“No puede haber mejor trabajo en el planeta para un actor” dice Kieran Culkin. Era finales de febrero pasado y estaba acurrucado en un banco de un bar de cócteles en Brooklyn. Se refiere, por supuesto, a su papel en Succession, la exitosa comedia negra de HBO que se convirtió en un gigante de los premios sobre la familia Roy, excesivamente rica y cómicamente sedienta de poder, propietaria de un gigante ficticio de los medios globales. Durante seis años, Culkin interpretó a Roman, el segundo más joven de los cuatro hijos de Logan Roy, travieso, obsceno e interminablemente observable. Ha recibido dos nominaciones al Emmy y tres al Globo de Oro; el año pasado, ganó un Critics Choice Award. Pero el mejor trabajo del planeta llegó a su fin. El creador de Succession, Jesse Armstrong, reveló que su cuarta temporada fue la última.
Culkin, que tiene cuarenta años y creció en Manhattan, se deslizó en el bar después de acostar a sus hijos y rápidamente pidió un Martini. Es tan ingenioso como te imaginas; es fácil ver el Kieran en Roman. Pero esta noche, está de un humor pensativo. En treinta y seis horas, abordaría un avión con destino a un lugar no revelado públicamente para filmar las últimas escenas de Succession. Su cabello estaba recién cortado y ligeramente engominado; su constitución, esbelta; su atuendo, casual de negocios.
Se mira a sí mismo, evaluándose. “No es así como me visto normalmente”, dice. El guardarropa de Culkin se asemeja más a una selección del perchero de camisetas gráficas en su tienda vintage local; es más probable que use una t-shirt de Randy Savage “Macho Man” que una Tom Ford. Jazz Charton, su esposa durante diez años, describe así su estilo personal: “Te vistes como si estuvieras entre edades o mundos”.
Para esta ocasión, sin embargo, se ha hecho adulto. “Nunca salgo”, dice Culkin. Su hija tiene tres años y su hijo tiene veinte meses - “así que decidí que quiero disfrazarme”. De hecho, se parece muchísimo a... Roman Roy. Eso es en parte porque está usando la ropa de Roman. Culkin señala sus pantalones azul marino. “Robé esto del guardarropa”. ¿El abrigo? Un recuerdo de la primera temporada. “Lo vi en mi estante. Pensé: ‘Ustedes no pueden reutilizar esto. Literalmente hay agujeros de polilla en él. Me lo llevo’”.
Filmar un programa sobre los extremadamente ricos significa que puedes hacer cosas extremadamente ricas. Succession llevó al elenco y al equipo a opulentas villas y espaciosas cabinas de helicópteros en todo, si no en el mundo, al menos en Europa. Por elegante que suene, Culkin jura que no hubo tiempo para deleitarse con eso. “Filmamos en Croacia, por ejemplo”, dice. “Estábamos en un yate. Mi esposa estaba embarazada de ocho meses y estaba sola en el verano, y yo estaba como, lo siento mucho, cariño, no es mi intención estar lejos. Estoy trabajando muy duro aquí". Ella dice, ‘Oh, ¿sí? ¿En tu puto yate en Croacia? Yo estaba como, '¡Es un set!
Kieran Culkin nos habla de la filmación de Succession
Camisa, pantalones y corbata de Prada; camisa, Celine de Hedi Slimane; guantes, de Wing & Weft Gloves; gafas de sol, de Dolce & Gabbana; collar Love y reloj Tank Must, de Cartier; collar ID, de Pattaraphan; pulsera de cadena, de Chrome Hearts; pulsera Gem Dior, de Dior Fine Jewelry; reloj Rolex, del propio Culkin.
Billy Kidd
¡Estoy trabajando doce horas al día! Pero no puedes sentirte mal por mí. Incluso para mi esposa, que lo entiende todo, todavía parece que estoy en un yate en Croacia”. Las demandas del trabajo no eran un problema para Culkin antes de tener hijos. Pero ahora “siento que, lo que se supone que debo hacer es ser un padre que se queda en casa”, dice, “y cualquier cosa que me aleje de eso está mal”. Pica una ostra Rockefeller.
Para la última temporada, la serie lo llevó, entre otro lugares a Noruega. Traer a su joven familia no era práctico con el exigente calendario de producción. En el transcurso de once días, Culkin cambió de hotel cinco veces y solo una vez durmió en la misma cama dos noches seguidas. Estaba rodeado de esplendor natural, pero se dio cuenta de que extrañaba a sus hijos. “Como que rápidamente caí en una depresión”, dice. “Hay algo en estar en un lugar tan hermoso en el que nunca había estado antes, rodeado de estos magníficos vados, que solamente acentúa lo miserable que puedes ser”.
Culkin logró atrapar un raro momento de paz. Una mañana, el elenco y el equipo se reunieron en la cima de una montaña para filmar. En el camino, estaba absorto en su guion, ajeno a las vistas cada vez más amplias. “Estoy caminando por la montaña, pensando, Oh, vamos a hacer esta escena hoy. Oh, mierda, está bien. Oh, y tengo mucho que decir”. Pasaron medio día filmando una escena “bastante intensa”. Después de que el grupo se trasladara a una elevación más baja, donde estarían filmando el resto del día, Culkin se dio cuenta de que en realidad no había mirado más allá del set de filmación. Entonces, durante un descanso, volvió a subir por el sendero. Cuando llegó a la cima, se sentó en una roca y, durante diez o quince minutos, respiró el fresco aire nórdico, permitiéndose disfrutar de la vista desde la cima. “Sí, eso fue hermoso”.
