Quentin Tarantino también es un gran director político

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La reciente polémica desatada por las críticas de Quentin Tarantino a las películas inspiradas en los comics ha generado múltiples reacciones, sobre todo la de Simu Liu, protagonista de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, que acusó al director estadounidense de pertenecer a un universo artístico viejo y no lo suficientemente comprometido políticamente.


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Por: Giulio Zopello La realidad sin embargo es diferente. Tarantino ha demostrado que no sólo sabe entretener de una manera única, sino también tratar temas increíblemente sensibles y actuales. Hablamos principalmente de Jackie Brown, Django Unchained y The Hateful Eight, películas aparentemente muy diferentes, pero en realidad profundamente conectadas al darnos una mirada directa a la realidad histórica de la sociedad estadounidense, en particular del racismo. Porque en las tres Tarantino se midió con la esclavitud, la segregación racial, la injusticia social, haciéndolas destacar de manera brillante con sus personajes, a medida que se desarrollaba la historia, sin que nadie se diera cuenta.

Jackie Brown, el homenaje de Tarantino al cine blaxploitation

Jackie Brown fue el gran homenaje de Tarantino al blaxploitation, a todo un conjunto de películas estrenadas en los años 70 que tenían a la comunidad afroamericana como punto de referencia en el mercado. Lo hicieron abordando todo tipo de géneros, pero en particular la acción, el crimen, la novela policiaca, para luego pasar a la comedia y el western, a menudo mezclándolos. Jackie Brown la revivió especialmente a ella, Pam Grier, sex symbol y actriz tótem de ese período creativo, con películas como Women in Chains, Coffy y Foxy Brown. Y aquí estamos recordando a Jackie, esa azafata obligada a llegar a fin de mes al servicio de un despiadado mafioso. En la mira de la policía, con la posibilidad concreta de ser asesinada por su jefe, comprende que solo tiene una posibilidad: ser realmente una criminal. Llena de un humor simplemente magnífico, enriquecida por un elenco sensacional que incluye a Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Michael Keaton, Bridget Fonda y Chris Tucker, Jackie Brown fue lanzada mientras Estados Unidos era sacudido por disturbios, con la gente de los guetos reclamando su autodeterminación. Fue la primera película en la que Tarantino habló abiertamente sobre lo que significa ser negro en Estados Unidos. Todos los afroamericanos de la película son delincuentes o están en prisión, como si hubiera una especie de apartheid oculto y al mismo tiempo abierto, por lo que no pueden mejorar su situación social y económica excepto ilegalmente. Los policías son blancos, racistas, siempre en equilibrio entre la corrupción y la complicidad, no persiguen el bien de la comunidad sino simplemente el suyo propio y el sistema judicial ve reducidas a las minorías a números, además, el concepto de igualdad está totalmente ausente.

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Django Unchained, Tarantino sobre la esclavitud

Los orígenes de esta situación los mostró Tarantino en su Django Unchained, básicamente su película más políticamente abierta. Siguiendo los pasos de Jamie Foxx y Christoph Waltz, nos adentramos en el sur de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Detrás de la máscara del western grotesco y la película de venganza, Django Unchained fue en realidad una de las películas más importantes sobre la esclavitud. Nos mostró un corte transversal histórico de esos años, del terror infligido a los negros encadenados por torturadores blancos que podían disponer de ellos a su antojo. Muy interesante fue el hecho de que Tarantino superpusiera nuestra mirada y nuestro conocimiento a la de los personajes, en particular al Doctor Schultz, en una especie de viaje dedicado al aprendizaje. En escenas como la lucha a muerte entre los dos mandingos, en la matanza de D’Artagnan por los perros, Tarantino nos ilustra sobre la crueldad como forma de vida, donde reinaba la llamada aristocracia americana. Aquí Tarantino citó películas atípicas como Mandingo, Goodbye Uncle Tom, Free to Die y la polémica The Birth of a Nation. El conjunto fue aún más poderoso que 12 Years a Slave o la reciente Emancipación, porque nos tomó por sorpresa, con una violencia que ya no era grotesca sino que poco a poco se hacía realista e inquietante. El Mister Candy de Leonardo DiCaprio deambula como una caricatura de esa violencia, pero el villano real y más peligroso es el Stephen de un grandísimo Samuel L. Jackson, el “negro de la casa”, una criatura híbrida con la que parece colaborar con los blancos en detrimento de otros negros. Mírala aquí.

The Hateful Eight, la Guerra Civil y el racismo según Tarantino

The Hateful Eight es un tipo de spaghetti western en la que el racismo juega un papel preponderante, junto con el recuerdo de la Guerra Civil. En esa película, el Major Warren (Samuel L. Jackson otra vez), Chris Mannix (Walter Goggins) y el ex-general sureño Smithers (Bruce Dern), se encuentran y terminan dividiéndose por los recuerdos de la guerra y sobre todo por el racismo. Warren odia a los sureños de una manera casi patológica. Es un ex soldado de la Unión con precio por su cabeza, pero él mismo es un racista hacia los mexicanos. Los otros dos no tienen reparos en considerar a cada persona negra como una amenaza para el “orden natural de las cosas”, una criatura inferior a la que hay que odiar. El racismo, parece explicarnos Tarantino, ha sido parte de un sistema cultural, social y económico que perduró durante siglos, y llevará siglos erradicarlo. En los EU, después de la guerra, sobrevivió en otras formas. Así es como podemos enmarcar las banderas confederadas que reaparecieron durante la presidencia de Trump y luego en el asalto al Capitolio de una manera totalmente diferente: la revancha de un culto a la opresión que vive en ese lugar, entre esos hombres, en ese microcosmos y nunca negado. Para rematar la ironía, Warren y Mannix se habrían hecho amigos poco antes de su muerte, gracias a la melancolía por los recuerdos de la Guerra y unidos por su gran pasión: matar. Mírala aquí. Django Unchained, The Hateful Eight y Jackie Brown, con todas sus diferencias, siguen siendo la prueba definitiva de lo políticamente comprometido que es Tarantino como cineasta. Ha sido mucho más original y valiente que mucha de la cinematografía moderna, incapaz de mostrarnos la realidad de una manera tan sofisticada e inteligente, tan verdadera y cruda. Como gran conocedor e innovador del cine; se movía sigilosamente hablándonos de las contradicciones de un país enmascarándolas en el formato de los diversos géneros cinematográficos revisitados. Lo hizo desmarcándose en estilo y características de cualquier otra película sobre el tema; como las recientes The Woman King o The Harder They Fall, incapaces de ofrecernos algo que no se haya visto y oído ya mil veces. Además, se trata de productos perfectamente representativos del que podría ser considerado el período más hipócrita y mediocre de la cinematografía americana. Lo cierto es que Tarantino no, nunca solo ha hecho entretenimiento, sino que se ha fijado en la violencia y sus consecuencias, en lo que nos revela sobre una sociedad y sus grietas más profundas.

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