En Esquire hicimos cómplice a Diego embarcándonos con él en la misión de contarnos su vida cual aventura, como si fuera una película dividida en tres rollos de celuloide y en la que repasamos algunas de sus escenas significativas, todas momentos de decisión en su vida.
Diego Boneta: Su vida, su carrera, ¡todo en una película emocionante!
Fuera del maquillaje, de su representación de Jorge Gil en ¿Quién lo mató?, que se estrena este mes de mayo, y acompañado de su perrita Aquila, Boneta nos coloca a bordo del navío de su vida antes de zarpar a tierras incógnitas con la motivación de seguir su inspiración.
ROLLO 1
ESQUIRE: ¿Qué escena o imagen elegirías para empezar la película de tu vida?
DIEGO BONETA: “La primera imagen que yo pondría en la historia de mi vida sería una mía a los dos o tres años con una guitarra de esas de juguete a la cual, si pulsas los botones azul, rojo y verde la haces sonar… con botas vaqueras y un sombrero cantando Los Tigres del Norte.”
ESQ: ¿En qué momento descubres que la gente se detenía a escucharte a cantar?
DB: “Mis papás recuerdan que desde la cuna yo cantaba “Suave”, de Luis Miguel, y también canciones de Los Tigres del Norte, porque la señora que me cuidaba, Norma, era fanática de ellos. De los tres a los ocho años dejé de cantar y en la mitad de mi primaria me acuerdo perfectamente que vi a U2 en concierto y me obsesioné. ¡Me explotó la cabeza! Viendo el show no pude dejar de sentir en cada célula de mi ser la idea de “Esto es lo que quiero ser cuando sea grande”. En ese momento diría que fue cuando me di cuenta de que era mi llamado a la aventura, mi vocación.”
ESQ: ¿Cómo fue la llegada de esa persona que te hizo ver que podrías tener futuro en ese sueño alocado llamado música?
DB: “Mis papás, aunque no tienen nada que ver con la industria del entretenimiento pues son ingenieros, siempre han sido amantes de la música. Mi mamá tenía discos de los 70 y mi papá más rock de los 80. A ellos no les gustaba mucho la idea de que yo me dedicara a la música. Veían lo de “la cantada” como un hobby que iba a tener y del cual me iba a cansar a los dos segundos. Así que otra buena escena para este momento de definición de mi vida fue cuando, a los ocho años, mi maestra de cuarto de primaria, Miss Eugenia, hizo con nosotros –los estudiantes– un ejercicio de visualización bajo la pregunta: “¿Cómo te ves a los 30 años?”. Cuando cerré los ojos, me veía de gira y cantando. También haciendo películas. Recuerdo que mi respuesta fue muy distinta a la que dieron la mayoría de mis compañeros de clase. Entonces, Miss Eugenia tuvo una conversación con mis papás en la cual les dijo: “No sé si ustedes saben, pero su hijo va muy en serio con esto de cantar y del cine”. Mientras tanto, yo en secreto ya estaba tomando clases de canto y nadie lo sabía.
Un día, Miss Eugenia en pleno salón dice: “Oye, Diego, me acabo de enterar que estás tomando clases de canto”, y el salón entero comenzó a aplaudir pidiendo que cantara. Entonces me paré y comencé a cantar.
Realmente nunca fui alguien con voz de prodigio. Alguien que abría la boca y “ángeles caían desde el cielo”. En realidad no me daba pena cantar en el salón de clases o en el Hard Rock de Acapulco antes de las 11:00 de la noche.”
ESQ: De niño se conoce al mundo a través de los juegos y del deporte. ¿Qué sucedió en ese periodo entre los dos a ocho años, cuando dejaste de cantar? ¿Hubo algo que te diera herramientas para forjar tus sueños del futuro?
DB: “Me metí a practicar artes marciales con el taekwondo, me volví cinta negra sobre los ocho años, iba dos horas diarias de lunes a domingo. Ese era mi deporte. Me ayudó mucho en temas de forjar una disciplina y de enfrentar los miedos, porque era muy chavito y los demás eran mucho más grandes que yo. Cuando presenté el examen final para tener mi cinta negra, yo tenía ocho años y combatía con niños de 12 y 13 que, para mí, eran unos gigantes.”
ESQ: ¿Cuándo y dónde se da tu llamado a la actuación?
DB: “Cuando vi Gladiador (2000) a mis 10 años, con mi papá en el cine. Ver esa película me obsesionó. Es, hasta la fecha, mi favorita. Solo que en esa época lo que me gustaba era cantar y la actuación realmente surge como un accidente cuando entro al concurso de TV Código F.A.M.A. a mis 11 años con la idea de cantar, cantar y cantar. Quedó en quinto lugar y yo pensaba que los premios iban a tener que ver con la música, pero la productora Rocío Ocampo nos dijo: “Ustedes van a protagonizar mi nueva novela infantil”.
Me acuerdo que Ocampo me dijo que si quería ser exitoso en esta carrera también tenía que saber actuar. Así que, como Misión S.O.S. (2004) y Rebelde (2005) eran novelas musicales, sentí que metafóricamente me arrojaban a una alberca que era la de actuar.”
ESQ: ¿Recuerdas en qué momento –desde ese umbral de tus primeros éxitos en música y actuación– te diste cuenta de que era un camino que exigía sacrificios?
DB: “Sí, me di cuenta de que había sacrificios en esta profesión cuando en la primera Navidad, grabando unas de estas telenovelas, no tuvimos el plan familiar de siempre –que era ir con mi abuela a Texas–, porque tuvimos que grabar hasta el 23 de diciembre. Yo tenía 12 años. También sucedió lo mismo con la escuela, ya que esa era la única condición de mis papás: no dejar los estudios. Su apoyo iba a venir de la mano con mis calificaciones. De lo contrario habría problemas. Pero hice esto no porque alguien me lo dijo, sino porque era lo que me gustaba.”
ESQ: ¿Cómo fue llegar a Hollywood con guitarra y micrófono en mano, como si fueran tu espada y flechas para combatir? Una montaña tipo Olimpo, escalar en un camino que seguro no sospechabas ibas a subir en tus tiempos de Operación Triunfo.
DB: “Fue muy difícil y te voy a decir por qué. No me ofrecían papeles porque pensaban que no parecía mexicano. Aún así, el primer casting que hice para una película fue para Las crónicas de Narnia: Príncipe Caspian, en 2007, que se filmaría en Hollywood. Estuve muy cerca de quedarme con el papel, pero no se logró porque era menor de edad y extranjero, y por leyes de trabajo infantil solo podía trabajar ciertas horas del día. La directora de casting, Carla Hool, me dijo: “Diego, te tienes que ir a Los Ángeles ya”. Cuando me mudo a Hollywood, la verdad llegué un tanto confiado por el resultado casi positivo de la cinta de Narnia, pero la vida me dio una zarandeada durísima y allí me di cuenta de que tenía que empezar casi de cero. Tuve que prepararme mucho más, con clases y un entrenamiento para ser actor. Vi muchas películas en esos dos años y medio que estuve haciendo audiciones hasta que me empezaron a dar papeles, pero recuerdo que no fue un proceso fácil.”
ROLLO 2
ESQ: Finalmente colocaste tus primeras banderas en lo alto de la colina de Hollywood al ser protagonista de “Rock of Ages” (2012) junto a Tom Cruise, Alec Baldwin y Catherine Zeta-Jones, y fuiste parte del reparto de “Pelé: Birth of a Legend” (2016), “Terminator: Dark Fate” (2019) haciendo mancuerna con los míticos Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger, para luego estar en series como la plagada de humor negro “Scream Queens”, con Emma Roberts. ¿Cómo llega ese nuevo cruce de umbral en el cual te ofrecen ser Luis Miguel, uno de los dioses musicales mexicanos de las últimas cuatro eras?
DB: “En 2016, con otros productores se nos ocurrió que queríamos hacer la vida de Luis Miguel en una película y en ese proceso nos enteramos de que alguien más tenían los derechos de su vida comprados. Cuando nos enteramos que eran Miguel Alemán Magnani y Mark Burnett me dio gusto, ya que con este último había desarrollado una amistad muy especial en los últimos años.
A Mark le había dicho que después de trabajar con Tom Cruise en Rock of Ages (2012) y al ver cómo se involucraba en el desarrollo y cuidado de sus proyectos, desde la actuación hasta la producción, ese era mi tipo de sueño por perseguir.
Al final, Mark me invitó a coproducir con él la vida de Luis Miguel, lo cual se volvió una decisión de vida muy importante, porque yo tenía muy claro el tono de contar su historia. Fue una decisión que no me tomé a la ligera, pues estaba consciente del riesgo que habría si no salía bien. Ahora que estamos hablando de estos héroes mitológicos, naturalmente que Luis Miguel es una locura, es un megapersonaje. Y eso es lo que yo quería contar.”
ESQ: Como dices, el reto de interpretar a Luis Miguel fue bárbaro. ¿Qué habilidades y estretagias tuviste que usar para salir avante?
DB: “Después de haber hecho Rock of Ages ya tenía más confianza en mi voz, porque cuando te cambia la voz como hombre es más difícil que en una mujer. La película con Tom Cruise la hice a los 20 años y tuve que cantar notas muy difíciles que no pensaba que podría alcanzar. La serie de Luis Miguel requería no solo cantar sus canciones, sino que sonaran como él. Recuerdo que tuve una conversación con Jamie Foxx –ganador del Oscar por interpretar a Ray Charles– y él me dijo lo importante de que hiciera todo yo: las canciones, las fotos en el set, las portadas de disco que aparecieran… que todo fuera mi cara para que el espectador nunca rompiera su ilusión y pensara en el original Luis Miguel.
Entonces, la pregunta crucial que quedaba era si en verdad iba a poder interpretar a Luis Miguel con mi voz. Me acerqué a otro mentor de vida, el maestro musical Ron Anderson. Ahí surgió el otro reto: tener que recrear cada una de las canciones, porque si el productor que eligiéramos no hacía sonar los temas como los recordábamos, eso arruinaría toda la ilusión. La mayoría piensa que solo tuve que poner mi voz sobre la de Luis Miguel, pero esas cintas las tiene el estudio y no estaban disponibles. La solución fue llamar a la única persona que nos podía ayudar: el productor Kiko Cibrián, quien había trabajado en el equipo del cantante. Él me puso la prueba de grabar una canción de Luis Miguel para saber si podría lograrlo. Lo hice con “Tengo todo excepto a ti” y al escucharme Kiko me dijo categórico: “Ok, ¡vamos a hacerlo!”.
El trabajo tras cada canción fue obsesivo. Me acuerdo marcarle por teléfono para preguntarle sobre el mismo teclado en dónde se produjo el álbum Aries, en 1993. Cada coro, cada campanita... cada cosa que oyes lo hicimos nosotros. Algo que me dio mucho gusto fue que Luis Miguel, después de ver la serie y escuchar lo que habíamos hecho, llamó a Kiko –tras 27 años de no trabajar juntos– para que le produjera sus giras.”
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