo de mucho tiempo ese gigante del Sistema Solar fue, de hecho, el único mundo conocido con este peculiar tipo de estructura. En la actualidad sabemos que mientras que muchos planetas no tienen anillos, otros tantos sí.
Para que te des una idea, tras el descubrimiento del astrónomo Galileo Galilei, en el cual se revelaron los anillos de Saturno, la tecnología ha progresado bastante, de manera que ahora los instrumentos de observación han permitido ver que Júpiter, Neptuno y Urano también tienen estos aros.
Activos, no pasivos
Pareciera ser que los anillos de los planetas son elementos pasivos que, sin tener ese propósito, terminan como decoración de mundos lejanos. No es así.
En realidad los anillos planetarios son estructuras activas y dinámicas que experimentan cambios diarios de temperatura, estaciones e incluso forman lunas. Por ejemplo, conforme Saturno y sus anillos se desplazan alrededor del Sol, la inclinación de estos provoca cambios estacionales.
¿Por qué algunos planetas tienen anillos y otros no?
Ahora bien, contestando la pregunta, lo mejor es dejar en claro que no hay explicación terminante a por qué algunos planetas tienen anillos y otros no. Cada planeta supone una historia distinta. Pero sí hay teorías.
Una de las que más apoyan los especialistas, como Rudi Kuhn, del Observatorio Astronómico Sudafricano, dice que los anillos se forman cuando dos lunas del planeta sufren algún tipo de perturbación en sus órbitas y acaban chocando entre sí.
“El material que quedó tras este enorme choque no pudo volver a unirse para formar una nueva luna. En su lugar, se dispersó formando los sistemas de anillos que vemos hoy en día”, apunta el experto.
Como podrás ver, aún tenemos que aprender sobre los anillos planetarios, mas el asunto tiene aproximaciones teóricas que podrían enseñarnos cómo pasaron realmente las cosas.