El debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump, realizado en Filadelfia y transmitido por ABC News, fue un evento marcado por la confrontación y las estrategias agresivas de ambos candidatos. A menos de dos meses de las elecciones del 5 de noviembre, este cara a cara puede haber sido el único antes de que los estadounidenses decidan entre la continuidad del proyecto demócrata o el regreso del exmandatario republicano.
Harris y Trump: Un debate marcado por la confrontación personal
Desde el inicio, el debate se centró más en ataques personales que en la presentación de propuestas concretas. Trump, visiblemente exasperado en múltiples ocasiones, recurrió a diatribas cargadas de información falsa, mientras Harris respondió con una actitud tranquila y gestos expresivos que marcaron su descontento ante las palabras del republicano.
Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando Harris acusó a Trump de ser “una desgracia” para los militares y lo calificó de aspirante a “dictador”. En respuesta, Trump la tildó de “radical” con ideología marxista y afirmó que no tiene un plan claro para el país. Ambos candidatos no perdieron oportunidad de atacar al otro, describiéndose mutuamente como un “peligro” para la democracia estadounidense.
Migración: El tema central de la contienda
Uno de los temas en los que Trump intentó concentrar el debate fue la migración, un asunto de gran relevancia para el electorado estadounidense. El republicano trató de vincular a Harris directamente con la política migratoria de Joe Biden, a quien acusó de haber fracasado en el manejo de la frontera. Trump repitió en varias ocasiones el erróneo reclamo de que Harris es la “encargada de la frontera”, mientras mantenía un discurso de tono xenófobo, culpando a los migrantes de “destruir” el país.
Por su parte, Harris evadió las preguntas directas sobre migración y optó por ofrecer su respaldo a un proyecto de ley que busca hacer permanentes las restricciones al asilo que su administración ha implementado en la frontera. Esta postura le permitió evitar entrar en un debate directo sobre un tema que podría considerarse uno de los puntos débiles de la actual administración demócrata.
Aborto: Una disputa decisiva
El aborto fue otro de los temas que desató un intenso enfrentamiento entre ambos candidatos. Harris prometió que, de ser elegida, impulsaría una ley federal para proteger el derecho al aborto, mientras que Trump se posicionó a favor de las restricciones, permitiendo excepciones solo en casos de violación, incesto y riesgo para la vida de la madre.
Este tema no solo polarizó a los candidatos, sino que también es uno de los que más divide a los votantes en Estados Unidos. Harris, al defender el derecho al aborto, busca consolidar el apoyo de un segmento significativo del electorado femenino y progresista, mientras que Trump apela a una base conservadora que rechaza cualquier forma de interrupción del embarazo.
Política exterior: Ucrania, Gaza e Israel
La política exterior también tuvo su lugar en el debate, con ambos candidatos abordando temas como la guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza y las relaciones con Israel. Trump acusó a Harris de “odiar a Israel”, a lo que ella respondió asegurando que ha dedicado su vida a apoyar a Israel y a los israelíes. Este tipo de intercambios refleja cómo ambos buscan capitalizar los sentimientos de diferentes grupos de votantes respecto a la política exterior de Estados Unidos.
El uso del lenguaje no verbal también fue notable durante el debate. Harris aprovechó la “pantalla dividida” que mostraba a ambos candidatos simultáneamente para exhibir una serie de gestos como levantar las cejas y lanzar miradas burlonas, que reflejaban su incredulidad ante las afirmaciones de Trump. Mientras tanto, Trump mantuvo una postura rígida, con la mirada fija en la cámara, lo que pudo haber sido una estrategia para transmitir seriedad y determinación a su base electoral.
Las encuestas reflejan que esta será una elección reñida. Según datos del agregador de encuestas FiveThirtyEight, Harris aventaja a Trump por apenas 2.7 puntos porcentuales en el voto nacional. Esta estrecha diferencia demuestra que ambos candidatos deben aprovechar cada oportunidad para atraer a los votantes indecisos, ya que cualquier movimiento en falso podría ser decisivo en el resultado final.
Con el país dividido y temas como la migración, el aborto y la política exterior en el centro del debate, el resultado de las elecciones del 5 de noviembre será crucial para definir el rumbo de Estados Unidos en los próximos años. Ambos candidatos tienen mucho en juego, y cada paso que den en estas semanas finales será decisivo para definir al próximo presidente de la nación.