El estrés y la ansiedad son problemas comunes que afectan a una gran parte de la población mundial. Estos problemas son especialmente prevalentes en la población de México, según diferentes estudios.
El impacto del estrés en la salud
El estrés no solo afecta nuestra mente; también tiene repercusiones significativas en nuestro cuerpo. Los expertos explican que el estrés puede tener un impacto directo en nuestro peso corporal. Aunque algunas personas pierden peso bajo estrés, la mayoría tiende a ganarlo. Esto se debe a la liberación de cortisol, una hormona que, como mecanismo de supervivencia, hace que nuestro cuerpo acumule grasa, especialmente en el área abdominal. Esta acumulación de grasa puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo II, obesidad, resistencia a la insulina, síndrome de ovarios poliquísticos e hipotiroidismo.
Los expertos señalan que sentirse ansioso o estresado ocasionalmente es normal y puede incluso ayudarnos a superar situaciones difíciles. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico, los efectos pueden ser perjudiciales. El estrés y la ansiedad crónicos pueden afectar el sueño y alterar los niveles de azúcar en la sangre, lo que a su vez puede aumentar el hambre y llevarnos a comer de manera emocional o compulsiva.
Alimentos que aumentan la ansiedad
Nuestras elecciones alimentarias pueden ser influenciadas por nuestro estado de ánimo. En momentos de estrés o depresión, es común recurrir al “comfort food” como chocolates, helados y pizzas. Sin embargo, algunos alimentos y bebidas pueden aumentar el azúcar en sangre y el cortisol, exacerbando la ansiedad. Estos incluyen:
- Bebidas con cafeína
- Alcohol
- Azúcar
- Bebidas azucaradas
- Alimentos procesados como harinas refinadas, grasas trans y carnes procesadas
- Aditivos alimentarios como el Glutamato Monosódico (MSG)
Alimentos que reducen la ansiedad
Afortunadamente, existen alimentos que pueden ayudar a reducir el azúcar en sangre, disminuir el cortisol y mejorar la salud adrenal. Da Vinci recomienda incluir en nuestra dieta:
- Vegetales: Apio, espárragos, ajo, brócoli, pepino y verduras de hoja verde.
- Frutas: Manzana, kiwi, plátano y bebidas como el agua de coco.
- Especias: Canela, cúrcuma y jengibre.
- Grasas sanas: Aguacate, almendras y semillas de chía.
- Algas: Alga dulce y espirulina, con un alto contenido nutricional.
Además de mantener una alimentación equilibrada en las comidas principales, es crucial cuidar lo que consumimos a media mañana o tarde. Las glándulas suprarrenales, responsables de convertir los alimentos en energía, controlar los niveles de azúcar y regular la presión arterial, necesitan nutrientes específicos. Los expertos sugieren un tentempié rico en potasio, glucosa y sales minerales, compuesto por una manzana, media rama de apio y un dátil. Este tentempié puede tomarse por separado o triturado, proporcionando una opción saludable y efectiva para mantener los niveles de energía estables.
Estrategias para manejar el hambre emocional
La relación entre la alimentación y las emociones es cada vez más evidente. Para manejar el hambre emocional, es fundamental adoptar una alimentación equilibrada que no estrese nuestro cuerpo. Al reducir el estrés, también disminuye la ansiedad. Da Vinci enfatiza la importancia de identificar y enfrentar las causas subyacentes de la ansiedad o el estrés, ya que resolver estos problemas puede ser crucial para romper el círculo vicioso de la alimentación emocional.