Una pequeña lectura de antecedentes sobre el hongo asesino ‘cordyceps’ de la vida real (o una conversación con el profesor de biología que ayudó a los desarrolladores del juego a retratarlo de manera realista) podría hacerte pensar que solo es cuestión tiempo hasta que el hongo infecte y, posteriormente, condene a la humanidad.
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Por: Laura Martín Pero, aunque todavía estamos (con suerte) muy, muy lejos del punto en que las esporas de cordyceps se apoderen de nuestros cuerpos y los usen para sus maléficos planes, está sucediendo ahora mismo en el mundo ficticio de The Last of Us. De hecho, en el episodio dos, comenzamos a descubrir qué pasó exactamente para que la raza humana llegara a ese infernal punto.
¿Quién fue el paciente cero en The Last Of Us y qué pasó?
Nada pasa por alto a los fanáticos con ojos de águila en Reddit, ya que un espectador notó varias claves en la introducción que levantaron las cejas: nadie estaba comiendo carbohidratos o granos. “Sarah no tiene harina para panqueques, así que hacen huevos. Rechazan las galletas. Joel sigue la dieta Atkins (similar a la dieta cetogénica sin carbohidratos). Sarah no come galletas por las pasas. Joel se olvida de comprar un pastel de cumpleaños. ¿Una exageración? Bueno, no del todo. El productor Craig Mazin reveló en un podcast que había muchas “migajas de pan” por descubrir en el episodio. A eso agrégale que el molino de harina más grande del mundo está en Yakarta, y la radio en el episodio uno, antes de la plaga, dijo que estaban estallando disturbios en la capital de Indonesia, y todas las señales estaban allí. El episodio dos comienza bastante agradable, antes de la pandemia, donde una mujer mayor, Ibu Ratna, está almorzando, cuando llega un policía para llevársela. Nos enteramos que es profesora de micología (el estudio de los hongos) y la llevan a un laboratorio para examinar una muestra. Ella confirma que es Ophiocordyceps unilateralis, pero quiere saber por qué se usó clorazol (un tinte que se usa comúnmente para identificar elementos fúngicos del cabello o las uñas humanas) para preparar el portaobjetos. Le dicen que es porque es de un humano, lo cual dice que es imposible, que los cordyceps no pueden sobrevivir en nuestros cuerpos. Excepto que luego la llevan a ver un cadáver. Con un traje para materiales peligrosos, examina el cadáver femenino y encuentra una mordedura humana en su pierna. Luego con unas pinzas saca unos tentáculitos de la boca del cadáver y, con toda razón, sale corriendo. Luego, el guardia le dice que 30 horas antes en una “fábrica de harina y granos en el lado oeste de la ciudad”, una mujer normal se volvió violenta y atacó a sus compañeros de trabajo y mordió a tres de ellos. Consiguieron encerrarla en un baño hasta que llegó la policía, pero ella trató de atacarlos y le dispararon. Sus colegas mordidos fueron luego ejecutados, pero la profesora señala sabiamente que la persona que la mordió todavía andaba suelta, al igual que otros 14 compañeros de trabajo. No hay vacuna ni medicina para curar el cordyceps, les dice la profesora. Solo hay una solución: bombardear toda la ciudad y a todos en ella.
¿En qué se diferencia esto del juego The Last Of Us?
El juego tiene una zona cero diferente para los hongos que ingresan a la cadena alimentaria, y tiene su sede en América del Sur. Cuando Joel y su hija Sarah viven en Austin, leemos una copia del Texas Herald con el titular: '¡Aumento de ingresos en los hospitales del área! Aumento del 300% debido a una misteriosa infección”. Otro artículo detalla: “La investigación de la Administración de Drogas y Alimentos de los cultivos potencialmente contaminados con moho continúa en todo el país. Las listas iniciales distribuidas a los vendedores en todo el país advertían contra los cultivos importados de América del Sur, pero ahora el alcance se ha ampliado para incluir Centroamérica y México. Varias empresas ya han retirado voluntariamente sus productos de los estantes”. Diferente país, mismo horrible resultado. Es suficiente para que quieras unirte a Joel en la dieta Atkins. Mira The Last of Us aquí.
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