Brad Pitt ha realizado lo que yo voy a bautizar en el sector inmobiliario como una venta fantasma. Y no es porque haya hecho nada ilegal ni porque haya vendido una propiedad que no existía. La mansión angelina (Jolie) que el actor ha vendido por 39 millones de dólares fue una propiedad que compró en 1994 por 1,7 millones. Sí, mejor no hagas cuentas.
Por: Carmen Raya
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce porque el intérprete de Érase una vez en Hollywood... se ha desvinculado así de una mansión que lleva consigo el apellido de encantada.
Me refiero al tipo de mansión encantada en la que muere gente, aparecen fantasmas y espíritus y va pasando de dueños famosos a dueños más famosos creando así una leyenda que en algún momento será llevada al cine.
Un magnate del petróleo y fiestas a lo Babylon
Curiosamente, la historia de esta mansión nos lleva a principios del siglo XX, exactamente a 1910. Fue ese mismo año cuando un señor muy rico que se dedicaba al bello arte del oro líquido negro decidió comprar 8.000 metros cuadrados de tierra. Espacio suficiente para construir una mansión que abrió a todas las estrellas del cine de la época dorada de Hollywood. Allí corría el alcohol y las fiestas se fundían con el amanecer. Jo, qué bonito escribo a veces.
Y de ahí, queridos, la referencia a Babylon. Una película despreciada por la crítica y el público (y que se llevó el chiste más innecesario y cruel de los premios Oscar 2023).
Total. Que aquí este tío Gilito angelino se da de bruces con el crack del 29. Adiós a las fiestas y adiós a este señor que, desafortunadamente, se quitó la vida. He aquí donde empieza la gran movida de esta mansión.
Mark Hamill y el suicidio de su compañero de piso
Fue en la década de los 60 cuando el actor de La Guerra de las Galaxias se mudó a esta mansión junto a un amigo. Una noche, éste se suicidó y Mark Hamill se lo encontró dentro de un armario a la mañana siguiente. Un traumático hecho que hizo que Mark pusiese pies en (Ana) polvorosa y abandonase la propiedad en la que estaba de alquiler.
¿Y por qué sabemos todos estos detalles? Porque Cassandra Peterson, la mítica actriz de terror y ciencia ficción de los 80 (más conocida como Elvira), compró la mansión en 1989 sin tener ni idea de lo que allí había sucedido.
“Oía pisadas en el piso de arriba y estaba deshabitado. No dormía nadie allí arriba. Veía mujeres vestidas como de los años 30 y en la puerta de casa se me aparecieron varios hombres”, contó Cassandra en una entrevista en televisión. Lo más curioso de todo es que Cassandra continúo viviendo en la casa.
“No supe del suicidio del amigo de Mark hasta que vino un día a la mansión a cenar. Invité a mucha gente y cuando llegó me dijo ‘que sepas que yo viví aquí en mi época de la universidad’ y después me contó el resto”, recordaba Peterson.
Exorcismos y un ahogamiento en la piscina
Cansada de gritar y asustarse en su vida profesional y después en su propio hogar, Cassandra recurrió a un sacerdote para intentar expulsar a los okupas de la casa. Pero claro, el más allá es revoltoso y nada se pudo hacer.
Aunque la gota que colmó el vaso fue enterarse de que una joven actriz se había ahogado en la piscina de la propiedad en la década de los 30. Una muerte que no pudo confirmar si fue verdad o solo un rumo vintage de la historia de Hollywood más oscuro, pero que hizo que pusiese la mansión a la venta.
“Le conté a Brad toda la historia de la casa cuando se interesó por ella. No le importó en absoluto y compró la mansión sin dudarlo”, recuerda Cassandra.
Con fantasmas o sin ellos, lo que está claro es que Brad ha hecho un negocio espeluznantemente redondo.
Vía Esquire Es