El Alejandro Speitzer que nadie conoce (y te va a sorprender)

Alejandro Speitzer

En esta conversación con su amiga, la periodista Lydia Cacho, Alejandro Speitzer habla de sus sueños, remembranzas, la esencia de ser mexicano, la fama, el amor y mucho más.

Por Lydia Cacho

Fotos: Richard Ramos Estilismo: Salvador Cosío

Madrid, sábado 11 de diciembre, 7:15 de la noche. En la pantalla del teléfono aparece un mensaje de Alejandro Speitzer: “Terrible el tráfico, me marca que llegaremos a las 7:27. Una disculpa. Me iba a ir en metro, pero no quise perderme, aún no lo domino”. Le espero en la puerta de la sala de teatro Max Aub y la función comenzará a las 7:30. Las Naves del Español es un espacio cultural donde antiguamente fue un mercado rastro; son grandes lugares al aire libre, arcos majestuosos que ahora dan entrada a las salas teatrales.

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Allá viene Alejandro, corriendo, y de su boca sale vaho por el frío. Lleva gorro invernal, chaqueta azul de Versace y playera blanca. Corre con una sonrisa y moviendo la mano como para que le reconozca; llega, me abraza y entramos al teatro a toda prisa. Se pone la mascarilla quirúrgica negra exigida en interiores. - Perdona, querida, aún no conozco bien el metro de Madrid y no quise arriesgarme a perder las conexiones. - No te preocupes, entramos. - Ay, qué bien, qué bonito es este lugar, no lo conocía. Observa la sala y la escenografía, mira a su alrededor mientras se acomoda. Apenas está recuperando el aliento, se relaja finalmente cuando las luces del teatro se apagan para comenzar la función.

La fama no ha trastocado su ego

Sentado con la mascarilla puesta, mira la obra y parpadea. Por momento seca alguna lágrima sin preocuparse de ser visto; está inquieto, conmovido. Lo miro y pienso en esa cualidad peculiar que siempre llama la atención en él; es un hombre que emana ternura, casi ingenuidad, la fama no ha trastocado su ego, como sucede con tantos actores jóvenes convertidos en estrellas. Se pone de pie para aplaudir a Marta Nieto, la protagonista de la obra. Está emocionado y su energía se expande tras los sonoros aplausos. Al salir habla con José Martret, el director, con Marta y otros actores, y les tomo una fotografía. Alejandro sonríe como si estar allí fuese un privilegio. Nos distraemos hasta descubrir que hemos perdido la reservación para cenar en La Cantina del Teatro. La pandemia no impide que los restaurantes de Madrid estén a tope, pero a Alejandro Speitzer eso no le preocupa; caminamos por avenida Legazpi, estamos a seis grados y el aire helado nos disuade para sentarnos en la terraza de un típico bar español de jamón y vino. Sonríe mientras dice que no conocía esa zona, que le emociona descubrir nuevos lugares para el arte. Intentamos entrar a un restaurante argentino, pero está lleno; vamos al siguiente, que no tiene buena pinta, y dice que está muerto de hambre.

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Igual lo intentamos: al acercarse a preguntar, una mesera lo reconoce, se lleva las manos a la cabeza llena de emoción, dice que no puede creer que el protagonista de la serie Oscuro deseo haya llegado a donde ella está, es su milagro navideño. Le pide una foto y se la toma con paciencia. Él mira el menú, hace gesto de decepción, al final decidimos irnos pues no parece tener buena comida. Tomamos un taxi para ir cerca de donde vive en el centro de Madrid. Llegamos a La Muca de Fuencarral, ambos conocemos el lugar y nos dan sitio en la barra mientras se desocupa la mesa. Repite que está muerto de hambre, pide una cerveza y tostadas de atún. El barman nos pone un plato vegano con hummus de diferentes sabores, los descubre como si fuesen caramelos y comenta sobre cada sabor. Mira a su alrededor sonriendo como si hubiese llegado a casa de algún amigo, describe los ingredientes de las tostadas de atún.

Alejandro es el primer mexicano embajador de Bulgari

Recién ha vuelto de Inglaterra. Parece sorprendido y emocionado cuando hablamos sobre lo que piensa de ser el primer mexicano convertido en embajador de una marca de lujo como Bulgari. Le divierte diversificar su trabajo. Le observo mientras habla para intentar desentrañar ese secreto de naturalidad que habita a este hombre de 26 años que no se deja engañar por la fama o la fortuna; lo fatuo no le emociona, me dice antes de saborear un bocado de tostada. - La comida es lo tuyo… - Sí, caray. Si no hubiera sido actor me habría encantado ser chef. - ¿Cocinas en Sal Mestiza? Nunca me has contado cómo nació tu restaurante. - Cené con un grupo de amigos mexicanos en Madrid, teníamos ganas de ir a un lugar en donde sintieras que de verdad estabas comiendo como en los favoritos de México, entonces decidimos lanzarnos a esa aventura. Me divierto mucho, pues me gusta explorar y abrirme hacia nuevos mundos. A los cuatro años, Alejandro Speitzer apareció en Plaza Sésamo y a los cinco interpretó a Rayito, el pequeño protagonista de la telenovela Rayito de luz. Ha hecho 26 programas de televisión, diversas series para plataformas y películas. Un nuevo personaje por cada año de vida no está nada mal, le digo, él sonríe y dice que es afortunado de poder trabajar en lo que ama, pero quiere más.

Desea que su fama y prestigio sean significativos para los desamparados

Esta es una entrevista, pero Alejandro desvía la conversación, quiere hacer algo significativo con su fama, que el prestigio sirva de algo, dice con toda seriedad. Me habla de su afición por la fotografía y sus cámaras análogas que lleva consigo a todas partes, incluyendo esta noche en la que ya ha tomado varias fotos dejando su iPhone a un lado. Bebe un trago de agua y habla pausadamente.

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- Las personas sin hogar, los homeless me conmueven, cuesta trabajo imaginar una vida tan ruda como la de esas personas que sobreviven en las calles, bajo el frío del invierno. Les veo por las calles de Madrid, México o Nueva York y pienso en qué historias habrá detrás de esas vidas, es inquietante. Me pregunto muchas veces qué tiene que pasar por tu cabeza y por tu corazón para que, en lugar de ir a un refugio, decidas quedarte en la calle. Me gustaría ayudar, no sé cómo, pero me gustaría. Hablamos entonces sobre lo que significa el trabajo social, la defensa de los derechos humanos, la asistencia humanitaria. Alejandro Speitzer nació en Culiacán, Sinaloa; desde muy pequeño le llevaron a la Ciudad de México donde estudió y comenzó su carrera actoral siempre bien protegido por su madre. Le preocupa la violencia en México, habla de su tierra natal como si Culiacán fuera un animal herido que necesitara ayuda… -Es difícil explicarle a la gente en Europa cómo los mexicanos hemos aprendido a convivir entre tanta belleza y recursos naturales y la violencia que parece que no acabará. No perdemos la esperanza y yo no quiero perderla nunca, quisiera hacer algo por nuestro país, por la niñez, no sé. Cuando tenga hijos quiero que sepan que tenemos que construir un mundo más amable. Utiliza la palabra amable como la descripción de un lugar que puede ser habitado por el amor y no por la violencia. Habla mucho sobre el futuro, sobre imaginarlo y construirlo; es vehemente y gesticula con emoción. Le pregunto cómo es el futuro para este actor que recibió su primer premio como revelación actoral a los 19 años. - La verdad es que hubo un punto en mi vida… A ver, soy muy joven y decir hubo un punto en mi vida suena como si tuviera 45 años y todavía tengo 26. Pero sí hubo un punto, cuando cumplí 20 años, cuando ya empiezas a formarte como adulto, en el que trataba de planearlo todo, de visualizar mucho y nada de lo que planeaba sucedía; afortunadamente, sucedían cosas mejores. Así que entendí que debo trazar el camino, nunca estar cerrado a otras posibilidades que me plantea la vida. El mesero se acerca y nos pregunta si queremos algo más. Hemos dejado los platos vacíos, Alex le agradece y comenta sobre la comida, el mesero probablemente no le reconoce, pero queda abducido por la sonrisa amable del actor que siempre mira a la gente a los ojos mientras sonríe y escucha.

Escoge interpretar a personajes que lo reten

Pide un vino, le dicen que es ecológico sin químicos, acepta probarlo y brinda. Ahora está más cómodo, se ha quitado la chamarra, recarga el brazo en la mesa, da un sorbo al vino y dice que está emocionado con la serie que acaba de filmar. - Es un western, se llama La cabeza de Joaquín Murrieta. Cumplí mi sueño de trabajar al lado de Juan Manuel Bernal, es un gran actor con una carrera intachable, lo ha hecho todo y lo ha hecho bien, luego lo conocí y es un tipazo amoroso. Disfruté enormemente hacer un papel muy diferente a los que he hecho, muy lejano a Darío Guerra, mi psicópata machista de Oscuro deseo. En esta, mi personaje se llama Joaquín Carrillo, un salvaje entregado a las batallas de la fiebre del oro en California. Está situada en 1851, así que tuve que construir un personaje que entendiera su momento histórico. Esta serie me ilusiona porque es entretenimiento y aventura que –al mismo tiempo– explora la discriminación, el racismo, la xenofobia, el machismo… En fin, me gusta hacer papeles que exijan mucho de mí como actor y que digan algo, que planteen cosas para reflexionar además de entretener.

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Hablamos de cine y de pronto salen nombres de con quiénes le gustaría trabajar. - Aquí en España fue un privilegio trabajar con Alejandro Amenábar en La fortuna. Me gustaría trabajar con Almodóvar. Me llama la atención conocerlo, trabajar con él y entender su mundo, porque hay muchos directores talentosos, pero él es más que eso, tiene un estilo inconfundible y eso impone una exigencia como actor. - ¿Y en México? - Bueno, quisiera trabajar al lado de Demian Bichir y con Damián Alcázar, ambos me gustan como actores (suspira). Tengo ganas de hacer cine, aunque con la pandemia eso está complicado; espero pronto poder filmar un par de películas. Como directores me gustan Iñárritu y Cuarón.

La persona más importante en su vida: su mamá

Ahora bebemos vino. Nos ofrecen postre y él lo piensa dos veces, la fuerza de voluntad es importante para mantenerse en línea, así que se resiste y hablamos de su infancia, de su madre que es la persona más importante de su vida, el pilar de la familia: no puede evitar desear protegerla de cualquier sufrimiento. Ahora sabe que no puede, que a un hijo no le corresponde ese trabajo; sin embargo, lo intenta. Su rostro se ilumina cuando habla cómo su madre les cuidó de niños. - La infancia debería ser la etapa más bella de todas las personas, creo que por eso me siento orgulloso de las novelas que hice de niño, porque ahora conozco a muchos adultos que crecieron con esos personajes buenos, luminosos. Siento que fui parte de la infancia de muchos seres humanos, es muy hermoso ser parte de los recuerdos bonitos de la etapa más bella de la vida. En esa época aprendí a divertirme y a jugar con mi trabajo y al mismo tiempo ser disciplinado. Eso me dejó la televisión, una gran exigencia para hacer el trabajo rápido y bien. - Tu madre dice que siempre fuiste un señorcito. Alejandro Speitzer suelta una carcajada y confiesa que sí, que no era un desastre como otros niños actores. Creció prácticamente solo con su madre, sabía que para ella era difícil ser madre soltera y que él debía mejorar su vida, no complicarla. A los 15 años de edad, Alex manejaba un auto y administraba su propio dinero, entendía el esfuerzo que conlleva trabajar y ahorrar, y supo que ser responsable le daba seguridad emocional. Sus ojos se llenan de una luz peculiar, acaso conmovido. Parece humedecerse un poco cuando habla de cómo Gina, su madre, supo educarlo para vivir en la tierra, para no perder la cabeza ni ante el dinero ni ante la fama. Asegura que ella lo educó para ser un hombre íntegro, compasivo y seguro de sí mismo. Levanta su copa y antes de darle un trago dice que la vida está en la tierra, que todo lo demás que es ilusión no es la vida real, es otra cosa; que a él le gusta caminar con ambos pies sobre la tierra, y en el trabajo lo logra, en el amor lo intenta.

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- ¿España te arrebató el corazón? - Me gusta vivir en pareja, en compañía (dice sonrojado). La vida me sabe mucho mejor. Tengo un reto personal, entiendo que debo pasar más tiempo solo, aprender a conocerme. Ahora en Madrid paso mucho tiempo solo. Es sano no tener que vivir en pareja. Me hace bien caminar solo y descubrir quién soy en silencio, soy mucho más feliz ahora. - Romántico empedernido - Sí, sí, ahora estoy haciéndome preguntas. Uff, el amor es la base de la vida, nunca está de más, ni con mis amigos ni con quien sea mi pareja. A mí me define el amor, me gusta estar enamorado porque es el momento cuando me desprendo del ego y me entrego a la relación amorosa de forma totalmente incondicional. - ¿Vivir desde la cabeza o desde el corazón? - Desde el corazón… Siempre. - ¿Qué es lo más estúpido que te dicen tus amigos? - Que no debo expresar tanto el amor, mis sentimientos. Que debo ser más reservado. No me interesa, entiendo que hay muchas formas de ver el amor, pero no quiero sacrificar mi honestidad emocional. Hay pocas cosas tan bonitas como compartir la vida desde la honestidad y el amor. - ¿Hasta ahora cuál ha sido el personaje más complejo que has creado? - Gabino Falcón, en Alguien tiene que morir, fue uno de ellos. Un mexicano que llega a España durante el franquismo, es gay y se enfrenta al conservadurismo, la homofobia y a sus propios miedos. Manolo Caro es un gran director y me hizo sentir cómodo en Gabino. - En el western eres el opuesto radical ¿no? - Sí, con este nuevo personaje me salí por completo de mi zona de confort, es la magia de este trabajo. Creo que se me facilita transformarme y, mientras más complejidad tenga mi personaje, es mejor. - No le tienes miedo a ser un psicópata, pero sí a las arañas. - Soy aracnofóbico y no me gustan las serpientes; rodamos en Durango donde hay alacranes, arañas, serpientes… (gesticula como si estuviésemos en la montaña enfrentándonos a tarántulas y víboras de cascabel) y tuve que aguantar esos miedos a los animales (se ríe nervioso).

Para el director Manolo Caro, Alejandro Speitzer nació con estrella

El director Manolo Caro me dijo que Alejandro Speitzer es el claro ejemplo de una persona que nace con estrella, he’s got it, es un don intrínseco. Repite que su talento, aunado a su carácter, disciplina y belleza le han abierto muchas puertas que él ha sabido aprovechar. Caro asegura que trabajar con él fue muy fácil, porque está dispuesto a absorber el universo que plantea la historia que hay que contar. - Una locura de juventud… - Definitivamente convertirme en productor a los 18 años con la película Me gusta pero me asusta. Quería explorar un personaje masculino lejano a los lugares comunes del machismo, un norteño sensible. Desde siempre me interesa explorar la masculinidad no violenta, creo que existe en muchos hombres una actitud igualitaria o profeminista y necesitamos más personajes que la retraten, aprender a ser otro tipo de hombre, identificarse con ellos. - ¿Los hombres son más o menos machistas en tu generación? -Aunque hayamos crecido en un buen entorno, sí es cierto que la sociedad tristemente nos empuja a tener actitudes machistas, o a micromachismos (ríe). Mis amigos saben que yo soy el policía del machismo, de repente tenemos conversaciones y si hacen algún comentario misógino, lo señalo. Hablamos abiertamente de esos temas. Saben que leo mucho sobre masculinidad y respetan mi visión. Creo que sería genial salirnos de la camisa de fuerza del patriarcado, eso nos convertiría en una sociedad más sana, más amorosa, estaríamos conectados con todo, sin prejuicios. Mira, tengo una anécdota muy simple pero ilustrativa de nuestros prejuicios: un amigo me manda la foto de unos tenis que le habían encantado y yo le digo que se los compre. Responde que mejor no porque acaba de descubrir que son de mujer. ¿Y qué, no hay tu talla?, le pregunté riéndome. Al final se los compró porque entendió que es una tontería comportarse así, desde el miedo a ser juzgados por no ser totalmente masculinos. Esa parte del sexismo en la vestimenta es como un performance de género.

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- La fama, ¿te habita o la dominas tú? - Hay dos formas de vivir la fama: puedes vivirla solo con el reflector hacia ti o decidir que la fama, o sea tu voz como persona pública, puede ser útil a temas sociales. Para mí es importante tratar de ser congruente, levantar la voz en temas que me importan y que son mi responsabilidad también como artista, como los derechos de la infancia. Ahora estoy enfocado en dar apoyo a la Red Por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) que trabaja en mi país y América Latina: un grupo de organizaciones serias que desde hace años protege y defiende a niñas y niños, desde situaciones de pobreza y racismo hasta abuso y situación de calle o migración. Esa es mi elección. - ¿Una obsesión recurrente? - Me interesa comprender la mente humana, qué hace que una persona se entregue al dolor y otra sobreviva de forma optimista, la locura me llama la atención. Voy por las calles y me detengo a mirar a la gente, a observar de verdad. Deben pensar que estoy loco (se ríe y toca su pelo mientras ladea la cabeza). Otra obsesión es lograr darle a mi madre todas las cosas bellas y buenas que no tuvo en la infancia. Creo que merece ser feliz, sentirse amada y protegida.

El cine, una de sus grandes pasiones

Alejandro inclina la cabeza cuando escucha, de pronto entrecierra los ojos y piensa antes de responder a la pregunta sobre cómo crear a un personaje complejo como el psicópata de la serie Oscuro deseo. - Uno, normalmente, puede crear un arco dramático teniendo el principio y fin del personaje, pero en este caso trabajé de otra forma ya que en un inicio no tenía los capítulos completos y tuve que disponerme a experimentar mucho más con la intuición. Es cierto que tenía una base, la cual me generaba mucho ruido ya que Darío es un personaje muy alejado a lo que soy yo. Me costaba entender su personalidad así que me acerqué a mi psicólogo y junto con mis directores pudimos crearle un pasado que para mí era el sustento de sus acciones. En esta segunda temporada se cuenta mucho más sobre su pasado y me parece que pude conseguir plasmar cómo funciona un sociópata y de dónde viene este trastorno en él. Hablamos sobre cine, los proyectos que le gustaría hacer y los que le inspiran. Así a bote pronto le pido que me diga seis películas que estén entre sus favoritas. - Parece una pregunta sencilla, pero no lo es, porque sin duda tengo más de seis favoritas (suelta una carcajada). Te comparto las que me resultan especiales: Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach; A bronx tale, de Robert De Niro; Bitter moon, de Roman Polanski; La La Land, de Damien Chazelle; What’s Eating Gilbert Grape, de Lasse Hallström; y Call Me By Your Name de Luca Guadagnino.

Alejandro Speitzer levanta la voz contra el sexismo

- El movimiento #MeToo despertó una oleada interesante de discusiones sobre el acoso y el hostigamiento en el mundo del entretenimiento, pero también ha desatado conversaciones más interesantes. Has mencionado antes cómo es importante para ti no ser tratado como un actor-objeto de deseo. Casi nadie habla del papel que la industria juega en encasillar a los hombres en los paradigmas machistas… - Ahhh, sí, definitivamente hay mucho sexismo, que –como te dije antes– reproduce narrativas obsoletas sobre la identidad de género. Yo cada vez que puedo levanto la voz al respecto. Todavía tenemos mucho que aprender. Es importante que aprendamos a relacionarnos de una forma diferente.

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- Recuerdo aquella conversación en casa de Cecilia Suárez, en Madrid, con Manolo Caro. Señalabas lo importante que es entender que ustedes son artistas y no productos, que la industria no ha cambiado lo suficiente y hay hombres muy molestos con la propuesta de nuevos modelos que no se basen en el acoso y la cosificación de las y los artistas… - Sí, honestamente me cuesta entenderlo, y no solo en este tema, sino en la vida misma. La falta de empatía en el ser humano me genera mucho ruido. Esta claro que son muchos menos hombres que mujeres quienes han vivido una situación así, de acoso y ser tratadas como objeto. Como hombres no podemos ignorar la cantidad de mujeres víctimas que han levantado la voz y mucho menos despreciar una lucha tan compleja. Y que partiendo de que el acoso y abuso van muy ligados al hombre y al machismo, me parece que somos nosotros los que más atención deberíamos poner y reflexionar sobre nuestras actitudes, en vez de que la mujer tenga que vivir bajo alerta todo el tiempo. Cómo jóvenes debemos normalizar el poder señalar cuando algo no te está haciendo sentir cómodo y empezar a dejar el miedo que el poder de algunos muchas veces genera en nuestro mundo. - Claro, los actores necesitan a las casas productoras y viceversa. El ecosistema podría ser mejor para toda la gente involucrada, por eso las plataformas como Netflix, Fox, Disney y Amazon han creado manuales de equidad de género y de cero tolerancia al hostigamiento, ¿no? - Efectivamente, es un proceso educativo que debe involucrar a toda la gente. - Bueno, en un tema más alegre… ¿qué artistas te inspiran y hacia donde te gustaría llegar? - Admiro a Meryl Streep, Robert de Niro y Leonardo DiCaprio; para mí son grandes referentes de la industria, inspiración. - ¿Qué hizo la pandemia Covid con Alejandro Speitzer? - La pasé bastante bien con mi madre (comparado con otras personas que sufrieron mucho). Claro, estuvimos encerrados, nos contagiamos y nos cuidamos. Descubrí que tengo una afición a remontarme al dolor, como que tengo necesidad de recordar los momentos más dolorosos de mi vida, soy melancólico; descubrí que tengo que cambiar eso, no es sano recurrir a los recuerdos que te hicieron sufrir. También aprendí a leer, me concentraba muy poco, y de pronto comencé a leer más. Aprendí a vivir conmigo mismo. - La última vez que nos vimos llevabas un libro en la mano, háblame de tus lecturas… - Antes leía mucho sobre cine y actuación y ahora he leído más novela y ensayo; he devorado libros. Leí La insoportable levedad del ser y descubrí que Kundera hace reflexiones muy machistas. Me leí Normal People, de Sally Rooney; La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero; El salvaje, de Guillermo Arriaga; Tokio Blues, de Murakami… En fin, me emociona leer y aprender. Salimos, somos los últimos en el restaurante, es de noche y caminamos con tranquilidad. Él dice que valora enormemente caminar a cualquier hora por las calles sin miedo a nada. Le pregunto qué es lo que más le emociona en este momento de su vida. Saca su teléfono y me enseña fotografías y videos de la serie La cabeza de Joaquín Murrieta, producida por Dynamo y Amazon Prime: dice que tiene la calidad de los mejores westerns de factura norteamericana. Guarda su iPhone sonriendo. Detenemos a un taxi, me abre la puerta amablemente, despliega una sonrisa cariñosa y me abraza. Observo a este hombre que aparece en pósters de Dolce & Gabbana, Versace o Bvlgari, que ha sido calificado por la lista TC Candler como uno de los 100 hombres más bellos del mundo, incluso por arriba de Cristiano Ronaldo, Zac Efron y Mario Casas. Pero esa calificación parece importarle poco; para Alejandro Speitzer, el modelaje representa una faceta más de su carrera, la moda es una expresión artística y desde ese lugar se colocó Alejandro hace una semana, cuando viajó a Londres para ir al desfile de Dior, donde fue el único latinoamericano invitado. Lo cierto es que sabe disfrutar de la vida. Las luces navideñas aún iluminan Madrid. Alejandro se pierde en la noche caminando como un chico que sale a descubrir el mundo con los pies sobre la tierra, el hombre que deja las locuras para sus personajes más salvajes. Sigue leyendo...

Alejandro Speitzer, presente en el Fall 22 de Dior

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