El Vaticano confirmó el fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años. Primer Papa jesuita y latinoamericano de la historia, Francisco eligió un estilo más sencillo tanto en vida como en muerte. Sin embargo, su partida activa una de las tradiciones más rigurosas y solemnes de la Iglesia: el protocolo tras la muerte del Papa, y con ello, el esperado Cónclave.
Un ritual milenario: ¿qué pasa justo después de su muerte?
Tan pronto como se confirma oficialmente la muerte del pontífice —en este caso, por el cardenal irlandés Kevin Farrell— se procede a una serie de actos simbólicos y tradicionales. Uno de ellos es la destrucción del Anillo del Pescador, símbolo de autoridad papal, para evitar su uso indebido.
Aunque tradicionalmente el cuerpo del Papa se expone en la Basílica de San Pedro, Francisco pidió que su cuerpo no fuera exhibido públicamente. En cambio, será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, junto con un “rogito” (documento que resume su pontificado) y monedas conmemorativas.
Durante nueve días se realizan misas de duelo, y comienza un periodo conocido como Sede Vacante, en el que no hay Papa y el poder queda temporalmente en manos del Colegio de Cardenales.
El Cónclave: la elección del nuevo Papa
Después de los funerales, llega el momento más esperado: el Cónclave. Este evento, cargado de misterio y tradición, ocurre dentro de la Capilla Sixtina, donde los cardenales se aíslan por completo del mundo exterior.
Sin teléfonos, sin noticias, sin contacto con nadie. Solo ellos, su fe y un profundo silencio. La regla es clara: no hay discusiones ni campañas. Cada cardenal escribe el nombre de su elegido en un papel y lo deposita en una urna. Para que alguien sea electo, necesita una mayoría de dos tercios.
Aunque, en teoría, cualquier católico puede ser elegido, la tradición dicta que el nuevo Papa provenga del mismo Colegio de Cardenales.
Humo blanco, esperanza nueva
Cuando el humo blanco se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina, todo el mundo sabe que hay un nuevo Papa. Minutos después, un cardenal se asoma al balcón del Vaticano y pronuncia las palabras: “Habemus Papam”. El nuevo líder espiritual se presenta con el nombre que ha elegido, marcando así el inicio de una nueva etapa para la Iglesia Católica.
Participación mexicana en el Cónclave
Latinoamérica tendrá una voz importante en esta histórica elección. De los 24 cardenales con derecho a voto provenientes de la región, dos son mexicanos:
Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México (75 años)
Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara (74 años)
Ambos jugarán un papel crucial en la elección del nuevo Papa, representando a uno de los países con mayor población católica del mundo.
De la ficción a la realidad: ¿qué tanto se parece a la película Cónclave?
La cinta protagonizada por Ralph Fiennes dio una mirada dramatizada al proceso, pero muchos elementos mostrados —como el sellado de la habitación papal, la votación secreta y el aislamiento de los cardenales— son reales. Eso sí, en la vida real no hay campañas ni debates entre candidatos; el proceso está diseñado para que el Espíritu Santo guíe la elección, no la política.
Un nuevo capítulo para la Iglesia
Con la partida del Papa Francisco, el mundo entra en un periodo de reflexión y expectativa. Mientras los fieles rinden homenaje a su legado, los cardenales se preparan para tomar una de las decisiones más trascendentales de la Iglesia.
Muy pronto, una nueva figura aparecerá en ese icónico balcón del Vaticano. El mundo aguantará la respiración, esperando escuchar: “Habemus Papam”.