Es un biker en toda regla y en cada oportunidad que tiene monta alguna de sus Harleys o su BMW para devorar kilómetros.
Por Víctor Martínez Ranero Estilismo: Rodrigo Alcántara Maquillaje y Peinado: Marcela Rendón Fotos: Jimena Zavala Aventurero por naturaleza, así se describe Sebastián Rulli, un hombre que vive al máximo cada momento. Conversamos con el actor sobre su pasión por las actividades que generan una descarga de adrenalina, entre las que destaca el motociclismo. Te retamos a leer esta historia y no querer hacer lo mismo. El origen de su pasión. A los 24 años de edad, Sebastián se encontraba de viaje en la Riviera Maya y tomó una decisión que le cambiaría la vida. Necesitaba un vehículo para llegar a un hotel y en vez de rentar un auto, optó por una motocicleta. “Renté una Harley-Davidson y a partir de ese momento no me quise bajar nunca más. Me hice biker de corazón y hueso colorado”, relata.
Esa experiencia lo motivó a comprarse su primera moto, una Harley-Davidson Heritage Springer 2004 que aún conserva. “Es mi consentida. Es la moto que espero no tener que vender jamás y que quede para mi hijo”. Cualquiera que se haya unido a la hermandad de las dos ruedas se sentirá identificado con ese deseo. Tu primera moto siempre es especial, no importa si se trata de una motoneta de 125 cc o una chopper de 1,800 y, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los autos, las motos no suelen perder su atractivo con el paso de los años. Esa Springer 2004, con motor V-Twin refrigerado por aire, será tan impactante en unos años, cuando su hijo, Santiago, la conduzca, como el día que salió de la fábrica.
El único momento que cuenta es ahora
Conducir una motocicleta implica un riesgo. Es inevitable. Pero, como explica Sebastián, la vida misma es un riesgo y hay que asumirlo, sin miedo pero con una dosis de prudencia. “Estás expuesto todo el tiempo y esa sensación de riesgo te da la posibilidad de estar presente al 100% contigo mismo, sabiendo que la responsabilidad es tuya y que tú eres el único que puede salir adelante”. Nunca es tan cierto ese verso del famoso poema de William Ernest Henley: “Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma”, como cuando el viento te golpea la cara y tienes un potente motor rugiendo entre las piernas.
En cuanto a las precacuciones indispensables, Sebastián recomienda lo siguiente: “Primero que nada, informarse de cómo funcionan y lo importantes que son los sistemas de protección, tanto guantes como casco. Hay que conocer la máquina y no subirse a cualquier moto sin saber que está en buenas condiciones”. Una vez que tengas las habilidades necesarias y cuentes con el equipo de protección, lo único que resta es disfrutar. “No queda de otra. Hay que disfrutarlas, amarlas y nunca combinarlas con el alcohol o el cansancio. El resto que sea historia”, afirma con seguridad.
La vida es un viaje
El destino no es tan relevante como las experiencias que se viven en el camino. Eso es lo que impulsa a los bikers a aventurarse cada vez más lejos. Sebastián tiene mucha experiencia en este sentido, pero aún no está satisfecho. “He hecho varios viajes de muchísimos kilómetros en poco tiempo. El más largo fue el último que hice, fueron 11,500 kilómetros en 16 días, recorriendo Estados Unidos. Me encanta hacer esos viajes con mi grupo de motos, Leyenda. Ahora por la pandemia no se ha dado, pero espero próximamente volver a rodar por muchas horas varios días seguidos”.
Su pasión por las motos ha impactado también a su trabajo. Es el caso de su proyecto actual al aire, Los ricos también lloran, por Las Estrellas, donde interpreta a Luis Alberto. “Me encanta que el personaje tenga esa apariencia de alma libre, que le guste la adrenalina y que siempre viva al límite. Él encuentra en la moto su centro y su escape de todos los problemas”. Aunque difieren en muchas cosas, en lo que respecta a las ganas de vivir al máximo, Sebastián nació para interpretar este papel. ¿Su siguiente reto? “Hacer el curso de paracaidismo y hacerlo solo”, cuenta muy emocionado. “Ya lo he hecho un montón de veces en tandem, pero espero este año poder experimentar la sensación de volar en caída libre completamente solo”. Nos despedimos de Sebastián motivados para salir a aprovechar cada día, con la seguridad de que nos lo encontraremos en el camino.