La masculinidad tóxica es un tema del que hemos escuchado mucho, sobre todo en las conversaciones de mujeres, muchos de nosotros no sabemos a qué se refiere este término ni cómo nos perjudica.
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De acuerdo a Wikipedia, los conceptos sobre la masculinidad hegemónica: “representan la forma culturalmente idealizada de la virilidad que era socialmente y jerárquicamente exclusiva, preocupados con el ganar el pan cotidiano; eso provocaba ansiedad y diferenciaba (internamente y jerárquicamente); eso fue brutal y violento, pseudo-natural y duro, psicológicamente contradictorio, y por lo tanto propenso a las crisis; económicamente rica y socialmente sostenible” en pocas palabras “ser hombre es demasiado estresante”.
¿Realmente la tenemos difícil por ser hombres?
La respuesta es sí, esto no significa que no tengamos privilegios o que tengamos que tirarnos al machismo y decir que lo hacemos porque somos víctimas. La dificultad de ser hombre va más allá, llega a nuestra psique. El problema de la masculinidad tóxica es que se nos inculca desde niños, ¿recuerdas que se te enseñó a no llorar? O que se te dijo que debías de amar sobre todas las cosas el futbol, ¿y si te gustaba la clase de arte o bailar? Eso era para niñas. Y realmente eso no es cierto, un hombre puede ser lo que quiera ser, desde un gran jugador de americano hasta un gran artista y eso no tiene nada que ver con su sexualidad. Recientemente en twitter se lanzó la pregunta ¿Cuáles son las desventajas de ser hombre? Y las respuestas de los usuarios fueron bastante sorprendentes. Por ejemplo, la de James de 32 años: “He escuchado de muchas relaciones que terminan porque el hombre no puede expresar lo que siente”, aseguró. “Necesitamos estar más abiertos a escuchar cómo se siente un hombre y presionar más para que entiendan que está bien sentir cosas”. Esto es lo que se provoca al decir que un niño no llora ni expresa sus sentimientos, así que esa relación amorosa que terminó porque no pudiste decir lo que sentías se debe a eso. Otra de las respuestas que llamó la atención de la red social fue la de Phil Chan, un artista digital de California: “Mi papá nunca me dijo que me amaba, aunque sé que lo hace. Tampoco me abrazó nunca. Incluso ahora que tiene más de 80 años, me encantaría que me lo dijera”, mencionó en twitter. De acuerdo con los especialistas, una de las desventajas de la masculinidad tóxica es que se niegan los sentimientos y las cosas que podrían ser “femeninas”, y esto genera que se vea como algo negativo y a la larga genera mayores problemas como violencia o frustración, que puede llevar al suicidio. De hecho, los hombres comenten este acto más que las mujeres. Esto se ve expresando en otro de los mensajes enviados, Gin Lowdean, una mujer de Edimburgo, comentó que su hijo de cuatro años le dijo que no quería ser papá cuando creciera. En cambio, él “quiere ser una mamá”. Cuando Gin le señaló que la mayoría de los hombres no se convierten en madres, el niño se entristeció porque “los papás tienen que trabajar todo el tiempo, nunca pueden bailar y nadie los abraza”.
¿Qué es la masculinidad tóxica?
Seguramente escuchaste el caso de la Manada, un grupo de amigos que atacó sexualmente a una mujer en una fiesta y después de mucho análisis recibieron una sentencia de seis años en prisión. Esto, de acuerdo a muchos especialistas, se genera por el empoderamiento masculino sobre las mujeres pero, sobre todo, por el hecho de las frustraciones y violencia que se puede generar al dejar a un lado tus emociones. El diccionario Merriam-Webster lo define como: “contener o ser material venenoso, especialmente cuando es capaz de causar la muerte o un debilitamiento grave o extremadamente severo, malicioso o dañino, no modificando la ‘masculinidad’”. Ahí radica el problema de intentar definir el término con su etimología nebulosa, ya que algunos de los grupos de hombres que lo escuchan lo censurarán como “noticias falsas” antes de que puedan usarlo en una oración como: “La masculinidad tóxica sin restricciones de Donald Trump le hace pensar que puede besar y agarrar a las mujeres por donde quiera sin consentimiento”. Para ser claros, “tóxico” es el modificador, por lo que el término “masculinidad tóxica” de ninguna manera implica a todos los hombres como abusadores, acosadores o asesinos. Pero debido a que la “masculinidad”, tal como la define Merriam-Webster, significa “tener cualidades apropiadas o generalmente asociadas con un hombre”, se ha convertido en algo mutable y difícil de identificar, especialmente con la evolución de los estudios de género como una construcción, es útil considerar cómo se ha definido históricamente la masculinidad tóxica. La etimología del término se puede rastrear no a los inicios del tiempo, sino al surgimiento del movimiento de hombres mitopoéticos (un grupo de hombres que analizaron el cambio de estructura social para el género masculino) de los años 80 y 90; una respuesta al cambio cultural que provocó el feminismo de la segunda ola (la primera fue en los años 50 y 60), donde los hombres comenzaron a perder la identidad aceptada en décadas anteriores e intentaron redescubrir su “profunda masculinidad”. El movimiento fue impulsado en gran parte por el libro de Robert Bly Iron John, en el que afirmó que: “el movimiento feminista hizo que los hombres examinaran sus lados femeninos en detrimento de sus rituales masculinos”, esto según la escritora y feminista Erin Innes. “Los hombres, en los últimos veinte años, se han vuelto más considerados, más gentiles. Pero a través de este proceso, no se han vuelto más libres”, escribió Bly en la introducción de su libro antes mencionado Iron John. Pero no todo tiene que ser tan violento y llegar a eventos como los de la Manada, existen actitudes que pueden llegar a considerarse parte de lo tóxico como: el “mansplaining”; es decir, cuando un hombre interrumpe a una mujer o persona para explicarle lo que ya había entendido o el famoso “manspreding” que es básicamente abrir las piernas cuando te sientas, porque a muchos se les enseñó que los hombres no se sientan con las piernas cerradas, sólo las mujeres.
¿La masculinidad tóxica genera violencia?
“La sociedad en la que vivimos legitimiza el uso de la violencia para probar la masculinidad. En este mundo el más ‘macho’ es el que prueba que puede controlar todo a su alrededor y esa premisa es bastante peligrosa cuando se combina con armas, problemas mentales o fanatismo”, explica Vanessa Izaguirre, periodista venezolana que vive en Canadá y con un Máster en Estudios de Género. “A los hombres se les inculca una masculinidad tóxica que no los deja ser seres humanos, sino que los empuja a encajar en un patrón del ‘macho alpha’”. El inculcar este tipo de conductas puede conducir a violencia intrafamiliar o suicidio, y de acuerdo a la OMS, 15 de cada 100,000 habitantes hombres cometen suicidio, sin contar los que sólo lo intentan o los que no se reportan por vergüenza de la familia. Muchos de los casos que recurren el suicidio son: la relación en la que se encuentran está fallando, no tienen trabajo o simplemente su realidad es asfixiante. Muchos de estos problemas pueden solucionarse hablando o apoyándose en la familia y amigos. Por ejemplo: si no tienes trabajo, tu pareja puede aportar más dinero y tú centrarte en buscar otro trabajo. Poner en práctica la igualdad de género y hablar sobre los sentimientos o lo que se desea no implica que seas menos hombre, significa que eres mejor ser humano y ves a las personas como iguales, además que te quitará una gran carga de los hombros y podrás sentirte un poco más liberado de las presiones que genera “el ser hombre”.
¿Cómo lograr combatir la masculinidad tóxica?
El paso más sencillo es destruir los roles de género, esos por los que se preocupaba un niño de cuatro años en Edimburgo, Escocia, los hombres pueden recibir abrazos y bailar y las mujeres pueden mantener a su esposo o reparar el motor de tu auto. Uno de las explicaciones más claras y concisas de los rasgos masculinos (y femeninos) se encuentra en una sección del sitio de Planned Parenthood que aborda hábilmente los estereotipos de género; incluso llegando a definir la hiperfemininidad y la hipermasculinidad y ofrece ejemplos de qué hacer cuando uno se encuentra con los estereotipos de género. “Los estereotipos extremos de género son perjudiciales porque no permiten que las personas se expresen completamente y demuestren sus emociones”, según el sitio. “Por ejemplo, es perjudicial para los hombres sentir que no se les permite llorar o expresar emociones sensibles y es perjudicial para las mujeres sentir que no se les permite ser independientes, inteligentes o asertivas. Romper con los estereotipos de género permite que todos sean lo mejor de sí mismos”. De acuerdo al sitio Advocate: “Las actitudes cambiantes acerca de la naturaleza del género y un alejamiento de una concepción binaria del mismo y de los estereotipos de género tipificados por la toxicidad que se vivía en los años 50 parecen ser el camino a seguir”. “(Los hombres) Deben dejar de proyectar la masculinidad tóxica y las presiones sociales que, los inspiran a probar su virilidad actuando de una manera cada vez más violenta, opresiva, racista, misógina, homofóbica y transfóbica”. La mejor manera de hacerlo es hablar, estar en contacto con tus emociones, pasiones y dejar de preocuparte por llenar un rol de género que ya está expirando, la sociedad te lo agradecerá.
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