En entrevista, el director de El Padrino, Epílogo: La muerte de Michael Corleone, nos cuenta los secretos tras la saga más famosa de todos los tiempos. Y cómo Martin Scorsese estuvo a punto de dirigir una de esas partes.
Por Mario P. Székely
Cualquier día es bueno para entrevistar a Francis Ford Coppola, incluyendo una tarde de noviembre en plena pandemia mundial. El realizador de la saga de El Padrino se sentó unos minutos en llamada “zoom” para, flanqueado por botellas de su viñedo, destapar las memorias del pasado y compartir su sentir —muchas veces de lucha contra viento y marea— para conseguir que los Corleone fueran abrazados por el mundo.
Con pretexto de los 30 años de El Padrino: Parte III, Coppola y Paramount Pictures, consiguieron estrenar una versión totalmente restaurada en 4K, con sonido digital envolvente y un nuevo corte supervisado por Coppola. Quien proveyó de un nuevo inicio, recortó escenas y le dio una nueva conclusión a la última imagen de Michael Corleone, antes de desvanecerse en sus memorias y el legado fílmico de la trilogía, que consiguió en total 19 nominaciones al Oscar y 9 estatuillas. Rebautizada como El Padrino, Epílogo: La muerte de Michael Corleone, el nuevo corte de Coppola tuvo proyección limitada en cines y puede ser rentada o comprada vía plataformas digitales, mientras que las nuevas y veteranas generaciones del cine, podrán sentarse a la mesa de Michael Corleone y experimentar su tragedia al intentar limpiar el apellido, salvar el honor de su familia y, de ser posible… salvar su propia alma. El filme estrenado en 1990 reunió en la pantalla a Al Pacino, Andy García, Diane Keaton, Talia Shire, Joe Mantegna, Bridget Fonda y Eli Wallach, entre un reparto que filmó en Estados Unidos e Italia, incluyendo la mítica Sicilia. ESQUIRE: Para usted, revisitar El Padrino ¿se vive como una reunión familiar? Coppola: Nunca fue mi intención hacer más de una película de El Padrino. Hice la primera, que se volvió una experiencia muy difícil para mí en esos inicios de los años 70. Yo era muy joven en aquel entonces. No tenía poder. Detrás de mí, estaba el personal del estudio Paramount dándome órdenes y lo único que yo quería hacer era tratar de estrenar la película, con mi mejor esfuerzo, aún cuando era muy distinto a lo que los ejecutivos tenían en mente cuando me contrataron para adaptar la novela de Mario Puzo. Yo quería hacer una película con actuaciones hermosas, con bella fotografía y linda dirección de arte. Y lo conseguimos; pero el problema fue que el estudio vio El Padrino y se topó con que era una película de temas oscuros e iluminación sombría, con actuaciones intensas, que competía con su idea de haber hecho una cinta comercial. Querían anunciarla como una película de gángsters con temática y estilo comercial —fue una experiencia muy dura para mí como realizador. ESQUIRE: Entonces, ¿cómo sucedieron las partes II y III? Coppola: Después del estreno, como le fue muy bien comercialmente, me dijeron: «Queremos que hagas otra». Porque yo creo pensaban que El Padrino era como la Coca Cola. Puedes hacerla una y otra vez. Y yo les dije: «No quiero hacer otra. Fue una experiencia muy difícil para mí. No quiero lidiar con eso otra vez». Incluso ya tenía yo en mente el tipo de historia que sería la segunda parte de El Padrino; porque siempre había tenido la idea de un padre y su hijo a la misma edad. A nivel de narrativa de cine, poder ir de una historia a otra. Si estamos con el papá, el hijo es un bebé y cuando estamos con el hijo, el papá es este hombre viejo que ya está al filo de morir. Si Paramount se animaba a contar así la nueva película de El Padrino, sería una secuela y una precuela a la vez. Serían dos filmes en uno.
Seis meses después ya teníamos las bases del nuevo guión y le dije a la gente de Paramount: «Muy bien, ya estoy listo para decirles al director que elegí» y ellos me preguntaron: «¿A quién tienes en mente?» Yo les respondí: «Martin Scorsese, quien es también italiano, tiene un talento fabuloso. Sabe incluso más de este tipo de género que yo. Es un brillante director, aunque haya hecho pocas películas (‘Who’s that knocking at my door’, ‘Mean streets’) hasta ahora; pero él va ser uno de los grandes realizadores de Estados Unidos». Me dijeron: «Absolutamente no. No vamos a darle esta importante película a un director cuyo estilo es de cine de arte». Yo les dije que si ése era el caso, que se olvidaran de mí. Que yo me iba a mi casa. Al día siguiente recibí una llamada del director de Paramount, Charlie Bluhdorn, quien era un hombre muy interesante, porque solía contarme historias de cómo había hecho su compañía Gulf & Western, luego dueña de Paramount.
Me dijo: «Francis, tus películas se van a vender como Coca Cola. Dime qué necesitas, porque quiero que filmes la siguiente». Yo le respondí: «Está bien. Garantízame que Paramount no va a intervenir en la realización de la secuela de El Padrino, diciéndome que no puedo hacer esto o lo otro. Además, quiero un millón de dólares —que pensé era ridículo, porque nunca había tenido más de 10 mil dólares en mi bolsillo, así que me avergonzaba al pedirlo—». Y les dije también: «Quiero llamarle a la película El Padrino: Parte II». Charles regresó diciéndome que Paramount no se iba a meter con mi visión creativa y que también me iban a pagar mi millón de dólares, pero que el departamento de mercadotecnia sentía que si titulábamos a la nueva cinta El Padrino: Parte II, el público iba a pensar que era la misma producción de El Padrino (1972) que ya habían visto, pero esta vez sólo la segunda mitad. Yo les dije: «¿En serio? Obvio, el público va a entender que es la segunda parte dentro de la historia global de El Padrino». Les dije que no haría la película si no le ponían ese título. Lo curioso es que el tema a debatir no fue el millón de dólares, sino el título de la secuela. ESQUIRE: Pasaron 16 años entre El Padrino: Parte II (1974) y El Padrino: Parte III (1990). ¿Qué nos puede compartir de su génesis? Coppola: Muchas cosas pasaron en esos años. La verdad es que pude hacer una carrera haciendo sólo películas de los grandes estudios. Me ofrecieron Network, Vaqueros de media noche… y yo les decía: «Quiero hacer películas inusuales. Hacer una película que nunca se haya hecho antes y que por lo tanto no sepa cómo hacerla», porque creo que lo que hace a una película grande es cuando un 10% de ella no sabes cómo hacerla. Y claro que lo probé en carne propia cuando hice Apocalipsis Ahora (1979). La cual no sabía cómo hacer. Tras hacer muchas películas, me metí en muchos problemas. También hice mucho dinero, y también perdí mucho dinero. Me fui a la bancarrota y luego salí de ella. Entré al negocio de los vinos también. Y luego, 16 años después me dijeron: «Queremos hacer El Padrino: Parte III.
Lo que puedo decir es que esas personas de Paramount eran muy buenas, no unos tontos. Todos eran unos caballeros; pero sí me pidieron que deseaban tener a El Padrino: Parte III para estrenarla en la Navidad de 1990, por lo que les dije que iba a darles todo mi mejor esfuerzo. Me senté a escribir con Mario Puzo, quien hizo el guión; pero lo único que yo podía recordar eran esas historias de Charlie Bluhdorn, quien me dijo una vez: «Cuándo hicimos El Padrino, ¿alguna vez te detuviste en las oficinas centrales de Paramount?» Y le contesté: «Fui un par de veces; pero siempre me sorprendió que casi no usabas tu oficina del estudio, porque la tenías en Beverly Hills».
Me dijo: «Nosotros no éramos dueños del estudio. ¿Sabes quién era el dueño?: El Vaticano». Yo le dije que no sabía (la santa sede llegó a tener el 5% de las acciones de Paramount). Y él me explicó que el Vaticano tenía una compañía de bienes raíces llamada SGI Immobiliare y que eran dueños de muchas propiedades, involucrándola en mucha corrupción. En fin, para fines de los 80, cuando ya Charlie Bluhdorn había muerto nos inspiramos en sus relatos para hacer El Padrino: Parte III. Yo le dije al escritor Mario Puzo: «Mario, ¿qué tal que Michael Corleone a estas alturas de su vida, desea limpiar su nombre por sus hijos? Él tiene a este niño y esta niña, porque ya perdió a su esposa… pero ahora quiere tomar esta cantidad enorme de dinero para donarla al Vaticano, y quiere tomar control con la Immobiliare —que es algo muy similar a la empresa que se adueñó de Paramount Pictures—». Así que le conté a Mario todas las historias que me habían contado y él las puso en el guión. ESQUIRE: ¿Cómo se siente que El Padrino y sus dos partes que siguieron conformen el legado cultural del cine en el mundo? Coppola: Pienso que es una película muy bella. También muchos hombres terribles como Saddam Hussein la han tenido en su lista de favoritas y eso nunca me ha dado orgullo. Al final, puedo decir que es un filme hecho por una familia sobre una familia. Para El Padrino: Parte III, pude tener a mi hermana (Talía Shire), quien creo que aparece bellísima. También quiero que la gente entienda que mi hija Sofia te conmovía mucho a esa edad de jovencita que refleja en la película y por eso la elegí. No creo se haya merecido las críticas severas. Se suponía estaba ella ahí para ser descubierta en la pantalla. – Conoce por qué deberías ver la saga de Star Wars en el orden de las películas de El Padrino.