Simone Biles ha vuelto a brillar en los Juegos Olímpicos, ganando su octava medalla de oro y reafirmando su posición como la gimnasta estadounidense más laureada de la historia. Tras superar momentos difíciles y con una preparación mental exhaustiva, Biles demostró una vez más su increíble talento y fortaleza en una actuación que quedará grabada en la memoria del deporte.
Un regreso triunfal de Biles
Simone Biles, tras tres años de haberse retirado de la final de gimnasia por equipos en Tokio, volvió a los Juegos Olímpicos con una determinación renovada. En esta ocasión, la energía era completamente diferente. Con la misma gracia, potencia y velocidad que la caracterizan, Biles subió al escenario del Bercy Arena en París y conquistó el oro para el equipo de Estados Unidos.
El inicio de su rutina estuvo marcado por las primeras notas de una canción de Taylor Swift, creando un ambiente icónico que anticipaba el éxito de su actuación. A pesar de pequeños tropiezos, Biles mantuvo la compostura y culminó su presentación con una ejecución que será recordada por siempre.
“Sabía que si caía de pie en todos los pases, todo iría bien”, comentó Biles. Incluso cuando salió de los límites, su confianza se mantuvo inquebrantable: “Supongo que... no es para tanto”, agregó con una sonrisa.
La preparación de Biles para esta noche crucial incluyó no solo entrenamiento físico, sino también un enfoque en su salud mental. “Empecé el día con terapia y me sentí tranquila y preparada”, explicó Biles. Esta fortaleza mental fue evidente en su desempeño, destacando su capacidad para manejar la presión y superar los desafíos.
A pesar de los recuerdos de Tokio, Biles se mantuvo enfocada. “Cuando terminé el salto, me sentí aliviada”, dijo. “Nada de flashbacks, todo fue como debía ser”. Su compañero de equipo, Jordan Chiles, compartió la misma sensación de alivio, celebrando con alegría el éxito de Biles.
Bajo la mirada del mundo
Desde su entrada al Bercy Arena el domingo hasta la ceremonia de entrega de medallas el martes, Biles fue el centro de atención. Cada uno de sus movimientos fue observado con detenimiento, especialmente después de que agravara una lesión en la pantorrilla durante los calentamientos.
A pesar de la preocupación, Biles no mostró signos de dolor durante la final por equipos. A sus 27 años, se convirtió en la gimnasta estadounidense más mayor en ganar una medalla olímpica y reafirmó su estatus como la más condecorada de todos los tiempos. Su actuación evocó recuerdos de su triunfo en Río de Janeiro en 2016, pero esta vez con una mayor apreciación de lo que había logrado.
En los momentos finales, mientras esperaba su puntuación, Biles reflejaba en su rostro la certeza de haber hecho lo suficiente. Al ver la puntuación de 14,666, más que suficiente para ganar el oro, estalló de alegría. Abrazó a sus compañeras y celebró con la bandera estadounidense, disfrutando de los cánticos de "¡U-S-A!” que resonaban en el arena.
Durante la ceremonia de entrega de medallas, mientras sonaba el “Star-Spangled Banner”, Biles sintió la culminación de un esfuerzo monumental. “Ahora que somos mayores y tenemos más experiencia, estamos aquí divirtiéndonos y disfrutando de lo que hacemos”, reflexionó después.
Aunque la victoria en la final por equipos fue un momento culminante, Biles aún tiene más desafíos por delante. El all-around individual, que ganó en 2016 y del que se retiró hace tres años, está programado para el jueves. El viernes competirá en salto y el lunes en barra y suelo.
Sin embargo, por ahora, Biles puede disfrutar de su medalla de oro y saber que ha consolidado su lugar en la historia de la gimnasia y de los Juegos Olímpicos. Su legado es una inspiración no solo para los atletas, sino para todos aquellos que enfrentan adversidades con determinación y gracia.