Por más inteligente que se crea, el señor Elon Musk ha recurrido a la táctica por excelencia -despiadada y de extrema bajeza- para salvar a una compañía: el recorte de personal. De acuerdo a información de The Washington Post, el suyo consistirá en reducir al staff de Twitter en un 75%. Parece entonces que al billonario se le acabaron las ideas disruptivas, pero para nada las ganas de joder ni tampoco los berrinches.
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Por DAFNE RUIZ Si bien el despido es lo más trágico de su reciente adquisición, era algo que ya se veía venir a manos del niño genio berrinchudo que siempre ha sido. The Economic Times publicó una entrevista con su papá, Errol Musk, sobre cómo era su hijo de pequeño, a quien describió como un ‘señor chiquito’ que interactuaba con adultos, sin filtros (una vez hizo un horrible comentario sobre el suicidio del padre de uno de sus compañeros de escuela) y jugaba bromas. No ha cambiado mucho. El pasado 26 de octubre, muy cerca de cerrar el trato de compra de Twitter, Musk se presentó en los cuarteles de Twitter con un lavabo: “Entering Twitter HQ - let that sink in!” tuiteó con un video haciendo alarde de su entrada. No sé en qué mundo esa analogía podría parecer chistosa. Además de los productores de Saturday Night Live, ¿alguien encuentra al fundador de Tesla divertido? Presiento que si sus empleados se ríen es por compromiso o porque firmaron un contrato con esa absurda cláusula.
Entering Twitter HQ – let that sink in! pic.twitter.com/D68z4K2wq7
— Elon Musk (@elonmusk) October 26, 2022
Porque no hay nada peor que herir el ego de esos hombres que se sienten superiores. El auge del ‘Mean Boy’ está en su cumbre. Puede que la tendencia haya iniciado y cobrado fuerza con Donald Trump; en el último mes, Kanye West y ahora Elon Musk se han encargado de reafirmar el poder de los niños malcriados y crueles. Niños al final de cuentas por cómo se comportan. Se trata de una personalidad que combina al bully con aires de grandeza, pero que al ser tan visceral no puede evitar rayar en lo ridículo.
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Este trío es el típico que llevaría puesta la polémica sudadera de Ye; el que tacharía a todas las mujeres inteligentes de “frígidas” y el que le diría a medio mundo: “You can’t sit with us” (sí, muy a la Mean Girls, aunque no estoy segura de que los miércoles se coordinen para vestir de rosa). Si ofrecer la antes codiciada palomita azul a los “plebeyos” (como Elon les llama) por 8 dólares al mes y para que figuras públicas la conserven es lo más democrático según él, el pueblo tiene primero que comer y pagar Netflix. Los mean boys aman los rants, y el de Elon con Alexandra Ocasio-Cortez (AOC) es una joya. Luego de que la miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos (la misma que en 2019 le dio una tunda a Mark Zuckerberg -otro mean boy) expresara su opinión en contra sobre la patética estrategia -ruego- de Elon Musk, Ocasio-Cortez tuiteó “mis menciones y notificaciones convenientemente no aparecen, me informaron que parece que me metí debajo de la piel de cierto billonario”.
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AOC no fue la única que experimentó “problemas” con su cuenta. Page Six informó ayer que la de la ex de Elon Musk, Amber Heard, ha desaparecido. ¡Caput! No existe más. A pesar de que Musk declaró que no podría hacer nada para regresar la cuenta a su compadre Ye, que Amber -ahora escondida en un pueblo de Mallorca- pierda la suya es mucha coincidencia. Mejor démosle el beneficio de la duda y pensemos que Heard tuvo sus motivos para abandonar la red del pajarito por su voluntad. ¿Con un ex así, cómo no?
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El CEO de Twitter -o ‘Twitter Complaint Hotline Operator’, título que ha decidido poner en su cuenta- ha molestado tanto a la comunidad de su red social como al mismo gobierno ucraniano por apoyar las negociaciones con Rusia. Sus ganas de dominar no conocen límites porque está claro que no solo quiere ser un mean boy promedio sino todo un King Bee.
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