En entrevista con Esquire Latinoamérica, el cineasta Sebastián Silva aborda su interés por la muerte, exponerse en pantalla y las intenciones detrás de su nueva película ‘Rotting in the Sun’.
Sebastián Silva está pensando en morir. Específicamente, está pensando en terminar con su vida. Después de leer un artículo arrojado fácilmente por el algortimo de Google, el artista chileno comienza a hacerse una idea de lo que va a hacer y cómo va a hacerlo. Así, con una escena sencilla filmada a la mitad de la plaza Río de Janeiro en la colonia Roma de la Ciudad de México, inicia el recorrido hacia la muerte de Silva, el protagonista de Rotting in the Sun, la más reciente película del cineasta chileno Sebastián Silva.
A lo largo de la cinta, presentada en el Festival de Sundance y estrenada recientemente en la plataforma de streaming Mubi, el director sigue a su personaje a través de un relato existencialista que, en determinado punto, se convierte en una jugosa historia que avanza sin miramientos para criticar la gentrificación, los sistemas de clases sociales y los niveles de consumo que nos mantienen, como indica el título de la película, pudriéndonos bajo el sol. Para hacerlo, el propio Silva se expone en un juego donde una versión ficticia de sí mismo lo confronta con uno de sus más grandes intereses: la muerte.
“El tema del suicidio y la muerte siempre han estado muy presentes en mi vida. No necesariamente porque me quiero matar, aunque si he tenido deseos de morir. No sé si porque me cansa la vida o porque me interesa mucho”, cuenta Silva en entrevista exclusiva con Esquire Latinoamérica. “Desde mi adolescencia he tenido una tendencia hacia lo psicodélico y los estados alterados de conciencia... y siento que la muerte es el estado de conciencia definitivo”.
Con la muerte en mente, Sebastián –el personaje de ficción– se va de viaje a Zicatela, donde conoce a un desobligado influencer (Jordan Firstman, tanto en la ficción como en la realidad) que, de una u otra forma, le da esa razón que necesitaba para vivir, o al menos para poner en pausa sus planes mortales. Minutos más tarde, el guion de la cinta ofrece un interesante giro que pone todo de cabeza. “Todo el problema existencial de vivir o morir y del suicidio se acaba cuando el problema es ahora concreto y no solamente una idea de tedio”, señala el cineasta de 44 años.
Artista burgués, deprimido, privilegiado e insufrible
Si bien, Sebastian Silva ya había abordado estos temas en trabajos anteriores –incluyendo su primera película La vida me mata–, esta es la primera vez que lo hace en su propia piel, interpretando “una de las millones de otras caras” que tiene.
“Eso que dicen que ‘la gente no cambia’ es un poco verdad. Es como que la gente evoluciona, muta en sus propias temáticas o explora diferentes aspectos de los mismos temas. En este caso fue especialmente vulnerable porque el personaje se llama Sebastián Silva, hace lo que yo hago, vive donde yo vivo y tiene el perro que yo tengo. Las líneas se vuelven un poco borrosas entre ficción y realidad, pero es justo decir que sí es una versión de Sebastián Silva y no soy yo completamente. A pesar de que puedo tener momentos oscuros o en donde yo cuestione el suicidio, lea poesía existencial o tenga un episodio depresivo, tengo millones de otras caras; desde un tío tierno hasta un profesional responsable. Puedo ser miles de cosas y en esta película soy un poco el artista burgués, deprimido, privilegiado, insufrible; pero no soy solo eso”, asegura.
Sebastián no es el único que toma el riesgo de ofrecer una cara poco conocida en Rotting in the Sun. Jordan Firstman, conocido por su rol como influencer pese a su larga trayectoria en televisión, también interpreta una versión de sí mismo que lo expone como un sujeto molesto y sumamente sexual. “Fue muy valiente porque está haciendo una versión de él mismo que es muy cercana. De nuevo, es solo una parte de él, porque tiene millones de otras facetas. Él se atrevió a prestarnos toda su persona pública y tambien su cuerpo”, cuenta.
“La verdad es que no fue fácil trabajar con Jordan por lo mismo, porque él estaba arriesgando mucho. Había una inseguridad con respecto a lo que yo le iba a pedir que hiciera, pero creo que sí se logró hacer lo que teníamos que hacer. Tuvimos nuestras diferencias en el set, pero terminamos siendo muy buenos amigos. Ahora somos vecinos en Los Ángeles y conversamos cada semana. Seguramente trabajaremos juntos de nuevo”.
Una película bastante política disfrazada de una comedia casi sexual
Por supuesto, la muerte no es el único tema que aborda Silva en su película. De hecho, la trama está cubierta de temas que atraen e interesan al chileno desde hace años. Todos ellos sobresalen por encima de las escenas sexuales –que tiene bastantes– o los giros que convierten en una delicia a la historia.
“Para mí, esos son un poco el frosting del pastel. La película efectivamente es bastante existencialista al cuestionarse la razón de mantenerse con vida, pero también habla del aberrante capitalismo y cómo sufren las personas menos afortunadas, los sistemas de clase tan brutales que hay en México. Creo que es una película política disfrazada de una comedia casi sexual de alguna forma. Está diseñada para gente que puede ver la película como una especie de carta abierta que habla de los lugares existenciales a los que hemos llegado por nuestros niveles de consumismo, de vanidad”. Es en ese punto donde los personajes de Firstman y la “señora Vero” interpretada por la gran actriz chilena Catalina Saavedra toman especial relevancia.
Una vez presentada la película, Sebastián puede alejarse del homónimo que proyecta la pantalla. Pero, hay algo que se quedó en él. Una chispa que de la realidad pasó a la ficción para después regresar con más fuerza a la realidad. “Ahora estoy principalmente dedicado a la pintura y me gusta, creo que voy a mantenerlo por un tiempo”, confiesa al recordar una de las pasiones de su personaje en el filme. “No tengo intereses cinematográficos ni de televisión, estoy principalmente desarrollando mis habilidades de pintor”.