El instante final: ¿Qué pensamos y sentimos al morir?

El estudio de la actividad cerebral en los últimos momentos de vida nos está ofreciendo una nueva perspectiva sobre lo que sucede en nuestro cerebro cuando nos acercamos al final.

que-pensamos-y-sentimos-al-morir.jpg

UNSPLASH

La muerte, ese último gran misterio de la vida, ha fascinado a filósofos, científicos y pensadores durante siglos. Si bien aún no podemos afirmar con certeza qué ocurre en el preciso instante de la muerte, la ciencia ha comenzado a desvelar algunos de los secretos de ese momento trascendental. En particular, el estudio de la actividad cerebral en los últimos momentos de vida nos está ofreciendo una nueva perspectiva sobre lo que sucede en nuestro cerebro cuando nos acercamos al final.

La actividad cerebral: ¿realmente se apaga?

Hasta hace no mucho, se pensaba que el cerebro dejaba de funcionar en el mismo momento en que el corazón dejaba de latir. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado lo contrario. Un estudio realizado en 2013 con ratas de laboratorio reveló que, tras un paro cardíaco, el cerebro no se apaga de inmediato. De hecho, se observó un incremento en la actividad cerebral tras el cese de la circulación.

Más recientemente, un equipo de científicos logró registrar la actividad cerebral de un ser humano durante los últimos momentos de vida. Sus hallazgos fueron sorprendentes: en los primeros 30 segundos después de la detención del corazón, se produjo un aumento significativo de un tipo de ondas cerebrales llamadas ondas gamma. Estas ondas, asociadas a funciones cognitivas avanzadas como el recuerdo de experiencias pasadas, la meditación o la concentración, sugieren que, en su última transición, el cerebro humano podría permanecer sorprendentemente activo y coordinado.

cerebro-antes-de-morir.jpg

UNSPLASH

Las experiencias cercanas a la muerte (ECM): más allá de la ciencia

Muchos individuos que han estado cerca de la muerte y han sobrevivido han relatado experiencias similares, conocidas como experiencias cercanas a la muerte (ECM). Un estudio reciente indicó que hasta un 20% de los sobrevivientes a un paro cardíaco experimentan algún tipo de ECM, lo que lleva a la ciencia a preguntarse: ¿qué está ocurriendo realmente en esos momentos?

Entre las experiencias más comunes de quienes atraviesan esta frontera se encuentran sensaciones como la separación del cuerpo, la visión de una luz brillante al final de un túnel, sentimientos de paz, encuentros con seres queridos fallecidos e incluso la revisión de momentos clave de la vida. Estos fenómenos han sido tradicionalmente interpretados desde una perspectiva espiritual, pero los avances científicos comienzan a arrojar luces sobre una posible explicación biológica.

Las ondas gamma, vinculadas a la memoria y la conciencia, podrían ser las responsables de algunas de estas sensaciones. La teoría es que, cuando el cerebro está en su última fase de actividad, puede recuperar fragmentos de recuerdos pasados, lo que explicaría por qué muchas personas informan haber revivido eventos significativos o haberse sentido en paz durante sus últimos momentos.

La corteza somatosensorial: ¿el último reflejo de la conciencia?

Un estudio reciente llevado a cabo en la Universidad de Míchigan registró la actividad cerebral de varios pacientes en el momento de su muerte. En dos de ellos, tras la desconexión del soporte vital, se observó un aumento de la frecuencia cardíaca y una intensificación de las ondas gamma en una zona muy específica del cerebro: la corteza somatosensorial. Esta área del cerebro, que se encuentra en la parte posterior y superior del cráneo, está vinculada a las sensaciones corporales, los sueños y las alucinaciones visuales.

Los investigadores sugieren que este aumento en la actividad podría ser un reflejo de la “revisión” de la vida que muchos pacientes informan durante las ECM, o incluso un último intento del cerebro por procesar y almacenar recuerdos antes de la desconexión definitiva.

¿Dolor o paz al morir?

Una de las preguntas más inquietantes sobre la muerte es si realmente sentimos dolor al morir. Según los expertos, la respuesta parece ser no, al menos no en el sentido en que normalmente entendemos el dolor. El proceso biológico que ocurre cuando el cuerpo se aproxima a la muerte parece alterar la percepción del dolor de manera significativa.

Estudios han demostrado que, en los momentos finales, el cerebro libera neurotransmisores como la serotonina y la noradrenalina, los cuales tienen efectos calmantes y analgésicos. Además, en las últimas horas de vida, el cuerpo experimenta una disminución gradual de la sensibilidad, lo que también reduce la capacidad de sentir dolor. Las personas a menudo pierden el apetito, la capacidad de hablar y la visión antes de que el oído y el tacto desaparezcan, lo que podría explicar por qué muchos enfermos terminales reportan sentir la presencia de sus seres queridos en esos momentos.

Implicaciones éticas y científicas

Más allá de la fascinación científica, estos descubrimientos abren debates importantes sobre cómo abordamos la muerte y el final de la vida. Comprender mejor los procesos cerebrales que ocurren en esos momentos podría mejorar los cuidados paliativos, permitiendo que el final de la vida sea más humano y menos doloroso. Además, la capacidad de determinar con mayor precisión el momento exacto de la muerte tiene implicaciones en decisiones médicas, como el uso de soporte vital y la donación de órganos.

Te interesará
Los avances científicos de 2024 están abriendo nuevas fronteras en la medicina, la tecnología espacial y la biotecnología.
Este destino del norte de Wisconsin combina tradición escandinava con hermosa naturaleza.
Practicar senderismo en solitario puede llevarnos a situaciones imprevistas, como perderse en la vastedad de las montañas.
¿Cuándo y cómo verlo con claridad? Te lo decimos todo.
La trágica muerte de Liam Payne, exintegrante de One Direction, en Buenos Aires ha tomado un giro inesperado tras la detención de tres personas presuntamente implicadas en el caso
La cifra de muertos por la DANA en España asciende a 214, siendo la Comunidad Valenciana la más afectada. En medio de la tragedia, miles de voluntarios y organismos de rescate se han unido para brindar apoyo en las zonas devastadas