Aunque muchos lo reconocen como un galán de telenovela, la historia de David Chocarro va más allá de una cara bonita. Con una carrera que comenzó en los escenarios cuando apenas tenía 12 años y que ha abarcado cine, teatro, y televisión, detrás de esa atractiva imagen hay un hombre que ha luchado contra los estereotipos y buscado generar algo en el público a través de cada personaje. Antes de convertirse en actor, el nacido en Argentina demostró su talento en el béisbol profesional, forjando una disciplina que lo ha acompañado a lo largo de su carrera. En un mundo que hoy celebra la fama inmediata, su historia es un recordatorio de que los sueños se construyen con esfuerzo y dedicación, valores que ha transmitido a sus hijas: Allegra y Brigitta.
David Chocarro en nuestra portada
Con proyectos que abarcan desde papeles dramáticos como El Recluso hasta la comedia de ViX, el servicio de streaming en español líder en el mundo, en la que comparte créditos con Ana Claudia Talancón: Mi casa no es tu casa, David refleja una madurez tanto profesional como personal que lo ha llevado a ganarse un lugar especial en el corazón de México, su segundo hogar.
Hoy, David busca crear conexiones auténticas tanto dentro como fuera de la pantalla, demostrando que el verdadero éxito puede ser confiar en uno mismo y lograr un balance entre lo profesional y lo personal.
El deporte como escuela de vida
Antes de convertirse en un rostro familiar en la pantalla, David demostró su talento y determinación en el mundo del deporte como un importante jugador profesional de béisbol en Argentina, un logro que sigue dándole orgullo, pero también, que lo marcó en su trayectoria como actor.
ESQUIRE: Tu mamá fue profesora de sóftbol, tu papá maestro de teatro y tú, un jugador importante de béisbol ¿cómo crees que los valores y la disciplina del deporte han impactado tu enfoque en la actuación?
David Chocarro: Qué buena pregunta, arrancaste por un lugar espectacular porque todo impactó en todo. Ser jugador profesional fue parteaguas en mi formación. El querer ser jugador profesional de béisbol ------—yo fui el tercer argentino en llegar a ser profesional,— sé que lo conseguí más allá del talento que podía tener siendo adolescente, porque trabajé durísimo para que eso ocurriera. Con mucha perseverancia, mucha paciencia, con mucha determinación. Además, venía de una familia socioeconómica humilde, con pocos recursos. Todo era cuesta arriba y todo era proyectar ese sueño casi imposible para un argentino. Cuando dejé de jugar al béisbol yo sentí que era la forma de conseguir cualquier cosa y, al día de hoy, sigo sintiendo lo mismo.
Esa misma disciplina que él aprendió en el deporte es algo que también ha querido transmitirle a sus hijas.
“Siento que hoy todo es inmediato, que si algo no funciona renuncio y que si algo no me gusta, lo cambio. Por ejemplo, a mí me gusta cortar mi propia leña y el otro día mi hija se puso a cortar leña conmigo. Tiene 12 años y claro que le dio con el hacha dos veces, no la pudo cortar y dijo: ‘No puedo’ y lo iba a dejar, y yo le dije que volviera a intentar, que tuviera paciencia. Sé que parece una tontería lo que te estoy diciendo, pero le dije: ‘Ten paciencia, acomoda mejor los pies, deja que el hacha haga su trabajo con su propio peso. Vas a ver que golpe a golpe vas a ir aprendiendo”. Después llegó el momento que claro que ella estaba cortando leña y me dijo: ‘¡papá no lo puedo creer!’.
Creo que la sociedad perdió un poco la perseverancia, la constancia, la formación. Para mí es fundamental, yo creo que las oportunidades en la vida llegan, sobre todo, cuando uno se mantiene en una formación constante. Lo han dicho muchos escritores: ‘que la inspiración me agarre escribiendo, trabajando’. Yo mismo lo creo, que las oportunidades te tienen que agarrar con la mayor formación posible; pero para que las oportunidades lleguen, tienes que estar en constante formación”.
ESQ: Estoy totalmente de acuerdo contigo.
D.C. ¿Te imaginabas una respuesta más corta?
ESQ: No, no, de ninguna manera. Me parece que tu respuesta es muy interesante y además me hace pensar. Hace poco hablaba con amigos sobre cómo en el mundo digital ha provocado que muchos jóvenes solo quieran fama inmediata o volverse influencers, pero influencers no por un talento que hayan trabajado o desarrollado, sino solo porque sí. Como dices, ya no hay esa disciplina, esas ganas de construir poco a poco con trabajo duro.
D.C. Sí trabajo duro, aunque igual entre comillas. Porque también hay que hacer mucho hincapié en encontrar tu verdadera vocación, y cuando hablo de vocación no me refiero a algo artístico, me refiero a que si te gusta barrer la calle, esfuérzate por barrerla de la mejor manera posible y disfrutarlo, porque si todos los días logras barrer la calle vas a ser muy feliz.
ESQ: Es fundamental encontrar tu propósito.
D.C. Exactamente, ese es el secreto, dar con tu verdadera vocación o lo que más se acerque. Por ejemplo, yo he dado muchas clases de actuación durante muchos años y algo que me decían los alumnos era: ‘ojalá tuviera tu carrera’. Yo he dado clases estando a full, porque es algo que me gusta y les decía: Son muy amplias las posibilidades que uno tiene dentro de esta industria. Como actor, sí, ahora tengo un reconocimiento, buenos trabajos, buenos contratos si quieren verlo así, pero vivo de la actuación desde los 12 años que hacía teatro en bares, en escuelas, en plazas, me vestía de Papá Noel, de Mickey Mouse, hice de todo, pero al final disfrutaba haciéndolo. Porque es como los músicos que dicen, ‘¿cómo voy a vivir de la música?’ Puedes vivir de la música dando clases, haciendo música para otros artistas, haciendo música de películas, haciendo música en una plaza, en una fiesta, cantando covers. Hay una lista, seguramente muy grande, de todas las alternativas que hay para la vocación que uno elija.
ESQ: Y habría que mantener la constancia.
D.C. Sí, porque no siempre tienes ganas. Ser deportista profesional para mí era un juego, era lo que más me apasionaba, era mi vida, pero entrenaba durísimo para que ocurriera. Practicaba de lunes a sábado, más gimnasio, más clases de inglés, más el entrenamiento físico, más los partidos; cosas que hacer de lunes a sábado de siete a siete. Llegaba un momento que ya no quería saber nada del béisbol. Y a veces eso nos pasa también como actores y hay que frenar un poquito el balón y decir: ‘ok, yo deseaba esto y si tuviera que volver elegir lo elegiría.’ Hay que hacer un freno más allá del agotamiento y del cansancio. A veces hay que detenerse para volver a revalorizar. Ese es el paralelismo, porque en la parte deportiva uno lo nota en el cansancio físico y mental. Y a veces en esta industria nos pasa un poco eso.
Un actor en movimiento
Aunque ser periodista y ser actor parecen profesiones muy distintas: la exposición pública frente a la discreción detrás de la pluma; me identifico con David en esa experiencia de llevar un ritmo de trabajo frenético, donde saltar de un lugar a otro es la norma. Particularmente como periodista de viajes, despertar en un hotel y no saber en qué ciudad estás se vuelve, irónicamente, una constante.
“Es tremendo. Yo había escuchado a gente que me contaba eso, gente que sobre todo está de gira y yo me decía: ‘Ay, ¿cómo te puede pasar algo así?, hasta que te pasa. Que te despiertas y genuinamente dices: ¿dónde estoy? La industria te sacude y te pasa medio por arriba. A veces los ritmos de trabajo son intensos, la gente muchas veces cuando piensa en un actor dice: ‘Ay qué linda vida tienen’. Una vez una amiga me lo dijo: ‘Ay no, qué lindo David, te la pasas viajando en avión, te veo de un lado para el otro’. Porque afuera se puede ver muy lindo, y para mí al principio era una súper novedad; de ser alguien que no había viajado en avión hasta los 15 años a viajar como hoy viajo. A veces la gente ni se imagina; y a veces sí está bueno, llega un momento en que estoy arriba del avión y digo: ‘guau, estoy volando, estoy en el aire’”.
ESQ: Nunca hay que pasar por alto esa sensación... como reza la frase “No es la felicidad lo que nos hace agradecidos, sino el agradecimiento lo que nos hace felices”. Agradecer desde los máximos logros hasta las experiencias cotidianas, como viajar y admirar el mundo.
D.C. Sí, y sé que puede parecer algo simple, pero me acuerdo hasta de la primera vez que me subí a un avión y que sentí eso, se te sale la sonrisa. Mis hijas viajan desde que nacieron, entonces siento que hay cosas que se perdieron y que no le terminan de dar ese valor que yo nunca quisiera perder. Yo lucho mucho por no olvidarme de esas cosas.
Seguir los pasos de papá
ESQ: Tu papá era un hombre de teatro y tú terminaste dedicándote a esto. ¿Tus hijas comparten tus intereses?, ¿son beisbolistas o juegan sóftbol, como su abuela?
D.C. No, por molestarme sí, o en el parque de manera casual, tenemos el bate, tenemos cositas, pero no en serio. En un momento estuvieron muy clavadas con la gimnasia deportiva, pero ahora no. Allegra, la más grande, está a full con la comedia musical, ¡es mega fan de los musicales! Está estudiando actuación, canto, baile, está clavadisima con todo eso desde hace como dos años y Brigitta, que está en esa preadolescencia donde no quieren ni salir de la cueva; o sea, sacarla de la habitación es una locura, pero le dio por la pintura. Está a full pintando el día entero, así que igual nosotros como que en ese sentido somos muy relajados, que hagan lo que tengan ganas, pero no, deportes no tanto.
ESQ: ¿Y te gusta que Allegra, de alguna manera, quiera seguir tus pasos, los de tu esposa y además de su abuelo? Porque tu papá también era un hombre de teatro…
D.C. Sí, de gustar me gusta. De hecho, tenemos que lidiar con el freno que ella nos pone para que no nos metamos. A mí me encantaría poder involucrarme muchísimo más. Ahora de repente tenemos pequeñas charlas de actuación o de técnicas o de cosas, pero Allegra ya hace rato que está haciendo sola castings que le van llegando; su primer idioma es el inglés y más de una vez nos dijo: ‘no, lo preparo yo sola’, y yo de: ‘Pero Alle, podemos aprovechar esto, yo me la paso haciendo casting, soy director de teatro, mamá también’, y ella insiste: ‘Prefiero hacerlo sola’. Es desesperante, pero nos toca respetar. También queremos irla a ver a todo lo que hace, aunque nos ha pasado ir a verla, por ejemplo, a una muestra de monólogos y nos dijo, ‘Prefiero que no me vean’ y nos tuvimos que ir.
ESQ: Quizá hubieran podido quedarse escondidos atrás, que no los viera...
D.C. “¡Ay sí! Nos habría gustado, pero qué sé yo, son etapas. Pero me veo muy reflejado en ella. Allegra tiene muy claro el hábito de la constancia y eso me encanta, me encanta porque sí la veo súper trabajadora cuando quiere algo y eso me da cierta tranquilidad, porque sé que más allá de que uno tiene posibilidades de conseguir el objetivo, sé, por mi propia experiencia —y por la de Caro su mamá también,— que uno disfruta mucho más el camino.
Distintos tipos de familia
Hablando precisamente de familias, en Mi casa no es tu casa, de ViX, David interpretará a Andrés, la pareja de Mia (Ana Claudia Talancón), un personaje que ya tiene un pasado con dos hijos: Facu (12) y Santi (8). Esta situación refleja la realidad de muchas relaciones modernas, por lo que David tuvo que dar vida a esa complejidad que conlleva rehacer tu vida junto a alguien que ya tiene una historia.
“Me parece que está buenísima la historia porque, hoy por hoy, incluso creo que funciona cada vez más mostrar los diferentes tipos de familia que podemos formar. Y un poquito la esencia de Mi casa no es tu casa tiene que ver con eso. Yo hice una peli hace no tanto con Ana Serradilla, de Navidad, Santa, mi amor, y una de las cosas que se mostró era el tipo de familia que uno puede construir, no necesariamente como familia biológica. Y de ahí empiezo a saltar en las, te diría, las cosas que más han funcionado: Tangos, tequilas y algunas mentiras; 100 días para enamorarnos, eran familias disfuncionales. Y Mi casa no es tu casa es un ejemplo maravilloso de eso, de cómo primero, por la formación social y cultural que tenemos, nos choca que una familia no sea como nos dijeron: papá, mamá e hijos, todos felices” apunta.
ESQ: Claro, porque muchas veces, las familias reflejan la complejidad de las relaciones y en algunos núcleos, lo esencial no es la estructura tradicional, sino la conexión y el entendimiento mutuo que los mantiene unidos.
D.C. Sí, y por eso la primera reacción de estos personajes, -—sobre todo de los niños,— es el rechazo, y luego habrá que ver cómo hacer para que funcione, pero no va a funcionar, y a medida que van empatizando se van dando cuenta que no todo tiene que ser de la manera convencional. El mensaje me parece precioso, creo que vamos a atravesar varios corazones, que al final es la idea. El desafío más grande cuando uno cuenta historias de ficción es empatizar con el público y no siempre lo encontrarás en el guion; a veces tienes que hurgar un poco más y tendrá que ver más con tu personaje para que alguien del otro lado de la pantalla se identifique. En la piel (literalmente) del personaje
ESQ: Has contado que una parte importante de tu proceso de preparación para los personajes implica justo lograr esa empatía; ponerte en su cuerpo, su piel y su mente, días antes, y que te gusta salir a la calle como el personaje, como lo hiciste con Macarena en 100 días para enamorarnos y saliste con ella, cada uno en su papel, a la calle, ¿Para esta película hiciste algo así o hubo experiencias personales que te ayudarán a crear la dinámica de esta nueva familia?
D.C. Más que una costumbre, esa es, te diría, mi herramienta principal de trabajo. Después de hacer toda la parte intelectual del personaje, les empiezo a poner el cuerpo antes, así como hice con Maca. Con todos los personajes siempre tengo alguna anécdota. Con este en particular, me pasó que filmamos en Uruguay, te diría que corrí con bastante ventaja porque me pude ir a jugar con el personaje y muy poca gente sabía quiénes éramos, estuvo buenísimo. De hecho, cuando saqué mi personaje la primera vez, ya con vestuario, y todo, como al tipo le encantan los libros y la literatura, me metí en varias librerías. Cuando iba regresando al hotel me encontré con Checo Pérez Cuadra, uno de los niños, que venía con la mamá caminando, pero yo estaba en personaje; y él fue de: ‘¡ey, qué onda!’ y luego se dio como una situación exótica porque él no terminaba de entender —porque yo no le blanqueé que estaba en personaje,— y entonces él se quedó como sacado de onda porque no le hice mucho caso, porque claro, en realidad ellos no se quieren.
ESQ: Seguramente, Checo Perezcuadra, uno de los actores más jóvenes, como niño, pensó que realmente no te caía bien.
D.C. Ya cuando nos juntamos a ensayar en la tarde le tuve que explicar mi experimento y lo que estaba haciendo, ¡porque se había quedado súper sacado de onda!
ESQ: ¿Y cómo es colaborar con Ana Claudia?
D.C. Con Anita también jugamos mucho, mucha improvisación, partiendo de las escenas; Jorge Colón trabaja mucho de esa forma. A mí me gusta su trabajo como director, yo ya trabajé con él varias veces, hice El Recluso, 100 días y ahora este filme. A Jorge le gusta mucho la improvisación, pero usando la base de las escenas que vamos a trabajar después en el set. Entonces la verdad es que ahí surgieron muchas cositas.
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