Platicamos con Franco Noriega, el chef peruano multifacético que lo quiere todo y quien nos dice cómo fue que pasó de modelo de pasarelas a chef de prestigio mundial.
Por Paulina Reyes
Emprendedor, hiperactivo, modelo, actor, nadador y chef, así es Franco Noriega, quien a sus 33 años de edad ha desempeñado diversas habilidades en distintos campos, pero ninguno lo ha enamorado tanto como la gastronomía. A los 18 años conoció en Nueva York a uno de los fotógrafos más reconocidos del mundo de la moda, Mario Testino, quien tras tomarle unas fotos le cambió la vida. “Mario Testino me descubrió siendo muy joven. Me tomó una foto y al día siguiente ya estaba volando para hacer la nueva campaña de Dolce&Gabbana”, comenta.
“Después de esa experiencia, todas las agencias de modelaje en Nueva York me querían firmar. Las mismas agencias que meses antes me habían rechazado por no tener el estilo que ellos buscaban”. “Entendí lo subjetivo que es el concepto de la belleza en la industria de la moda. Y que un no se puede transformar en el futuro en un sí”, recuerda. Tras pasar algunos años en el mundo del modelaje, Franco optó por explorar nuevas oportunidades y fue entonces que decidió incursionar en la gastronomía.
El amor de Franco Noriega por los fogones
Su amor por la cocina comenzó desde casa, cuando al viajar junto a sus padres descubrió nuevos sabores y culturas; aunado a eso, confiesa que su nana Delfina le “enseñó la gracia y excelencia de la cocina tradicional”. Pronto descubrió que quería tener sus propios restaurantes y, en 2015, decidió ingresar al International Culinary Center en Nueva York para prepararse en esta área de su vida. Un año después, y gracias al boom de los YouTubers, Franco rompió la internet cuando comenzó a llamar la atención por los videos que subía a su canal y en redes sociales, donde aparecía sin camisa cocinando comida saludable. Pronto fue nombrado como “El chef más sexy del mundo”, un título que, nos confiesa, le incomoda ya que no le gustan las etiquetas. “Te voy a confesar algo que nunca he dicho. Me incomoda que me etiqueten solo como ‘El chef más hot del mundo’, porque sólo se valida a alguien por como luces, o por un video que hiciste en YouTube”, señala. “Pareciera que le quitaran valor o curiosidad a todo el esfuerzo extra que me ha implicado cumplir mis proyectos, junto a mi equipo”. “Imagina que te cita el periodista más importante del mundo, y tienes mucho qué decir, y al final solo les interesa que te quites la camisa”, expresó.
Baby Brasa, su sueño hecho realidad en Nueva York y Brasil
Para él, la cocina es su pasión y desea seguir construyendo sus sueños, por ello lanzó su restaurante Baby Brasa, ubicado en Nueva York y que ya cuenta con una sucursal en Brasil.
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“Baby Brasa es mucho más que un restaurante. Es una marca que engloba experiencias alrededor del mundo”, dice. Pero desea ir por más, así que entre los sueños que le faltan por cumplir está el abrir “un restaurante en México; otro Beach Club en Tulum y, en el futuro no tan lejano, una cadena de hoteles”, asegura.
La inspiración que ha sido clave en su experiencia gastronómica
Franco Noriega nos revela que entre los chefs que ha tenido como referentes en su carrera gastronómica, están Gastón Acurio y Virgilio Martínez, los dos peruanos rankeados entre la lista de los 100 mejores chefs del mundo. “Ellos son una inspiración”, reconoce. Además de los sabores y el poder crear nuevas experiencias culinarias, para el chef una de las cosas que más disfruta de su carrera es ver felices a los comensales tras un arduo trabajo en equipo. “Esta es la industria de la amabilidad y servicio. Ver a las personas felices gracias a todo un esfuerzo en equipo, es invaluable y lo que más disfruto”, señala orgulloso. “Por ejemplo, la cena que tendré en colaboración con Matías Gallegillo para el Día de San Valentín en 25DOS de W Mexico City, es un reflejo del trabajo en equipo y de las ganas de hacer felices a los comensales”, compartió.
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Y aunque muchos han sufrido por la pandemia, para Franco Noriega no fue mas que una oportunidad de quitarse el miedo y enfrentar el reto. “Fue una gran oportunidad. Cuando sientes que tienes todo por ganar y nada más que perder, dejas de tener miedo. Y nos arriesgamos a experimentar en muchas otras líneas. Todo con la intención de no desaparecer. Esto nos llevó a diversificarnos. ¡Y funcionó!”, finalizó. Sigue leyendo...
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