2021: El año de C. Tangana. «El madrileño es un disco que evita los prejuicios»

C. Tangana

Un músico que sabe qué quiere decir y a quién quiere decirlo; así lo confirma con El madrileño, su más reciente disco. Porque le gusta ganar y sabe cómo hacerlo, no esconde vulnerabilidades y es capaz de convertirlas en fortalezas, como los empresarios exitosos. Es el primer español en entrar a las listas globales el día del estreno. En exclusiva con Esquire México nos habla sobre su música y declaración de estilo.

Por Déborah Uranga

C. Tangana tiene 30 años, pero no es ningún improvisado. Es el personaje artístico creado por Antón Álvarez Alfaro, “Pucho”, como le dicen sus amigos cercanos, un chico que nació en Madrid dentro de una familia de clase media, que asistió a un colegio católico, estudió Filosofía y Letras y se considera, principalmente, un artista, aunque —para ganarse la vida— haya recurrido a ser emprendedor, publicista (y hasta mentiroso). Hace música desde hace 15 años. Solo necesitó un buen micrófono, una tarjeta de sonido y una computadora en un estudio improvisado en el sótano de una tienda de regalos, propiedad de la madre de un amigo suyo. Pero crear al artista —concepto creativo e imagen estética— sí requirió de toda su atención, tiempo, recursos y energía. Como buen visionario, tiene un equipo que le acompaña en cada decisión que toma: Kigo, su mánager; Alizzz, el productor barcelonés que ha construido el puente entre la vanguardia y el pop pegajoso que todos los chicos quieren escuchar; y Santos Bacana, director de sus videos y su socio fundador del colectivo Little España, con sede en Los Ángeles, encargados de todo lo visual relacionado a C. Tangana (incluidos los óleos de Iván Floro, que aparecen en la portada del disco y en varios de videos). El fenómeno de El madrileño se ha convertido en el debut más exitoso de un disco español en Spotify. Lo “stremearon” más de cinco millones de usuarios en las primeras 24 horas (tan solo 300,000 menos que cuando se estrenó el de Bad Bunny). El sencillo Demasiadas mujeres lleva más de 118 millones de reproducciones. Tal vez también tiene que ver su lista de colaboradores, que van desde leyendas clásicas (Gipsy Kings o Eliades Ochoa) hasta talentos emergentes (Ed Maverick) que experimentan creativamente, pasando por grandes íconos de la alternativa ( Jorge Drexler y Andrés Calamaro). O tal vez sea la combinación de tradición y vanguardia de las melodías con letras frontales y contundentes que hacen sentido y relatan lo que C. Tangana llama “una novela de mil páginas”.

ESQUIRE: EL 2020 NOS HA CAMBIADO LA VIDA A TODOS, PERO EN EL 2021 EL MADRILEÑO LLEGA A SACUDIRNOS MUSICALMENTE, ¿DE DÓNDE SURGE EL CONCEPTO DE ESTA PRODUCCIÓN?

C. TANGANA: Este disco inició hace dos años con “Un veneno” [track en colaboración con José Feliciano y Niño de Elche], canción que me abrió las vías para hacer música orgánica. El madrileño surge de las ganas de escalar mi carrera a un nivel más y de mi deseo de no dejarme llevar por la corriente de la música urbana, del pop latino y una escena que dejó de satisfacerme creativamente. Surge de la necesidad de llegar a una edad madura con un proyecto más acorde a lo que quiero ser.

ESQ. ¿Y EL RESULTADO ES LO QUE BUSCABAS QUE FUERA EL ÁLBUM?

C. TANGANA: Más o menos. Los discos nunca se terminan del todo. Uno toma la decisión de sacarlos para no estropearlos más, pero siempre se podrían cambiar cosas. Estoy contento con lo que quedó; es un cambio fundamental en mi carrera que necesitaba y es un disco bonito y emocional, que sí era lo que quería.

C.T. Soy bastante dictador con la música y me cuesta que otros tomen decisiones por mí. No tengo un equipo creativo que me diga qué hacer en el estudio, pero sí escucho propuestas. La mayoría de los músicos y artistas que colaboran son personas a quienes admiro y me les he acercado porque he querido llevar las canciones lo más lejos posible. El criterio era que fueran leyendas que pudiesen representar y llevar canciones con una vena más tradicional a un siguiente nivel. Porque, como cantante, o instrumentista, no puedo escalar las canciones al nivel que, como compositor, buscaba. Mostrar respeto a las composiciones significaba darles los mejores recursos disponibles, como la producción de Alizzz; pero, definitivamente, mi voz sola no lograba elevarlas al nivel máximo. Elegí leyendas y jóvenes capaces de reivindicar la música desde la raíz y lo alternativo, fuera de convencionalismos y que le saben hablar a un público gigante.

C.T. Tenía muy claro que no deseaba un disco nostálgico ni de reminiscencias. Quise hacer uno vanguardista y, en ese sentido, la producción, las letras y el concepto visual han ayudado a que El madrileño sea muy emocional y llega en un momento de vida en el que el discurso frívolo pierde peso. El mundo nos ha dado un golpe en la cara y ahora le damos más importancia a lo sentimental. La honestidad con la que hablo de lo romántico, aunque el romanticismo esté totalmente pasado de moda, es actual. Tal vez este disco siempre recordará a una época oscura de 2020, pero con cariño... eso espero.

C.T. Actualmente el streetwear se ha convertido en una broma, en una parodia de sí mismo. Me parece una horterada [cuando presumes de elegancia o modernidad y no la tienes] todo lo que están haciendo en el mundo del lujo y la moda urbana. Se gastan un dineral en una ropa fea que no va a durar nada. Nuestro discurso es más afín a la discusión de la moda en torno al reciclaje y a evitar la sobreproducción. Creo que siendo clásicos es como podemos parecer trasgresores. Los trajes y la ropa deportiva que uso me gustan y considero que es sencilla. Me siento alejado a la representación actual de la moda urbana. Nuestro estilo también tiene que ver con recuperar y refrescar los valores de lo español y lo castizo con una mirada internacional. Nuestro colectivo, Little Spain, [detrás de todo lo visual en C. Tangana] está más cerca de la idea de reivindicar lo español desde un punto de vista más moderno e internacional.

«EL MUNDO NOS HA DADO UN GOLPE EN LA CARA Y AHORA LE DAMOS MÁS IMPORTANCIA A LO EMOCIONAL»

C.T. No existe. Tal vez se podrá hacer conciertos más pequeños, pero yo, a través de las pantallas, no he conseguido conectar como lo hago en una presentación en vivo. Los clubs —con todo y el sudor de la gente— dan una experiencia completa e irremplazable.

C.T. Usualmente, los fans de muchos de los géneros que en su momento fueron trasgresores desarrollan un purismo que hacen que esa música deje de crecer, y creo que a la hecha con guitarras le ha pasado un poco eso. En un momento fueron insultados por el mainstream debido a lo novedoso y disruptivo y, ahora, ellos critican el uso del autotune, a los trapers y al reggeatón, y se convierten en lo mismo que repudiaron, no permiten la evolución. El madrileño es un disco que evita los prejuicios. No mira con ideas preestablecidas ni hacia atrás, ni hacia adelante. La vida de los géneros musicales depende de la capacidad de sus fans para dejarlos cambiar y dejar que entren cosas nuevas a ellos. Solo la música que es muy de raíces ancestrales sobrevive así. Pretender ser puristas de un género que tiene 50 o 60 años de existencia, es matarlo.

C.T. De todo. Desde el disco Jivin Jazz Flamenco de Lionel Hampton que hizo cuando es- tuvo en Madrid, que él llama flamenco, pero no tiene nada de eso, aunque sí algunas percusiones españolas, hasta la compilación de Toquinho que hace Spotify, porque me ha dado ilusión que la primera canción es la colaboración que hizo conmigo, Comerte entera, y me seguí con el resto. Un amigo me señaló a Los Zafiros —un grupo cubano que imita a las bandas clásicas americanas— porque en el último disco de Kali Uchis sampleó una de sus canciones. También he escuchado una mix tape antigua que se llama The Tape y que es del origen del rap madrileño, que probablemente está grabado a finales de los 90 y me recuerda a mis inicios.