Umberto Eco se tomó mucho tiempo para analizar la fórmula oculta a simple vista de las historias de James Bond y el papel que juegan sus villanos en el Universo 007. Todos ellos siguen un patrón, según concluyó Eco en un ensayo sobre James Bond y su creador Ian Fleming.
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Por: Rafael Galán El esquema típico es el siguiente: Bond es enviado por su jefe M a un lugar determinado para evitar un plan maligno de un villano, siempre “un individuo monstruoso de origen turbio”. Al enfrentarse al villano, Bond conoce a una mujer, con la que establece una relación erótica interrumpida siempre por la captura del villano (de ella o de los dos) y por la tortura (de una o de ambos). El villano es invariablemente derrotado por Bond y muere siempre de forma horrible, directamente proporcional a sus crímenes. El propio Bond, después de descansar en brazos de ‘la mujer’, está destinado a perderla. Hay siempre una constante. Al contrario que Bond, los villanos parecen monstruosos. La “monstruosidad física” es un elemento constante en todos ellos (fíjate en la cara desfigurada del Safin de Rami Malek en la última entrega de James Bond), aunque es cierto que hay casos en los que la ‘monstruosidad’ es puramente mental. Eco destacó que también hay también una cualidad racial común a todos los villanos: “la mayoría tienden a ser de sangre mixta y sus orígenes son complejos y oscuros. Los villanos suelen nacer en una zona étnica que se extiende desde Europa Central hasta los países eslavos y la cuenca mediterránea”. Las características típicas de los villanos (“codicia elevada a la dignidad de la paranoia, vida de lujo excesivo, exceso físico y mental, perversión, deslealtad radical”) se oponen a las “cualidades sobrias” de James Bond, lo que da como resultado lo que Eco describe como “una dicotomía maniquea del bien y el mal”. Y todos ello, por cierto, son unos psicópatas de manual. ¿Y es Bond un villano, como algunas veces insisten sus némesis? ¿Otro psicópata encubierto en piel de cordero? En El hombre del revólver de oro, James Bond se sienta a cenar con Scaramanga. El personaje de Christopher Lee le dice a Bond que él (que es un asesino sin medias tintas) y James Bond son iguales. La única objeción que pone Bond es que cuando él mata, lo hace por orden de su gobierno y aquellos a los que mata son asesinos. Está claro que Bond tiene también un instinto asesino, una disposición psicológica para matar sin remordimientos. Ha matado a 597 personas a lo largo de 24 películas (no le sumamos todavía las de Sin tiempo para morir). Pero como explica M (Ralph Fiennes) a C (Andrew Scott) en Spectre, “a la hora de la verdad, nadie te dice lo que tienes que hacer, no hay datos que analizar, y una licencia para matar es una licencia también para no matar”. Bond no es un villano. Bond no es un psicópata. Y llegamos a nuestra lista de mejores villanos. No, no están todos. Vas a echar a algunos de menos. Hay, incluso, sonadas ausencias, como la del Blofeld de Christoph Walz o al Safin de Rami Malek, pero es que, bueno, es una lista de los mejores villanos, no un ranking de villanos de mejor a peor, que en esa sí que saldría, solo por delante del Blofeld de Charles Gray. También echarás de menos a Mr. Kidd y Mr. Kat, los escalofriantes asesinos de Los diamantes son eternos, pero es que ese juego velado que hacía la película hacia su sexualidad, nos impide meterlos en la lista, por muchas cosas buenas que tengan. Eso sí, ponemos la mano en el fuego por todos los villanos que salen aquí.
Red Grant (Robert Shaw, Desde Rusia con amor)
Red Grant es el mejor villano de la saga porque es el único villano Bond capaz de matar a 007. Aunque no fuera a 007 a quien mató, sí que acabó técnicamente con Sean Connery en una película de James Bond, solo que Connery no hacía de 007, sino de un esbirro que hacía de Bond. Pero los ojos nos engañaron durante unos segundos. Además, tienes que ser un gran villano para poder salir con una toallita en plan Gob Bluth (Will Arnett, en Arrested development, tú ya me entiendes) y ser terrible, implacable. Y, ojo, que no es el ‘malo’ oficial de la película, sino uno de sus sicarios. Pero, madre mía, qué sicario. Es normal que, al verle, a Steven Spielberg se le ocurriera ficharle para Tiburón. Y es cierto que no es perfecto. La razón por la que muchos no le consideran uno de los villanos de la saga es precisamente porque es un sicario, no una mente criminal. Con honrosas excepciones, todos los grandes villanos de Bond tienen minions que hacen el trabajo sucio (básicamente, fallar una y otra vez a la hora de matar a Jaaaaames). Y, sí, todos ellos comparten una característica común: no tienen suficiente capacidad intelectual como para convertirse en jefes. Pero Grant destaca sobre todo ellos de forma poderosa.
Blofeld (Donald Pleasence, Solo se vive dos veces)
Blofeld es el tipo que levantó la orgnanización Spectre (Ejecutivo Especial para Contraespionaje, Terrorismo, Venganza y Extorsión) de la nada (lo que no sabemos es si fue él el que le puso el nombre). Ya solo por eso se merece esta segunda posición en nuestra tabla. Donald Pleasence fue el primer y mejor de muchos Blofeld y creó el patrón del villano Bond en el imaginario colectivo, aunque haya habido una gran variedad de villanos que no llevaban el característico uniforme ni el emblemático minino. Cuando piensas en villano Bond piensas en un Blofeld con sus características, con su apariencia. La verdad es que Walz tenía el listón muy alto.
Francisco Scaramanga (Christopher Lee, El hombre del revolver de oro)
El asesino a sueldo del millón de dólares (bueno, de un millón de 1974, que hoy serían unos 5,6 millones con la inflación) es otra de las referencias villanescas imprescindibles de la saga. Nada que ver con Blofeld, Scaramanga es el villano autónomo de éxito de la saga de James Bond. Ese duelo entre caballeros es una de las escenas icónicas de la saga. Es uno de los mejores castings de toda la saga. Es increíble como este actor está presente en todas las sagas icónicas cinematográficas: Star Wars (es el conde Dooku), el Universo Bond, el Señor de los Anillos (donde interpreta a Saruman, aunque él, las cosas como son, quería hacer de Gandalf), por no hablar de que será Drácula por los siglos de los siglos.
Raoul Silva (Javier Bardem, Skyfall)
Es difícil equilibrar tradición (de villanos de Bond) y modernidad. Crear cinco décadas después de que arrancara la saga a un villano que siga ‘sabiendo’ a Bond, pero que se sienta actual, no es fácil. De hecho, hasta ahora, solo Bardem se puede llevar el mérito de haberlo conseguido (de las películas de Daniel Craig es el único villano que se salva... luego hablamos de Mads Mikkelsen). Bardem es capaz de jugar con el aspecto siniestro de su personaje, pero sin convertirle en caricatura. Cada año que pasa y cada villano Bond que le sigue solo confirma su capacidad para actualizar al villano Bond de la misma manera que Daniel Craig actualizó al propio 007.
Auric Goldfinger (Gert Fröbe, Goldfinger)
Goldfinger estuvo a punto de partir a Bond por la mitad, por no hablar de que a punto estuvo directamente de freírle los pormenores para el resto de la saga y convertirle en un agente allegro ma non troppo. Ahora en serio. Goldfinger tiene el mejor plan de la historia de los villanos. De momento no ha sido superado por ninguno de ellos. Goldfinger en lugar de robar las reservas de oro, tiene la genial idea de hacer el oro radioactivo para que nadie se pueda acercar en él en medio siglo y aumentar así su valor. Es el mejor plan y punto de todas las películas. Y para eso necesitas a una gran mente.
Oddjob (Harold Sataka, Goldfinger)
Si Oddjob se lo hubiera propuesto, habría podido ser un Scaramanga regordete y callado. El personaje al que da vida Harold Sataka tiene un gadget que supera a cualquiera de los que maneja Bond en toda la saga (vale, rivaliza con el maletín): su magnífico sombrero afilado. Se intentó repetir la jugada con los pulgares de Mr. Hinx (Dave Bautista) en Spectre, un cruce fallido (muy fallido) entre Oddjob y Tiburón, pero les salió el tiro por la culata de la Walther PPK. Oddjob solo hay uno.
Rosa Klebb (Lotte Lenya, Desde Rusia con amor)
A la Coronel Klebb le hace un flaco favor su apodo de número 3. Tiene jefes por encima, sí, pero se nota que quién manda de verdad es ella. Si no fuera por la presencia magnética de Grant, se llevaría todo el mérito villanesco de Desde Rusia con amor. Ella no es un minion más, ella sí que tiene cabeza para dirigir Spectre. Vaya que si la tiene si la dejaran. Y encima tiene una calidad de matriarca que hace a su personaje irresistiblemente hipnótico. Es el villano más Almodóvar (lo sentimos, Bardem) de toda la saga.
Max Zorin (Christopher Walken, En la mira de los asesinos)
En la mira de los asesinos tiene muy mala prensa, pero Max Zorin se merece más. Le pasa como a Duran Duran, que se ocupa del tema principal de la película: que, aunque compusieran la melodía del Mercadona, harían una obra memorable para la eternidad. Christopher Walken nos pone delante al prototipo de villano kitsh por antonomasia, total y absolutamente desquiciado. Bardem lleva este modelo a un siguiente nivel en Skyfall, pero la plantilla original de ese tipo de malo-Bond está sin lugar a dudas en Walken.
Emilio Largo (Adolfo Celi, Thunderball)
Es el más Fleming de todos los villanos Bond. Más que Blofeld y más que el mismísimo Doctor No. Es la quintaesencia del villano mediterráneo. Tiene aspecto de empresario inmobiliario pre-burbuja bronceado con la calidez y bonachonería de tu vecino de al lado.
Hugo Drax (Michael Lonsdale, Moonraker)
El único problema con Hugo Drax es que no tiene suficiente tiempo en pantalla. Es el gran villano visionario. Quiere acabar con la raza humana para sustituirla por una raza perfecta diseñada por él. Y mientras tanto, con su acentito, él solo quiere la muerte más divertida para Bond. Gracias, Drax, de corazón.
Quijadas (Richard Kiel, La espía que me amo y Moonraker)
Pegadito a Drax tiene que ir siempre Quijadas y su mandibulón. No habla, ni falta que le hace. Es un personaje exagerado, excesivo, comiquero, pero, oye, es imposible desligarlo de nuestro palacio de la memoria bondiano. Además, gustó tanto que repitió. O, mejor dicho, sobrevivió para repetir.
Mr. Big - Buonaparte Ignace Gallia (Yaphet Kotto, Vive y deja morir)
También conocido como Doctor Kananga. Solo quiere dinero. Y su plan es perverso para conseguirlo: en el fondo es el que menos consideración tiene por las vidas humanas (aunque sea uno de los villanos Bond que opera a menor escala). No nos negarás que tiene, sin lugar a dudas, la muerte más satisfactoria de un villano Bond. Eso sí, está un poco inflada...
Franz Sánchez (Robert Davi, Licencia para matar)
La de Franz Sánchez es la segunda muerte más satisfactoria de un villano Bond. Es la perfecta venganza para recordar a Félix y Della. Nadie mejor que Robert Davi para encarnar a un rey del narcotráfico colombiano. Este villano es lo mejor que nos podían ofrecer los villanos unidimensionales de los años 80. Es todo un género interpretativo, y Davi está entre los mejores.
Doctor No (Joseph Wiseman, 007 contra el Doctor No)
Ya, lo sé. Te he decepcionado al no meterle el primero. Joseph Wiseman es un magnífico Doctor No, es el primer villano cinematográfico, pero este es el lugar que debe ocupar en una lista de mejores (recuerda, no es de mejor a peor, sino de mejor a menos mejor, que no es lo mismo). Parece mentira que solo salga veinte minutos en la película, pero así es. Sin saberlo, recaía sobre él todo el peso de una franquicia que nada tenía que ver con películas de serie B, sino con blockbusters de acción y espionaje con pocos giros de guión.
Le Chiffre (Mads Mikkelsen, Casino Royale)
No vamos a negar que el 50% del mérito de la resurrección del personaje de Bond recae en las espaldas de Mikkelsen (el otro 50%, en Daniel Craig). Que sí, que Mads Mikkelsen hace grandes villanos, pero si te fijas es Mads Mikkelsen haciendo de villano de Mads Mikkelsen. Vemos a Mads Mikkelsen no a su personaje. Si no sufres este síndrome que tenemos nosotros de sinécdoque actoral, seguro que su Le Chiffre sube enteros. El día que se nos quite la tontería, actualizamos el artículo.
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