Si hay algo que distingue a la Copa Peyrelongue, además de la precisión con la que vuela la pelota (o se pierde entre los árboles, depende del jugador), es esa mezcla de estilo, generosidad y buen humor. El pasado 26 de marzo, en el Lomas Country Club, 184 jugadores —desde ejecutivos aficionados de fin de semana, hasta verdaderos cracks del green— se dieron cita para vivir la edición número 17 del torneo, esta vez con BMW como padrino de lujo, y Fundación Becar como la gran razón de fondo.
Y es que aquí no se vino solo a hacer birdies (aunque algunos los lograron), sino a apoyar una causa que verdaderamente transforma: la educación de niños y jóvenes en situación vulnerable.
“Les quiero dar las gracias a todos por habernos acompañado hoy en esta copa número 17, gracias a todos los participantes y a los patrocinadores. Sin todo su apoyo no podríamos ayudar a estos niños a través de Becar, muchas gracias Becar”, dijo Luis Peyrelongue, el anfitrión perfecto: puntual, sonriente y con mucho sentido altruista.
Desde las 7:00 am, café en mano y gorra bien colocada, los jugadores fueron llegando al registro. A las 8:30 en punto, el famoso escopetazo marcó el inicio de un torneo en formato a go-go, ideal para los que no siempre encuentran la bola, pero sí saben reírse de ello en grupo. Aquí se juega en foursomes y se elige el mejor tiro. ¿Estrategia? Por supuesto. ¿Suerte? También. ¿Trampa? Jamás, y menos tratándose de una causa tan honorable.
Lorena Ochoa, nuestra campeona eterna, hizo su entrada al campo con la calidez que la caracteriza, dando tips, tomándose selfies y repartiendo ánimo como si estuviera en Augusta. “Veo muchos amigos, buenos golfistas... y también malos, pero estamos aquí por las ganas de ayudar, no se enojen”, agregó entre risas, durante la premiación.
En cuanto a premios, digamos que no faltó motivación: coches BMW Serie 1, relojes Panerai, joyas Peyrelongue, vuelos en clase premier de Aeroméxico, moto BMW CE 02, pantallas, bolsas de diseñador y hasta un paseo en yate. Y si uno no ganaba en el campo, podía irse feliz con una bolsa RAINS, un coche eléctrico en miniatura (sí, eso pasó) o una rifa que incluía desde escapadas de lujo hasta varillas de driver con fitting profesional.
Los ganadores de primer lugar con 57 puntos fueron Stefano de Maria y Campos, Fernando Suero Valdez, Iñaki Suero Valdez y Eduardo Morato García, quienes recibieron varios premios por parte de los sponsors.
Pero lo mejor fueron las subastas finales, donde se remataron viajes a Punta Cana y Madrid, un vuelo privado para ocho personas, esculturas y —la joya de la corona— un día completo de golf con Lorena Ochoa. Resultado final: 3.5 millones de pesos recaudados para Becar, incluyendo un millón solo de las 5 pujas.
Durante la premiación, Regina García, presidenta de Becar, agradeció con emoción. Y Luis Peyrelongue cerró con un mensaje claro: “Gracias a todos los patrocinadores y participantes. Sin ustedes, esto no sería factible.” Y tiene razón. Sin los que juegan, donan, compran, subastan y se divierten con propósito, no hay torneo que valga.
Nos quedamos con la sonrisa de Lorena, el buen karma de un torneo que tiene causa, y la certeza de que en 2026 nos volveremos a ver. Con suerte, con menos bogeys… y con el mismo corazón.
Créditos
Fotos: Hildeliza Lozano