A finales del siglo XVIII se inventó el tourbillon, un mecanismo valioso y buscado por los grandes aficionados a los relojes.
Estimado lector, tal vez ya lo sepas, pero en caso contrario, no se pierde nada con repetirlo: los relojes son objetos sofisticados, complejos y con mecanismos verdaderamente sorprendentes para ser algo que podemos llevar en nuestra muñeca. Pensar que estos instrumentos solo sirven con el fin de dar la hora es reducir, cruelmente, el mundo de posibilidades que se abre al usar uno de ellos. Por ejemplo, están las complicaciones relojeras como constancias de que un reloj puede cargar más funciones de las que se le atribuyen por su sentido popular. Y bueno, es aquí donde entra el tema del tourbillon, una pieza valiosa y buscada por los aficionados a los relojes.
¿Qué es el tourbillon?
Como muchas otras cosas del mundo de la relojería, el tourbillon cuenta ya más de un siglo en su haber. Este mecanismo se inventó en 1795, sin embargo, fue patentado hasta 1801 por el relojero suizo, Abraham Louis Breguet.
Por aquellos años el planeta estaba todavía en la era de los relojes de bolsillo. Fue con estos con los que Breguet notó que, al llevar uno, la gravedad empujaba los mecanismos internos del reloj, creando imperfecciones.
Inquieto por las fallas que este problema con la gravedad pudiera ocasionar, Breguet elaboró una caja capaz de sostener a todas las piezas necesarias para dar la hora. De modo que eso es el tourbillon, un mecanismo que compensa las irregularidades producidas por esta fuerza física cuando el reloj permanece en reposo.
El tourbillon partió con el propósito de mejorar la precisión del reloj que lo integre, pero ahora es una valor añadido para algunos de estos instrumentos de alta gama. Los relojes que lo traen, normalmente, lo ostentan a través de una ventana en la esfera desde la cual se puede ver parte del mecanismo.
¿Por qué esto aumenta el valor de un reloj?
Los relojes con tourbillon se hicieron de la debida popularidad hasta la década de los 80 del siglo pasado, increíblemente. Esto tiene su razón: la llamada “crisis del cuarzo”, misma que encumbró de nuevo a la belleza y trabajo de los relojes mecánicos por encima de la precisión de los de cuarzo.
Con ese panorama, se reivindicó el valor de los instrumentos mecánicos y de la historia que respaldaba su tradición artesanal. Entonces, el tourbillon apareció de nuevo en escena y se mantuvo como una muestra de que se podía llevar una pieza de alto nivel al alcance de la muñeca.
En conclusión: los relojes con tourbillon aumentan su valor por el hecho de llevar consigo un mecanismo que requiere de una gran maestría y que, por lo mismo, significa un esfuerzo materializado en una pieza de gran complejidad.