Keanu Reeves nunca deja de impresionar. El actor de Neo, de Matrix; del Jonathan Harker del Drácula de Francis Ford Coppola, de John Wick, de Punto de Quiebre —no hace falta seguir, ¿no?—, es una auténtica caja de sorpresas. Además de conducir su carrera interpretativa con una libertad y una indiferencia envidiables, con el tiempo hemos ido descubriendo que Reeves también tiene varios negocios con poco que ver con el mundo de Hollywood, que lleva 30 años casado con Winona Ryder… Y la última deliciosa rareza del actor con la que nos hemos topado no se queda lejos: Reeves incluye una cláusula intocable en todos sus contratos. Jamás adivinarías lo que regula.
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Por: Antonio Rivera A pesar de ser un violento e impertérrito héroe de acción, Keanu Reeves tiene terror a una cosa: los deepfakes. Sí, esa tecnología de edición de imagen digital que permite, entre otras cosas, modificar, rejuvenecer o intercambiar las caras de las personas que aparecen en una pantalla. A Reeves le dan miedo, en concreto, los efectos negativos que las herramientas de este tipo puedan tener sobre la profesión actoral. Por eso, en los contratos de todas y cada una de las películas en las que aparece, blinda una condición: está terminantemente prohibido manipular digitalmente sus interpretaciones. Así lo ha revelado el actor en una entrevista con Wired, mientras promocionaba el próximo estreno de John Wick 4. “No me importa si alguien me quita un parpadeo en el proceso de edición, pero hace tiempo, en los primeros 2000, o puede que en los 90, me cambiaron una actuación”, recuerda Keanu Reeves. “Me añadieron una lágrima en la cara, y fue como: Ya ni hace falta que yo esté aquí”. “Lo frustrante de esto es que perdemos nuestra agencia. Cuando actúas en una película, sabes que te van a editar, pero estás participando de ello. Si entras en el terreno de los deepfakes, ya no tiene nada que ver con tus puntos de vista. Eso da miedo”, lamenta Reeves. “Va a ser interesante ver cómo los humanos lidian con estas tecnologías. Están teniendo importantes efectos culturales, sociológicos, para el estudio de la especie. Hay muchos datos sobre el comportamiento ahora”. Estos miedos no salen de ninguna parte. Por lo visto, el actor de Matrix tuvo una revelación mientras discutía con un adolescente de 15 años sobre la película de las hermanas Wachowski que consagró su estrellato en 1999. Neo, le contaba Keanu al quinceañero, lucha por lo que es real. Sin embargo, la respuesta del joven lo descuadró: ¿A quién le importa qué es real y qué no? “Hay gente que está creciendo con estas herramientas”, explica Reeves. “Escuchamos música hecha por inteligencias artificales al estilo de Nirvana, hay arte digital y NFT… Todo es como: Mira lo que las máquinas cuquis pueden hacer. Pero hay una corporatocracia detrás de todo esto que quiere controlar las cosas. Cultural y socialmente, nos vamos a ver enfrentados al valor, o al no valor, de lo real. Y entonces, ¿qué?”. Keanu Reeves, que estrena en cines su cuarto papel en la piel del asesino John Wick el 23 de marzo, nunca había sonado tan deprimente. “Es espectáculo. Un sistema de control y manipulación. Estamos de rodillas, mirando a los muros de la caverna y viendo las sombras proyectadas, pero no somos capaces de ver lo que hay detrás de nosotros”.
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