Cuemanche: el privilegio de ilustrar la pasión mexicana por el Mundial 2026

Cuemanche fue el encargado de diseñar los carteles de las tres ciudades mexicanas que serán sedes del Mundial 2026.

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Con apenas 30 años de edad, Mario Cortés, mejor conocido como Cuemanche, fue elegido por la FIFA para realizar los carteles representativos de las tres ciudades mexicanas que serán sedes en el Campeonato Mundial de 2026. Esquire conversó con él para saber cómo vivió ese proceso.

ESQUIRE: Cuéntanos, Mario, ¿desde cuándo eres Cuemanche?

CUEMANCHE: Uf, la pregunta del millón. En una excursión escolar, cuando tenía 12 o13 años, fuimos a Teotihuacán y eso hizo click en mí. En ese momento no supe qué era, pero con el paso de los años creo que encontré parte de mí en ese lugar, encontré un vestigio de mi historia y una pregunta existencial que me llega todavía hasta hoy: ¿quién soy?, ¿qué es lo que me hace ser yo?, ¿de dónde vengo?, ¿cuál es mi historia?, ¿qué cosas me pertenecen?

Desde entonces también empezó en mí el la pregunta sobre quién era Mario, qué cosa era ser un Mario, y en la búsqueda de esa identidad de adolescente surgió la pregunta: ¿Qué tanto había de mí en mi nombre?

En la universidad, en la carrera de diseño, cuando comenzamos a trabajar cuestiones relacionadas con la creación de una marca decidí hacerme un nombre. Tomé diferentes letras, diferentes sonidos. Me gustó el nombre de Dranbicuemanche, su resonancia, pero era muy largo y difícil de recordar. Decidí recortarlo y me quedé con Cuemanche. Hoy es mi identidad.

Es curioso, si uno busca “Mario Cortés” en Google te salen 10, 15, 20 personas con el mismo nombre, pero si buscas Cuemanche nada más salgo yo.

¿Por qué estudiaste diseño?, ¿cómo llegaste a la ilustracion?

Decidí estudiar diseño y comunicación visual en en la ENAP,. ahora Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, porque el dibujo siempre estuvo conmigo. A mi papá le gustaba mucho dibujar y acercándome a él descubrí que tenía facilidad y me interesó. Supongo que es algo con lo que nací, quizá un talento que uno va descubriendo, practicando, nutriendo y puliendo con los años.

También me encantaban las matemáticas, sentía que tenía cierta facilidad y me llegué a plantear la posibilidad de estudiar física, pero un buen día desperté y decidí mejor hacerle caso a esa parte que tenía desde chiquito.

Uno entra en la carrera sin tanta idea de qué es lo que va a pasar, pero en el transcurso de los años, los semestres, me fui sintiendo cómodo con la ilustración, con el dibujo.

Hoy entiendo el dibujo como un lenguaje. A final de cuentas, cuando escribimos estamos dibujando para representar un sonido. Entonces, etiendo el dibujo como un lenguaje con el que todos hablamos diferente; todos tenemos un léxico distinto, y es mi propia voz lo que me va ayudando a comunicarme con el mundo, conmigo mismo, a conocerme más. Entiendo el dibujo como ese contacto con mi entorno.

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¿Cuáles han sido tus principales influencias?

De niño me gustaba mucho ver el arte de los discos, me encantaban las portadas de Fobia, de Cafe Tacuba. Creo que mis principales influencias vienen de la cultura pop. Yo crecí viendo dibujos en la tele, viendo caricaturas, viendo las portadas de discos, jugando videojuegos. Todo eso fue dejando semillitas que con el paso del tiempo germinan y se ven reflejadas en tu trabajo.

Recuerdo que de niño siempre dije: “quiero ser caricaturista”, porque cuando iba al bosque de Chapultepec veía a los retratistas, con esa habilidad para dibujar a alguien en corto, en 10, 15, 20 minutos, y me admiraba que ese fuera su trabajo; me encantaba la idea de dedicarme a eso.

Tambien me interesaban muchos artistas mexicanos, los muralistas; uno de mis favoritos es González Camarena; yo veía algunos de sus murales desde niño, cuando iba al Museo de Antropología; me impresionaban mucho y hoy, ya entendiendo el arte, cómo se estructura, cómo un artista plasma sus intereses, sus ideas, sus deseos, sus pensamientos, reconozco que es un artista muy complejo, que me ha inspirado mucho.

Tu trabajo, sin embargo, es más digital

Sí, de hecho toda mi formación universitaria tuvo que ver con lo digital. La verdad, siempre me acomodé con facilidad porque sentía que lo tradicional, lo analógico, requería mucha más energía. Respeto muchísimo la libreta, el lápiz, la goma, pero soy más del iPad, me gusta la practicidad en el trabajo, entonces, lo digital siempre me hizo clic.

¿Cómo nace tu relación profesional con el fútbol? Tienes mucho trabajo relacionado con ese tema.

La verdad, llegué al futbol un poco por suerte. En 2019 hice algunas propuestas para ilustrar el triunfo del Liverpool en la Champions. Yo trabajo en Televisa, y necesitábamos una imagen para ilustrar una publicación sobre ese tema. La hice sin saber tanto cómo abordar una ilustración deportiva, pero uno enfrenta esos retos desde sus propias referencias e intenta encontrar un camino de estilo que funcione.

Muchas veces uno sabe que cojea de una pierna; puede ser la anatomía humana, la composición o la teoría del color. Teniendo todas estas cuestiones en mente, yo hice esa ilustración, que se compartió tanto en redes que posteriormente me buscaron para preguntarme si me interesaba colaborar en esa línea deportiva.

Desde ahí he seguido ese camino y he retratado a muchos jugadores, he hecho la promoción de partidos importantes, las celebraciones de campeonatos. Con el paso del tiempo eso se va haciendo, no diría que tu especialidad, pero algo que ya conoces.

¿Eres futbolero?

La verdad, sí. Aunque también, después de clavarme en el tema, reconozco que hay personas inmensamente más apasionadas; hay quien llora y sufre y se desborda. Creo que sentir ese nivel de pasión es un privilegio porque muy pocas veces uno siente tanta pasión por algo; por su trabajo, por jugar fútbol, por un escudo, por lo que sea en la vida.

Ese nivel de pasión por el fútbol no lo he llegado a sentir, pero sí me gusta. Evidentemente, en una Copa del Mundo todos vivimos el futbol de manera más intensa. A mí ahora me gusta, además, desde otra perspectiva, desde el arte, desde la historia del jugador, que muchas veces pensamos como un superhéroe, como el superhumano que es un atleta de alto rendimiento, pero también tiene su atractivo entender que es un ser humano que tiene sus dificultades. Ver eso desde el arte, desde la ilustración, es muy valioso.

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Tú fuiste seleccionado por la FIFA para realizar los carteles para las tres sedes mexicanas del Mundial de 2026, ¿cómo fue ese proceso?

Fue un concurso por invitación. Supongo que a mí me convocaron porque en 2024 hice el póster y los retratos de jugadores par el Juego de Leyendas de la FIFA, en Monterrey.

Yo entregué mi propuesta y al final quedé seleccionado. Creo que ayudó el hecho de que planteé una línea narrativa que conectaba los tres pósters, que les otorgaba una identidad, pero que también permitía reflejar la personalidad de cada ciudad sede.

Para mí, la Ciudad de México era la ciudad histórica; Guadalajara era la ciudad de tradiciones y artística, y Monterrey era la ciudad de la industria, del desarrollo, incluso un poco futurista.

Con esas temáticas fui desarrollando los elementos que iban a construir cada póster. Quería que se identificaran fácilmente, más allá de los colores, más allá de la estética y la composición que compartieran los tres. Para lograrlo me pregunté qué es lo que hace diferente al fútbol de la Ciudad de México, al de Guadalajara y al de Monterrey.

Me acordé mucho de mi infancia jugando fútbol, y pensaba que aquí y en China debía haber muchas similitudes, con los amigos jugando en la calle, al salir de la escuela, en el club, pero también me preguntaba por las diferencias entre esas calles. Pensaba: seguro no vemos lo mismo, empezando por el contexto. Aquí, en la Ciudad, volteamos hacia arriba y nos encontramos con el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl. En Monterrey voltean y está el Cerro de la Silla. Así fui encontrando elementos comparables y muy identificables para cada una de las ciudades. La parte de la música, de la gastronomía: qué es lo que uno come cuando se reúne con los amigos, con la familia a ver el partido el domingo: aquí quizás los taquitos; en Monterrey, la carnita asada; en Guadalajara, las tortas ahogadas, el tequila. Así se fueron construyendo los pósters; todos iban funcionando de forma paralela; eso me gustó mucho.

¿Cómo llegaste a esa solución gráfica?

Tomé como punto de partida la identidad del mundial que ya había definido la FIFA. Pensé en específico en la geometrización del número 26, que la FIFA ya había desarrollado. A partir de ahí empezaron a tomar forma algunas ideas, algunas siluetas, que también empezaron a reflejar mi propio idioma, mi estilo.

La verdad es que con el tiempo he desarrollado una forma de solucionar las composiciones de mis proyectos. Siempre recurro a esa estructura compositiva, que me parece una gran solución para estructuras gráficas complejas en las que se van acomodando y tomando lugar distintos elementos.

También partí de la estructura de una cancha de fútbol. Cada póster es una cancha de fútbol reestructurada, en la que la geométrica de las canchas se reacomoda para dar lugar a todos los elementos. Me interesaba plasmar de manera simétrica la idea de un enfrentamiento, de un partido de fútbol, en el que se sintiera el peligro del atacante y la fuerza del que defiende. En cada una de las ciudades hay más de un de un equipo local, cada uno con su afición aguerrida. En el Mundial se enfrentan naciones y cada quien defiende a su bandera, por eso me interesaba representar un enfrentamiento justo, en el que no te achicas. Uno sale con la intención de ganar siempre y de defender con todo lo que uno puede. También buscaba un equilibrio en la composición.

Sí fue todo un viaje pensar en todos estos conceptos, bajar las ideas, estructurar los bocetos; todo fue tomando su lugar, iban acomodándose las cosas, haciendo clic, haciéndome decir: “Ah, sí, por aquí sí; por aquí, no.” Porque también hubieron elementos que no se tomaron en cuenta o que se tuvieron que descartar.

En una composición como la de estos carteles, cuándo dices: ”Paro aquí. No hay que meter más elementos”.

Siempre había la tentación de meter más elementos porque hay muchos con los que alguien se identifica pero quizá otro no, y los dos somos vecinos, de la misma ciudad, del mismo país. Entonces, siempre me faltaba algo.

Llegó un punto en que eso empezó a pesar. Decía, “ya puse al norteño, pero no al roquero; ya puse al mariachi, pero no al de electrónica”. Pero desde hace tiempo hice las pases con la idea de que, por supuesto, espero que esta estas obras gusten y que sean motivo de orgullo y de identificación para quien las ve, y de esa ciudad y de nuestro país, pero también habrá quien no se sienta tan identificado con algún elemento. Fue asumir la idea de que dejar elementos fuera era inevitable.

¿Qué más haces?

¿En la vida? La verdad, dedico mucho tiempo al trabajo, me gusta mucho seguir cultivando mi profesión. Encuentro mucho placer en el diseño, en la ilustración, en el dibujo. También me encanta salir a caminar por la ciudad. Me gusta mucho nadar, es una actividad que me ayuda bastante en el proceso de creación; uno entra al agua y la mente se aclara, como que se libera y se limpia; estás concentrado en el ejercicio. Yo recomendaría a cualquier creativo hacer una actividad física, ayuda muchísimo.

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