Luis Gerardo Méndez es, sin lugar a dudas, uno de los actores más reconocidos y polifacéticos de México, desde hace más de una década. El actor nacido en Aguascalientes llegó a vivir a la CDMX desde muy joven con la firme convicción de realizarse como actor. Experimentó los episodios propios de un joven intérprete que busca abrirse paso y hacer camino en una industria que busca insaciablemente nuevos talentos que puedan llegar a convertirse en verdaderas estrellas. Su habilidad para brindarle a sus personajes personalidad y profundidad lo condujeron a participar en proyectos de cine, televisión y teatro. Los primeros papeles que tuvo la oportunidad de interpretar en el amanecer de su trayectoria ya dejaban ver su versatilidad y un evidente carisma que más tarde se traduciría en una conexión fuerte con las audiencias.
Luis Gerardo Méndez en su momento cumbre
Fue en el año de 2013 cuando la carrera de Luis Gerardo comenzó a tomar un rumbo ascendente a una velocidad meteórica que lo convertiría en uno de los personajes más populares de México y más allá de nuestras fronteras. El vehículo que lo propulsó hacia el estrellato fue el trancazo de taquilla titulado Nosotros los Nobles, donde compartió créditos con Gonzalo Vega, Karla Souza y Juan Pablo Gil. La comedia se convirtió en la película mexicana más taquillera y más vista de la historia después de siete semanas de haberse estrenado en las salas de cine y once años después aún resuena en el imaginario colectivo del país. Méndez destacó con luz propia en la cinta dirigida por Gary Alazraki interpretando al junior malcriado y alegre Javier Noble, mejor recordado como Javi Noble. Después de causar risas múltiples con los Nobles comenzó una etapa distinta en su trayectoria, la de protagonista de historias en el cine y televisión con papeles que nos dejaban ver más cada vez más el amplio espectro de este encantador e interesante hidrocálido.
Proyectos como Club de Cuervos, Camino a Marte y Bayoneta dejarían muy claro que Luis Gerardo no era un actor al que el encasillamiento lo fuera a atormentar artísticamente. Su disposición por explorar nuevos terrenos en materia de actuación lo llevaron a ampliar su rango y comenzar a consolidar su camino de manera sólida. Sus participaciones en producciones como Misterio a Bordo, al lado de Jennifer Aniston y Adam Sandler, el reboot de Los Ángeles de Charlie o Narcos de Netflix aumentaron su estatus como estrella indiscutible y él no pensaba en detenerse pronto. A su vez, también se incrementó su presencia en distintas campañas publicitarias para marcas reconocidas que buscan impulsar sus distintas creaciones. Recientemente se convirtió en embajador de Breitling, una de las firmas relojeras más prestigiosas del mundo, algo que ha disfrutado hacer y lo tiene contento. Esta colaboración resalta su estilo sofisticado y su personalidad dinámica, convirtiéndolo en un embajador ideal para la marca, que busca fusionar elegancia y funcionalidad en sus productos. Ambos han podido conectar con un público conocedor que valora tanto la precisión como el estilo clásico, cualidades que el actor proyecta en su vida y profesión.
Han transcurrido once años desde que su nombre e imagen comenzaron a ser familiares para el público, algo a lo que muchos aspiran, pero solo algunos pueden lograr.
Conversamos con Luis Gerardo Méndez, el genio de 42 años, una tarde nublada de sábado al interior del Hotel Sofitel de la Ciudad de México poco después de finalizar la sesión fotográfica que ves en las páginas de nuestra revista impresa y en la portada de Esquire. De buen humor y entusiasmado por las fotografías capturadas, nos sentamos a hablar de su debut como director de cine con la película de 2024 Technoboys, el paso del tiempo, su relación con la alta relojería y el gran momento que atraviesa su carrera desde hace rato.
ESQUIRE: ¿Cómo te sientes en este momento de tu carrera?, ¿Cómo lo describirías?
Luis Gerardo: Me siento muy pleno, me siento muy agradecido. Hay una cosa muy linda, cuando dejas de tener esta sensación de querer demostrar, ¿no? Y como de querer buscar validación, que durante los primeros años de mi carrera era como muy latente. Creo que es normal de cualquier artista y en cualquier ser humano cuando estás empezando en tu carrera, estar buscando la aprobación, la validación. Te puedo decir que en los últimos dos años apenas he empezado a sentir que comienzo a superar esa etapa y empiezo a hacer las cosas que realmente quiero hacer sin pensar tanto en la opinión de los demás, y eso es muy liberador. Sigo siendo muy perfeccionista y muy neurótico, pero por mis gustos y por mis referencias, y por las cosas que me gustan.
Las películas que veo, las obras de teatro que me emocionan, las series que me atrapan, pues obviamente quiero que lo que yo hago se acerque lo más posible a esos proyectos. Entonces hay una exigencia que está ahí, pero que sirve para otro propósito, que no es estar buscando la validación de alguien más y creo que eso es algo que me tiene más contento y más relajado en mi carrera.
ESQ: ¿Cómo ha cambiado para ti la noción del tiempo, a través de las diferentes etapas de tu vida y de tu carrera?
L.G. Eso es muy cabrón (sic), porque ahora siento que el tiempo se va mucho más rápido. Creo que eso obedece a que cuando estás en tus veintes, cuando empiezas o estás en tu adolescencia, no hay una referencia del tiempo que falta, tienes la referencia del tiempo que llevas viviendo y los primeros años de la infancia. Uno no tiene memoria de eso, y no tienes una noción de esos primeros años, porque no hay muchas memorias de eso, pues en realidad sientes que te falta un chingo de vida, ¿no? Y creo que justo llegando a los 40, el tiempo se va volando y eso es una sensación que no me encanta, pero que me ayuda a escoger mejor mis batallas y a priorizar mejor.
Es algo que empecé a sentir desde que cumplí 35. Disfruto mucho hacer mi trabajo, pero cada vez, busco más espacios para mis amigos, para mi familia y para mí. Se me ha quitado un poco el hambre también, te diría que, en los últimos dos o tres años. Pero creo que más que la edad tiene que ver con los sueños que vas cumpliendo, ¿sabes? Como que le vas poniendo check a la lista de cosas que quieres hacer y he sido muy afortunado de poder, pues eso, hacer películas, teatro, musicales, trabajar en México y en Estados Unidos, entre otros países. Tener la película más taquillera de la historia del país y también la que menos gente vio, llenar el teatro de los Insurgentes, pero luego hacer obras de teatro en el Centro Cultural Universitario con diez personas en el público. Trabajar en Hollywood, con mis ídolos de la infancia. Pues de pronto llega un momento en el que dices ‘¿qué más?’ y creo que esa respuesta ya no está fuera, sino que está dentro de mí y ese momento es bien interesante, es fuerte.
Lo que pasó fue que yo tenía referencias, tenía actores que eran mis referencias y después, cuando trabajas con estos actores, los conoces y te das cuenta del ritmo de vida que llevan. Muchas veces tienen alguna enfermedad por el estrés o que en realidad no son tan felices por la cantidad de carga de trabajo y el poco tiempo que tiene para ver a su gente más querida, eso me hizo cuestionarme mucho quiénes eran mis referencias. Entonces fue algo como “ok, llevo persiguiendo 20 años ser como estas personas y ahora que las conozco no sé si quiero eso en mi vida”. Empiezo a priorizar más eso. Ahora que dirigí Technoboys que fue mi primera película, para mí era muy importante hacer una buena cinta, pero era más importante ser un director que la gente disfrutara trabajar conmigo. No ser un neurótico, perfeccionista gritón en el set, sino que fuera un ambiente relajado, entonces me fui a tomar un retiro de silencio de tres días la semana antes de empezar a filmar con el único objetivo de no volverme loco en el set, porque yo soy muy neurótico y soy muy obsesivo, entonces no quería hacer ese director en el set.
Me funcionó muy bien para el set, pero me funcionó mucho mejor para la vida como que entendí muchas cosas, me cayeron muchos veintes y sí creo que por ahí viene un poco esta cosa que te comento, no diría que se me quitó el hambre por completo, pero siento que desacelerar a veces es interesante.
ESQ: Hablemos del tiempo, y lo que representa para ti. Durante tu carrera han habido muchos cambios y transformaciones, ¿Qué es lo que más te gusta de tu pasado, presente y futuro?
L.G. De mi pasado lo que más me gusta… pues es que cada vez en el pasado se juntan más años, se vuelve más extenso. Probablemente el momento más feliz de mi vida fue al principio de mis veintes, cuando empecé a estudiar actuación, ahí fue donde hice a mis grandes amigos que son como mis hermanos ahora. Fue donde descubrí realmente la pasión que tenía por la actuación y por lo que quería hacer. También es donde empecé a entender quién era yo realmente, qué quería, quién era. Creo que eso pasó en los primeros años de mis veintes y creo que eso es muy disfrutable.
De mi presente lo que más disfruto es la tranquilidad, la independencia financiera es cabrona (sic) también, o sea, es algo con lo que soñé desde que era joven. Cuando llegué a la ciudad de México vivía con tres mil pesos mensuales ahora eso ha cambiado y es una muy bonita sensación. Disfruto mucho a mis amigos, mi familia, la gente que tengo cerca y la posibilidad de elegir los proyectos que quiero hacer. Creo que disfruto mucho tener mi casa productora y poder perseguir y tratar de desarrollar los proyectos que me emocionan, como actor llevo 20 años contando las historias de otras personas que son increíbles, pero hay algo muy mágico y muy especial de contar tus propias historias y de querer poner tu voz ahí afuera, de darte cuenta que si hay una historia con la que conectas pues tú la puedes realizar y eso es increíble.
De mi futuro, pues no sé, no tengo ni idea. Antes decía que me gustaría retirarme a los 50 y cada vez me doy cuenta que eso no va a pasar porque me gusta mucho mi trabajo y creo que poder hacer una película cada dos años sería el sueño, pero sí me veo disfrutando mucho. Tengo una casa en Oaxaca que está cerca del mar, que me tardé cinco años en construir y que nunca voy porque nunca tengo tiempo, entonces me gustaría poder disfrutar de esas cosas. Me gustaría poder disfrutar lo que he cosechado.
ESQ: ¿Recuerdas cómo fue tu primer acercamiento con la relojería?
L.G. La verdad fue después de Nosotros los Nobles, o sea, después de hacer esa película fue cuando las marcas me voltearon a ver. Las marcas de lujo empiezan a acercarse contigo y te empiezan a regalar cosas, relojes y ropa. Mi cabeza estaba en otro lado y poco a poco he ido adquiriendo el gusto y entendiendo, cuál es el valor de estas cosas, más allá del financiero. Porque es especial tener un reloj, lo que significa y por qué puede ser un buen regalo y el valor del tiempo, creo que ese es el significado interesante de la relojería, más allá de lo que cuesta un reloj. Creo que va más por el lado de ser un recordatorio del valor del tiempo.
ESQ: ¿Cómo ha sido para ti la experiencia de colaborar con una marca como Breitling?,
L.G. El trabajar con gente tan apasionada por lo que hace. Encuentro paralelismos muy interesantes en la pasión que puede sentir alguien por hacer una película o hacer un reloj. Hace unos días estuve con Georges Kern, CEO de la marca, vino a México porque inauguramos una boutique en Masaryk, CDMX y estuve platicando un buen rato con él. También es productor de cine o quiere producir películas, entonces encontramos un buen paralelismo, entre la pasión que siente por hacer relojes y por hacer cine.
ESQ: Ahora que has colaborado con la manufactura de Breitling, ¿qué piezas te han sorprendido y gustado mucho?
L.G. El modelo Chronomat B01 42 que usamos para la portada me parece espectacular, creo que es una pieza muy única, muy potente y fuerte. Tengo dos relojes que me regalaron que me parecen increíbles. Uno es el Chronomat B01 42 Triumph y el otro, es Avenger B01 Chronograph 44, ambos me encantan.
ESQ: ¿Alguna vez te imaginaste estar usando una pieza de relojería, así de espectacular?
L.G. Para mí, la relojería y la moda son regalos muy lindos, en este sentido tengo un equipo que me ayuda a elegir lo que me pongo. Fernando se encarga de vestirme, es el mejor y Lanco es mi publicista y él trabaja con Fernando, juntos se encargan y ese es su expertise. Es importante tener un equipo que te asesore. Entonces cada vez trato más de delegar. Es algo que aprendí dirigiendo mi primera película, aprendí a decir, “no sé”, antes era como “ay, tengo que tener una respuesta para todo” cuando dirigí esta película fue saber que no tengo por qué ser experto en todo, por eso tengo un equipo de cabezas creativas que son los mejores en lo que hacen y uno únicamente tiene que decidir entre verde o rojo.
ESQ: Hablando de tu debut como director, ¿cómo y cuándo empezó a gestarse este deseo de realizar tu primera película, desde la dirección?
L.G. Desde que hice mi primera película como actor. Siempre he sido muy curioso y desde que hice mi primera película tenía este deseo de asomarme al monitor, de ver que parte de lo que estoy haciendo se está plasmando en la cámara. Eso es complejo porque como actor tienes que confiar mucho en tu director, hay directores a los que no les gusta que los actores se asomen al monitor. Desde que empecé tenía esta necesidad de ver el monitor porque muchas veces en una escena puedes estar sintiendo algo muy intenso y piensas, “conecté cabrón con la emoción” (sic) y después lo ves en el monitor y no está porque la cámara, a lo mejor te tenía de perfil o no tenías la luz en los ojos que necesitabas. Entonces esa curiosidad me llevó a estar todo el tiempo detrás del monitor y tuve directores y directoras muy generosos que vieron esa curiosidad que yo tenía y que el noventa por ciento del tiempo me dejaban acercarme y yo les preguntaba cosas como, “¿Para qué sirve eso?, ¿qué lente estás usando?, ¿cómo pones el Dolly y cómo decides qué movimientos de cámara necesitas?” Llevo 21 años haciendo películas y me gusta pensar que esa fue mi universidad. Me ha tocado trabajar con todo tipo de directores, con Juan José Campanela que tiene su Oscar en casa, pero también con directores de comedia que han hecho las películas más taquilleras de la historia y directores de cine independiente. He tenido la oportunidad de ver cómo trabajan mentes muy diversas de muchas nacionalidades, de muchas sensibilidades y eso ha sido una gran escuela. Yo creo que, si no hubiera tenido directores tan generosos, pues no me hubiera sentido listo para dirigir una película.
Por otro lado, Gary Alazraki que es un gran amigo mío, el director de Nosotros los Nobles y Club de Cuervos, fue fundamental para que yo me animara a dirigir porque él me dio el empujón, me aventó a dirigir cuando estábamos haciendo Club de Cuervos. Hubo un día que iba a nacer su primera hija mientras estaba en el set y de pronto le llegó la llamada del doctor que le dijo que se tenía que ir corriendo al hospital, eran como las 3 de la tarde y ese día íbamos a terminar de filmar a las 8 de la noche.
Vi cómo se puso blanco, me empujó y me dijo “vas, faltan dos escenas, dirígelas, tú sabes hacerlo. Nos vemos mañana, adiós” y se fue. Todo el equipo me volteó a ver y me di cuenta que en realidad si estaba listo por lo menos para dirigir esa escena. No sé si una película o una serie de televisión o conceptualizar el universo de una película o una serie, pero ahora sí me sentía listo y me animé a hacerlo, muy inspirado porque alguien vio algo ahí que valía la pena.
ESQ: Recientemente dirigiste tu primera película, ¿cuál fue la mayor diferencia que encontraste entre cómo te imaginabas que iba a ser esta experiencia y como realmente fue?
L.G. Pensé que la filmación iba a ser algo muy estresante y terminó siendo el momento más gozoso de mi vida probablemente. Fue una experiencia súper lúdica, nunca sentí que estábamos trabajando, sentí que todo el tiempo estábamos jugando porque estaba rodeado de amigas y amigos. Fue regresar a trabajar con Karla Souza, no habíamos trabajado juntos desde Los Nobles y es una gran amiga mía, con Fernanda Castillo, Joaquín Ferrera, Fernando Bonilla, con muchos actores y actrices que son muy amigos y que además respeto.
Los respeto mucho, pues todos son pesos pesados no solamente del cine, sino de la comedia, entonces eso volvió el set un lugar muy divertido, lo disfruté profundamente. Por el contrario, la preproducción de la película, todo el proceso de planeación, de conceptualizar la película y de tomar todas estas decisiones. De pronto tienes a veinte personas preguntándote de qué color es la chamarra de tal personaje, acerca de los movimientos de cámara vamos a tener, entre otras cosas.
Por supuesto que me parecía que iba a ser muy emocionante y lo fue, pero también fue muy angustiante. Tener que tomar tantas decisiones, cuando vengo de ser actor veintidós años y únicamente te preocupas por ti. Los actores tenemos un trabajo increíble, pues llegas al set haces lo tuyo, metes gol, te vas y te olvidas de la película o de la serie. Te invitan a la premier, un año después y ahí estás y tienes toda la gloria y los aplausos, pero un director o un productor pasa cinco o diez años desarrollando una película y de pronto como actor se te olvida eso. Entonces ahora valoro mucho más el trabajo del director, pues a veces los actores podemos ser muy divas, pero cuando tengo que estar del otro lado, agradeces mucho cuando los actores y las actrices son tan profesionales.
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