Bill Skarsgard y yo hemos caminado sin rumbo durante una hora y 47 minutos alrededor de Central Park en una mañana inusual de abril en Nueva York. Cruzando puentes, alrededor de los campos de basquetbol, pasando el anfiteatro y a través de un santuario lleno de naturaleza. Dos veces.
¿Sabes cómo llegar al castillo Belvedere?
Ahora repentinamente estamos frente a una mujer de pelo castaño en ropa deportiva que nos mira con gran expectativa. Sin embargo, ninguno de nosotros tiene la idea de cómo llegar al castillo Belvedere, un ícono de Central Park y ex torre de vigilancia que se completó en 1872 y fue diseñada con un estilo miniatura de un castillo.
Skarsgard se queda congelado, dejando que yo me disculpe con nuestra compañera de parque por no saber las indicaciones para llegar. Se apresura a darnos instrucciones sin darse cuenta de a quién acaba de conocer. Es la primera vez que hemos interactuado con una de las cientas personas que nos hemos cruzado. Y aunque hay un cumplido inherente en que te pidan direcciones en Manhattan –¿a quién no le gusta que lo confundan con un neoyorquino?– Skarsgard se siente aliviado de que no era una fanática.
Llovió toda la mañana y todavía había muchas nubes en gran parte de la ciudad, lo cual ocasionaba que tuviéramos mucho aire caliente. El clima grisáceo de alguna manera se siente apropiado para los próximos filmes del actor de 33 años. En agosto, participará en la segunda adaptación más sexy y atrevida en “The Crow”, una de las películas más anticipadas. Y en Navidad, clavará sus colmillos con su interpretación del famoso monstruo cinematográfico, el Conde Orlok, en Nosferatu. Las caminatas en el parque sin personas interrumpiendo podrían convertirse en cosa del pasado. “Espero que no”, responde Skarsgard.
Nació y creció en Estocolmo, y durante mucho tiempo, Skarsgard ha viajado a Nueva York, pero esta es su primera visita en cinco años. Primero alcanzó el éxito en su país natal en la preparatoria y después se dirigió a Hollywood, pasó de un set de película a otro y de un programa de televisión a otro antes de sentar cabeza de nuevo en Estocolmo. En el camino, ha construido uno de los catálogos más curiosos y envidiables que cualquier actor de su edad desearía tener.
De la misma manera en que desaparece entre los alrededores de Manhattan, hace lo mismo con sus personajes, desde un payaso demoníaco (Pennywise, en la serie de terror It) hasta un ladrón francés (el marqués en John wick: Chapter 4) y finalmente pasando por un veterano profundamente dañado de la Segunda Guerra Mundial (Willard Russell en The Devil All the Time, de Antonio Campos). Usando un set en conjunto azul marino con entalle suelto (pero estructurado), un suéter a medio subir, y una chamarra con incluso más estructura y tenis negros, es un camaleón absoluto a pesar de medir 1.90 y tener ojos verdes penetrantes.
Pero no sólo sorprende su habilidad de transformarse; es su deseo de interpretar estos personajes. Con defectos incrustados y ocasionalmente incluso desagradables, no son los papeles que por lo general convierten a un actor en una estrella de cine. Pero está bien porque Skarsgard está en busca de algo más.
Seguramente sabes su nombre: Skarsgard
Lo conoces desde que su padre, Stellan, llegó a los Estados Unidos hace casi 30 años, a medio de su carrera internacional que contiene más de 100 proyectos -Good Will Hunting, Mamma Mia! y Dune, entre otros- y ha ganado un Golden Globe, así como muchos otros premios europeos de actuación. También desde que su hermano mayor, Alexander, llegó a la escena cinematográfica en la candente fantasía vampiresca de Eric Northman en HBO, True Blood. Y desde que su otro hermano, Gustaf, se convirtió en la estrella del show estelar del History Channel, Vikings.
Bill es el cuarto de los seis hijos de Stellan y My Skarsgard. Cinco hombres y una mujer. (Tiene dos medios hermanos más jóvenes del lado de su papá que se casó con Megan Everett-Skarsgard). El hogar de la familia –un departamento en Södermalm, una isla al sur de Estocolmo, está un piso debajo del de sus primos y enfrente de sus abuelos– era muy ruidoso y concurrido. “Todo el tiempo había gente corriendo, dejando las puertas abiertas, y subiendo y bajando”, cuenta.
Pero no eran solo los Skarsgard quienes se reunían para cenar. “Todos, en nuestros respectivos grupos, solíamos traer amigos a cenar a casa”, dice Bill. No es algo típico en Suecia. “Las únicas familias con las que me relacionaba bien eran de mis amigos inmigrantes del Medio Este”.
Cuando Stellan conseguía trabajo como actor, tanto él como My se mudaban al set, con todos sus hijos. Los Ángeles, Canadá, el sur de Asia –hasta antes de llegar a la preparatoria, todos usualmente seguían a la familia–. My, doctora de profesión, educaba a sus hijos mientras Stellan trabajaba. El choque de culturas era emocionante.
Para cuando nació Bill, Alexander y Gustaf, de 14 y 10 años, ya habían conseguido sus primeros papeles en la pantalla. Aunque Bill confiesa que el hecho de que sus hermanos siguieran esta profesión, solamente complicó su decisión, no la hizo más sencilla. “Cuando era un adolescente, no me gustaba la idea de ser el número 4”. Probó otras cosas, pero nada funcionaba. Y aunque tenía sus dudas, los directores y agencias de casting no. “El siguiente Skarsgard” es una frase que tiene su propio atractivo, y uno a uno, películas y shows de televisión fueron despertando su curiosidad y se presentaron sus propias oportunidades. “Pensé: ‘Bueno, tal vez no quiero ser actor, pero quiero hacer esta película en específico’”.
Sus preocupaciones acerca de las constantes comparaciones no estaban completamente alejadas de la realidad. Al recordar encabezados y reseñas que seguían sus primeros proyectos, dice: “Dos tercios de todos los artículos ponías cosas como, ‘Aquí vamos de nuevo….’”
Al finalizar la preparatoria, Skarsgard fue seleccionado para la película Behind Blue Skies, y después consiguió otros dos proyectos que debutarían con un año de diferencia. Si eso suena como el sueño de cualquier joven actor, lo más probable es que no seas de Suecia. Solo se realizan una docena de películas al año en el país escandinavo, y al poco tiempo Skarsgard estaba sobreexpuesto.
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